TERRORISMO ISLÁMICO EN AMÉRICA LATINA: Venezuela como base de operaciones

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La mayoría de las discusiones de hoy entre expertos, políticos y medios de comunicación se relacionan con el tipo de terrorismo yihadista/salafista sunita, ya que se considera la amenaza global más importante.

Por Ely Karmon / infobae.com

Según Mehmet Ozkan, profesor en la Academia Nacional de Policía de Turquía, los musulmanes latinoamericanos están muy bien conectados con las redes sociales, a través de las cuales muchos de ellos aprenden sobre el islam, la cultura árabe y el Medio Oriente. Sin embargo, la fuerte presencia de musulmanes latinos en los espacios virtuales no tuvo éxito para atraerlos a ISIS a través de estos canales. Hasta 2017, se cree que un total de 76 personas de América Latina (23 de Argentina, 50 de Trinidad y Tobago y 3 de Brasil) viajaron al territorio de ISIS. Si estos números son ciertos, indican claramente que los combatientes latinoamericanos constituyen menos del 0,003 por ciento de la población total de combatientes extranjeros.

El único punto de apoyo de ISIS en América Latina es Trinidad y Tobago, que se encuentra entre los países que más combatientes han contribuido al Estado Islámico per cápita. Hay más de 100 miembros del Estado Islámico que operan en la nación de las dos islas, según el informe del Centro Soufan de octubre de 2017, 70 de ellos son hombres y los restantes se dividen números iguales de mujeres y niños. Por tanto, los repatriados a Trinidad y Tobago debería establecer un centro de facilitación y logística para posibles combatientes extranjeros América del Sur y del Norte para cualquier teatro yihadista en el extranjero.

Por el contrario, el terrorismo de Hezbolá e Irán en América Latina aparece claramente como la mayor amenaza terrorista para el continente: testimonio de ello son los dos mayores atentados terroristas en Buenos Aires, en 1992 contra la embajada de Israel y en 1994 contra AMIA, el edificio de la comunidad judía. Esto además de los vínculos que tiene Hezbolá con los cárteles criminales y narcotraficantes en el continente.

Me gustaría enfocar mi presentación en las razones ideológicas y estratégicas detrás de las estrechas relaciones entre Venezuela e Irán y ofrecer una reflexión sobre el apoyo venezolano a Hezbolá a nivel político y operativo.

Las motivaciones estratégicas de Irán para coquetear con el régimen de Hugo Chávez y el matrimonio de conveniencia entre el presidente venezolano y el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad a partir de 2005, son bastante obvias.

Mirando hacia las banderas de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) y Hezbolá, queda claro que su objetivo estratégico no es la hegemonía en el Golfo o en el Medio Oriente, sino más bien la presencia e influencia global. Y el medio para implementar esta visión es mediante la lucha armada, simbolizada por el Kalashnikov. Según la doctrina Khomeinista, el terrorismo es un arma legítima de defensa contra Occidente, Israel y todos sus otros numerosos enemigos, incluida su propia oposición en el extranjero.

No podemos hablar sobre el terrorismo de Hezbolá sin enfatizar el hecho de que es una empresa conjunta entre el régimen teocrático en Teherán y su rama libanesa, una empresa en la que Hezbolá sirve como contratista de sus amos.

En el plano operativo, hay dos hermanos siameses: la Fuerza al-Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y el aparato terrorista internacional de Hezbolá, que actúan en conjunto y en coordinación. Sin embargo, el primogénito de los hermanos, la Guardia Revolucionaria Islámica es el elemento principal de la empresa.

Los objetivos de Irán en América Latina, y por supuesto en Venezuela son:

– Apoyo a los opositores a Estados Unidos como contra peso para las presiones sobre el proyecto nuclear de Irán

– Devolver el ataque a Estados Unidos en su propio hemisferio y desestabilizar a sus gobiernos amigos

– Aumentar la penetración política y económica iraní y así permitir el desarrollo de una red de terrorismo y subversión regional contra EEUU y Israel

– Exportar la Revolución Khomeinista

El hecho de que el régimen de Chávez tuviera una firme influencia ideológica y política sobre los estados y líderes de la así llamada ALBA – Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, le dio al régimen de Teherán aún más incentivos para desarrollar relaciones cercanas con Caracas, así como una plataforma para aumentar la influencia de Irán y sus activos estratégicos en la región.

Menos claras fueron las motivaciones de Hugo Chavez a su tiempo.

Aunque aclamado como un líder “socialista”, menos conocidas fueron las influencias fascistas en la cosmovisión y la política de Chávez.

