El agricultor venezolano Agustín Zenere debería haber estado sembrando maíz para la segunda semana de mayo, una tarea crucial en el país sudamericano económicamente devastado y donde 7 millones de personas padecen de inseguridad alimentaria.
Reuters / La Patilla
En cambio, su parcela de 30 hectáreas en el pueblo de Turén, todavía estaba cubierta con las hojas marrones y marchitas de una siembra de ajonjolí que no pudo cosechar a tiempo porque el gobierno no suministra suficiente diesel para hacer funcionar sus tractores.
La escasez de diésel se ha agudizado en la otrora próspera nación de la OPEP desde fines del año pasado, cuando Estados Unidos, que buscan presionar al presidente Nicolás Maduro para que deje el cargo, puso fin a una exención de sus sanciones a la estatal petrolera PDVSA que le permitía intercambiar petróleo por diesel importado.
Con los agricultores advirtiendo de que es posible que no tengan el combustible necesario para plantar maíz y los camioneros dando la alarma sobre la dificultad para transportar alimentos, los grupos de ayuda y algunos legisladores demócratas de Estados Unidos han presionado al presidente Joe Biden para que ponga fin a la prohibición del canje.
Venezuela está sumida en una crisis humanitaria después de años de hiperinflación y recesión, lo que ha llevado a millones a huir. Solo 60% de los 36 kilos de alimentos que la dieta venezolana requiere en promedio cada mes estaba disponible en el país a febrero, según Edison Arciniega, director ejecutivo de la organización no gubernamental Ciudadanía en Acción.
Una encuesta realizada por la oposición a fines del año pasado encontró que el 82,3% de los residentes de Caracas dijeron que sus ingresos eran insuficientes para comprar alimentos para su familia, y más de 5,4 millones de venezolanos viven ahora en el extranjero, según Naciones Unidas.
Los críticos, y muchos agricultores, dicen que las sanciones no son la causa principal de la escasez. La red de refinación de PDVSA, con capacidad de 1,3 millones de barriles por día (bpd), está operando a una fracción de su capacidad, dejando a Venezuela, hogar de las mayores reservas de crudo del mundo según algunas medidas, dependiente del combustible importado.
Poco después de que Venezuela recibió su último cargamento de diesel en noviembre, el Ministerio de Agricultura comenzó a racionar el combustible, que se entrega de forma gratuita, a los agricultores. Los soldados ahora montan guardia en las estaciones de servicio con listas para que los agricultores puedan, en un día determinado, llenar recipientes de hasta 400 litros, suficiente para hacer funcionar un tractor durante unos días.
“Nada hacemos si nos dan el combustible a cuenta gotas”, dijo Zenere, de 49 años, quien invirtió 10.000 dólares en la cosecha de sésamo, ahora perdida.
Los campos de Turén, en el estado de Portuguesa, en las llanuras del centro-oeste del país, están plagados de maleza que para eliminarse requiere que los agricultores tengan tractores a diésel.
En las exuberantes montañas de Cubiro, en Lara, muchos productores han dejado de plantar tomates, pimientos y cebollas porque la escasez de combustible dificulta el transporte de los cultivos al mercado, dijo Luis Colmenares, uno de los pocos camioneros que quedan operando en la zona.
Algunos agricultores regalaron a vecinos cultivos de brócoli y lechuga no recolectados.
En el “Invernadero Tintorero”, de Marcos Mendoza, en Lara, las semillas de pimentón se pudren porque los clientes no tienen combustible para viajar y recogerlas.
Gran parte de los alimentos de Venezuela se importa, lo que mitiga en parte las implicaciones humanitarias de los débiles cultivos. Y dos agricultores en el área de Turén, con parcelas relativamente grandes, dijeron a Reuters que pudieron obtener suficiente combustible enviando a varios miembros de la familia a esperar en diferentes estaciones de servicio.
Hasta ahora, sin embargo, los funcionarios estadounidenses han dicho que no tienen prisa por levantar las sanciones y quieren que Maduro tome medidas concretas para celebrar elecciones libres y justas. Juan González, director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, sugirió que Venezuela está reteniendo el diesel a propósito para manipular a la opinión pública contra las sanciones.
“Lo tratan de pintar como una situación humanitaria, pero ellos guardan el diésel para el Ejército y se lo dan a Cuba, y dejan que el pueblo sufra con tal de ayudar a su argumento internacional”, dijo González al canal de televisión EVTV Miami en marzo.
El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió a una solicitud de comentarios. El Departamento del Tesoro, que aplica las sanciones, no quiso hacer comentar.
Los ministerios de Información, Agricultura y Petróleo de Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios.
DOS MESES DE ESPERA
La escasez de combustible es el último dolor de cabeza para los agricultores venezolanos, que durante más de una década han luchado por importar fertilizantes y obtener crédito debido a la hiperinflación y las consecuencias de las expropiaciones generalizadas del predecesor y mentor de Maduro, Hugo Chávez.
Maduro reconoció la escasez y el mes pasado pidió a su gobierno que mejore el suministro de combustible a los agricultores en un plazo de 60 días. Los agricultores dicen que no han notado ninguna mejora y que el sistema de racionamiento existente está plagado de falta de transparencia, lo que los deja inseguros de cuándo o dónde se supone que deben llenar.
“Tienes que adivinar. Tienes que peregrinar de estación de servicio en estación de servicio preguntando”, dijo Roberto Latini, de 58 años, quien el mes pasado perdió 50 hectáreas de frijoles que había sembrado más tarde de lo previsto por falta de diesel.
El impacto de la escasez de combustible ha suscitado preocupación entre la oposición venezolana, que ha defendido en gran medida las sanciones de Estados Unidos argumentando que son necesarias para evitar que el gobierno de Maduro robe los recursos estatales y lo presione a ir a una mesa de negociaciones.
Representantes del líder opositor Juan Guaidó, quien en 2019 fue reconocido por Washington y decenas de otros países como el líder legítimo de Venezuela con el argumento de que Maduro manipuló su reelección de 2018, han propuesto que Estados Unidos diseñe un mecanismo para permitir las importaciones de diésel al tiempo que se garantice que Maduro no usa el combustible irregularmente, dijeron dos personas familiarizadas con el asunto.
Cualquier solución puede llegar demasiado tarde para Estanislao Wawrzyniak, de 73 años, quien recibió diésel la semana pasada por primera vez en dos meses para su parcela de 60 hectáreas en Turén, que está invadida por la maleza.
“Dos meses esperando sin poder hacer nada”, dijo Wawrzyniak, mientras dos de sus nietos usaban un tubo para cargar diesel en un tanque oxidado y que era sostenido sobre pilotes en la parte trasera de una camioneta roja, desde donde sonaba música electrónica a todo volumen.
Wawrzyniak planea usar el combustible para matar las malas hierbas, y luego debe esperar varios días antes de plantar maíz. Cuando se le preguntó si tendría tiempo para plantar antes de que empezaran las lluvias, respondió: “Solamente Dios sabe”.