Un reparo a la memoria del insigne Primo de Rivera

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Pocos han sido los personajes de la historia que han aportado tanto a la grandeza de su país, pero aún menos han sido los héroes que, a pesar de estos extraordinarios logros, han sido tan pisoteados, vilipendiados y olvidados por la historia como el insigne José Antonio Primo de Rivera.

Por Iván Lozada

Primo de Rivera fue el fundador de la Falange Española, movimiento nacionalista cuya misión era alcanzar la grandeza de España a través de la unidad y la identidad cultural, destacando la puesta en práctica de los valores cristianos. El catolicismo fue el pilar fundamental de la vida de José Antonio Primo de Rivera, pero ante un régimen que había asesinado a 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 monjas, creer en Dios era un crimen que debía castigarse con la muerte.

Fiel a sus principios, sus últimas palabras antes de ser fusilado por los comunistas que gobernaban España fueron: «ojalá fuera mía la última gota de sangre vertida entre españoles». Veintitrés años más tarde, y tras el agravio de haber sido arrojado a una fosa común, los restos de José Antonio fueron trasladados, como correspondía, al Valle de los Caídos, donde debería reposar eternamente, como todos los mártires que derramaron su sangre por el ideal de una España unida.

Casi 90 años después de su muerte, su memoria vuelve a ser ultrajada, esta vez por los comunistas modernos y encubiertos, liderados por Pedro Sánchez, quienes han decidido interrumpir el merecido descanso de este ilustre mártir, tratándolo como a un vulgar delincuente y, en la práctica, lanzándolo nuevamente a una fosa común.

Este deplorable hecho nos lleva a cuestionar firmemente el papel de Pedro Sánchez en la polarización y el debilitamiento de la sociedad española. Siguiendo el guión comunista, las acciones de Sánchez buscan principalmente dividir y provocar conflictos, poniendo en peligro la estabilidad y el progreso del país, incluso si ello implica mancillar la memoria de sus héroes.

Pedro Sánchez está llevando a España hacia la ruina y la destrucción. Es imperativo que la sociedad española despierte y tome medidas urgentes. Se requiere un llamado a la acción para que ciudadanos y líderes políticos enfrenten de manera valiente y decidida la situación actual, buscando una solución que permita a España superar las dificultades y avanzar hacia un futuro de convivencia y prosperidad. La historia debe servir como advertencia de los peligros que conlleva ceder ante el enfrentamiento y la división, y nos recuerda la importancia de la unidad y la colaboración para el bienestar de la nación.