Raul de Sagastizabal, uno de los jefes de los militares golpistas argentinos de extrema derecha, conocidos como Carapintadas, había recibido a fines de 1994 la visita en Buenos Aires de Chávez, quien acababa de abandonar la cárcel. Pese a que Chávez desarrollo el vínculo fundamental con los Carapintadas con su ideólogo, Norberto Ceresole, los nexos con De Sagastizabal jamás se rompieron.

Norberto Ceresole, sociólogo y politólogo argentino, un negacionista del Holocausto y enemigo jurado tanto de Israel como de los judíos, tomó contacto con los iraníes cuando se produjo el atentado contra la AMIA en 1994, año en que conoció personalmente a Hugo Chávez.

Él defendió públicamente a los iraníes, acusando a Israel de ser responsable del bombardeo de su propia embajada en Buenos Aires en 1992. Ceresole visito Irán y Líbano. “Encontré un movimiento árabe importante, inteligente. Pero su área de acción era el sur del Líbano: un grupo como imaginábamos que éramos nosotros hace muchos años, de patriotas”, dijo en su momento. Ceresole terminó escribiendo un libro admirativo sobre Hezbolá.

Ceresole asesoró al presidente Chávez, convirtiéndose en el mentor ideológico del teniente coronel y colaborador de su equipo de asesores, y viviendo el momento histórico del triunfo electoral de Chávez en Venezuela. Su libro, “Caudillo Ejército Pueblo: La Venezuela del presidente Chávez”, constituye para muchos venezolanos el basamento doctrinal de la Revolución Bolivariana.

La inteligencia militar venezolana se reestructuró según las líneas propuestas por él. También propuso la creación de una Oficina de Inteligencia Estratégica que podría ser financiada por Hezbolá, como su propia oficina en Madrid, un proyecto nunca implementado pero que posiblemente llevó a su expulsión de Venezuela por la oposición del sector “demócrata” de la Revolución, representado por el vicepresidente José Vicente Rangel. Sin embargo, Ceresole dejó su semilla en Venezuela, contribuyendo a constituir a dicho país en una reacción contra el imperialismo estadounidense, auspiciando una alianza entre Venezuela, Cuba e Irán. Ceresole jugó un papel central en el acercamiento entre Irán y Venezuela dentro de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).

Después de 2005, Irán, bajo el liderazgo del presidente Ahmadinejad, aumentó su interés en América Latina. Chávez y el presidente iraní establecieron una “relación estratégica”, que no sólo cubría aspectos de materia energética, sino que también incorpora elementos destinados a tener una posición común frente a las políticas de Estados Unidos y los conflictos del Medio Oriente. Lo que motiva a ambos gobernantes es su posición marcadamente antiamericana y, en el caso del presidente Chávez, la pretensión de liderar, tanto en América Latina como en el mundo, un movimiento “socialista”, “revolucionario” y “bolivariano”, que sea contrario a cualquier hegemonía de Washington.

Chávez fue probablemente el apologista más abierto de Hezbolá en el hemisferio. Durante la Segunda Guerra del Líbano de 2006 acusó a Israel de llevar a cabo su guerra defensiva “a la manera fascista de Hitler”. Durante la Operación Plomo Fundido de Israel en 2009 en la Franja de Gaza, contra los ataques con cohetes de Hamas y su continua actividad terrorista contra sus ciudadanos, Chávez aceptó completamente la posición de Irán y cumplió con la demanda de Ahmadinejad de cortar las relaciones diplomáticas de Venezuela con Israel.

Es un hecho conocido que las actividades terroristas y subversivas de Hezbolá, y en parte de Irán, se basan en las comunidades chiítas libanesas dispersas por todo el mundo. En el caso de América Latina se concentra en comunidades chiítas que viven en áreas de libre comercio: Triple Frontera entre Paraguay, Argentina, Brasil; Iquique en Chile, Isla Margarita en Venezuela, Panamá.

Son zonas donde algunos miembros de las comunidades, vinculados a Hezbolá por lazos sociales o familiares, se dedican al comercio ilegal, contrabando de mercancías, narcóticos y armas y logran sobrevivir debido a la falta de control serio y de la corrupción de las autoridades locales.

Hezbolá ha estado activo en Venezuela incluso antes del eje estratégico Chávez-Ahmadinejad. Los miembros de Hezbolá, centrados en la gran comunidad de expatriados libaneses en la isla de Margarita, ayudaron a varios miembros de la célula de la organización en Charlotte, Carolina del Norte (EEUU) a infiltrarse en los Estados Unidos a través de Venezuela en 1992. En el área de libre comercio de Maicao, Columbia, a la frontera con Venezuela, se cree que Hezbolá participaba en el contrabando de cigarrillos y operaba una estación de radio clandestina que transmitía la propaganda del grupo.

Pero lo que caracteriza al caso venezolano después de 2005 es la relación de patronaje entre los exponentes del régimen y varios funcionarios de alto nivel y representantes de la organización, con Irán funcionando como intermediario.

El exvicepresidente (y actual Ministro de Petróleo, desde abril), Tareck El-Aissami, venezolano de origen sirio-libanés, es el funcionario gubernamental más destacado involucrado en un esquema de pasaportes para terroristas, incluso a Hezbolá.

A los 29 años, El Aissami se convirtió en el director de ONIDEX, la agencia venezolana a cargo de los servicios de pasaportes y naturalización. Utilizó este cargo para emitir pasaportes falsos, documentos personales y cédulas de identidad a agentes árabes e iraníes, quienes así entraron y viajaron por la región como ciudadanos venezolanos. Posteriormente, El Aissami se convirtió en viceministro de Interior y Seguridad Pública, fue elegido miembro del Parlamento y poco después ascendió al rango de Ministro de Justicia e Interior. A lo largo de estos puestos, facilitó la penetración iraní en América Latina.

Chávez crearía “los círculos bolivarianos,” o colectivos, organizaciones de base creadas para la formación y la difusión entre la población de las ideas de la Revolución Bolivariana. Los colectivos se basaron en la estrategia de las milicias iraníes Basij, cuyo papel es defender al régimen frente a la oposición y la disidencia popular. Chávez tuvo reuniones personales con funcionarios iraníes que incluían al comandante de los Basij, el brigadier general Mohammad Reza Nadqi. El papel del general Naqdi fue servir como asesor de los Ministerios de Defensa e Interior de Venezuela para ayudar en el entrenamiento de sus milicias civiles, los infames colectivos. Chávez encomendó a los colectivos que fueran “el brazo armado de la revolución bolivariana”, y el gobierno les ofreció armas, sistemas de comunicación, motocicletas y equipo de vigilancia. Human Rights Watch los describe como “bandas armadas que utilizan la violencia con impunidad” y acosan a los opositores políticos del gobierno venezolano.

Días después de su nombramiento, el Presidente Maduro nombró a El Aissami como jefe de un comité recién establecido, al que acertadamente llamó el “comando antigolpista,” para combatir “las conspiraciones de la derecha.” De hecho, el comando, un comité compuesto por el ministro de Defensa, el ministro del Interior, el jefe de inteligencia nacional tiene la tarea de reprimir cualquier movimiento de protesta en el país, al ejemplo de los Basij iraní.

Una vez ministro del Interior en el gobierno, El Aissami coordinó la ayuda a Hezbolá con otro venezolano de origen libanés, Ghazi Atef Nassereddine, quien se desempeñó como encargado de negocios de Venezuela en Damasco y como consejero político de la embajada en Beirut. Nassereddine ha estado bajo sanciones del Tesoro de Estados Unidos desde 2008 por facilitar las operaciones de Hezbolá en América Latina, primero como diplomático en el Levante y luego desde Caracas como presidente del Centro Islámico Chiíta establecido por Irán.

El gobierno de EE. UU. afirma que Nassereddine utilizó sus cargos para “asesorar” a los donantes de Hezbolá y darles “información específica sobre las cuentas bancarias” de Hezbolá, que Estados Unidos y varios otros países etiquetan como organización terrorista. La OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) también afirma que Nassereddine “discutió cuestiones operativas” con Hezbolá y “facilitó el viaje” de los miembros de la organización, una vez a Caracas y otra vez a Irán. La asistencia en viajes para los “esfuerzos de recaudación de fondos” de Hezbolá es también el cargo contra Fawzi Kan’an, cuyas dos agencias de viajes en Caracas fueron penalizadas por la OFAC.

Según la Fiscalía Federal Distrito Sur de Nueva York, el ex miembro de la Asamblea Nacional de Venezuela Adel El Zabayar, acusado de narcoterrorismo, narcotráfico y delitos con armas, presuntamente trabajó con el presidente Maduro y otros destacados funcionarios venezolanos para distribuir cocaína y armas en coordinación con organizaciones terroristas. Según la DEA (Administración de Control de Drogas de Estados Unidos), El Zabayar fue “un intermediario” para el Cártel de los Soles con Hezbolá buscando reclutar miembros de los grupos de Oriente Medio para ayudar a planificar y llevar a cabo ataques contra los intereses estadounidenses. El Zabayar también obtuvo lanzacohetes antitanques de Medio Oriente para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como pago parcial por la cocaína.

Según declaraciones de Leamsy Salazar, ex guardaespaldas de Chávez, que ingresó al programa de protección de testigos de EE. UU. “el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, negoció con Hezbolá para permitir que 300 de sus operativos recauden fondos en Venezuela”.

El régimen de Caracas siempre negó y nunca tomó medidas serias contra las personas acusadas de apoyar a organizaciones terroristas.

Además, Chávez ignoró o permitió la formación en 2006 de la organización efímera y virtual, Hezbolá Venezuela y Hezbolá América Latina, basada en algunos convertidos al islam dentro la población indígena wayuu del país. El gobierno venezolano no actuó en contra de este grupo cuando amenazó abiertamente en su sitio web con bombardear objetivos estadounidenses y judíos, en el apogeo de la Segunda Guerra del Líbano de 2006. Solo después del intento fallido en octubre de 2006 de bombardear la embajada de Estados Unidos en Caracas, y protestas del gobierno americano y las comunidades judías en el continente, Teodoro Darnott, el jefe del grupo, y el terrorista, un estudiante venezolano, autor de la bomba, fueron arrestados y encarcelados por 10 años.

Hezbolá no ha llevado a cabo un ataque terrorista internacional exitoso desde que hizo estallar un autobús de turistas israelíes que llegaban al aeropuerto de Burgas, Bulgaria, en julio de 2012, pero no por falta de intentos. Las autoridades policiales y de inteligencia han frustrado con éxito desde entonces una larga lista de complots y preparativos operativos de Hezbolá en todo el mundo, incluidos casos en Perú y Bolivia.

Mohammed Hamdar, ciudadano libanés, fue arrestado en Lima, Perú, en octubre de 2014, bajo sospecha de planear ataques en nombre de Hezbolá. En su apartamento, las autoridades descubrieron materiales explosivos, pólvora y detonadores, así como fotografías de lugares turísticos populares, infraestructura crítica, la embajada de Israel en Lima y centros culturales judíos en Perú. Hamdar confesó que era miembro de la Organización de Seguridad Exterior de Hezbolá.

Hamdar identificó a Salman Raouf Salman (alias Salman el-Reda) como su manejador de Hezbolá. El-Reda, un ciudadano colombiano-libanés, supervisó el atentado de 1994 a la AMIA en Buenos Aires, coordinando entre las células durmientes de Hezbolá en Buenos Aires y el Área de la Triple Frontera. Por estas acciones, es objeto de una orden de detención, (Red Notice, en inglés), de Interpol. El-Reda huyó de América del Sur después del atentado de la AMIA y ascendió en las filas de la Organización de Seguridad Exterior de Hezbolá donde su trabajo centró en particular en el sudeste asiático y América del Sur.

En marzo de 2017, las fuerzas de seguridad de Bolivia frustraron un complot de agentes de Hezbolá en los suburbios de La Paz, descubriendo dos toneladas y media de materiales explosivos, así como un automóvil destinado a servir como vehículo bomba. De esta manera frustraron los planes para atentar en Bolivia, Chile y Perú. Los funcionarios de inteligencia estiman que la cantidad de material explosivo almacenado era suficiente para que el grupo lleve a cabo cinco ataques a gran escala.

Conclusión

De 2009 a 2017, Hezbolá extendió por todo el mundo enormes depósitos de nitrato de amonio para preparativos de grandes ataques terroristas en todo el mundo (3 toneladas en Londres; 800 kg. en el sur de Alemania, 4.8 toneladas en Bangkok; 12,5 toneladas en Chipre y 2,5 toneladas en La Paz).

Durante los años 2011-2012, Hezbolá e Irán han sido responsables de más de 20 ataques terroristas frustrados o fallidos en todo el mundo (los dos exitosos en Burgas, Bulgaria y Nueva Delhi, India) y en los años 2017-2018 Irán volvió a provocar una ola de ataques terroristas, la mayoría frustrados, contra elementos de la oposición iraní en Europa (dos asesinatos exitosos en Holanda).

Las autoridades políticas, las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia deben tener en cuenta que los dos “rogue” socios podrían decidir en cualquier momento organizar ataques terroristas en el mundo, si estos se ajustan a sus intereses estratégicos de momento. América Latina no es inmune a la amenaza y infelizmente Venezuela puede servir como una posible plataforma de apoyo.

La presentación fue realizada durante el seminario Terrorismo Islámico en América Latina