Venezolanos convirtieron a Colombia en el tercer país del mundo que más recibe migrantes

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El fenómeno de migración venezolana que comenzó su escalada en el año 2015, ha producido un impacto en distintos sectores sociales de la población colombiana que no estaba preparada para la transformación que traería una de las mayores crisis migratorias a nivel mundial y la más significativa de América Latina y el Caribe. 

Según la Plataforma Interagencial R4V, coordinada por Acnur y OIM, este fenómeno en el mundo alcanzó en marzo de 2023 la cifra de 7.239.957 migrantes, siendo Colombia el país que ha recibido el mayor flujo, con cerca del 2.48 millones, de acuerdo a Migración Colombia.

A partir de esto, han sido muchos los estudios que se han hecho del tema. La mayoría muestra cómo el proceso migratorio se ha trasformado y la manera como esos cambios han incidido de manera significativa en el desarrollo de sus ciudades de acogida. 

A la par de estas realidades, está la percepción ciudadana ante la migración y cómo los colombianos han medido el impacto de un fenómeno que emergió en medio de una crisis humanitaria de gran escala que tuvo particular incidencia en la zona de frontera.

Los resultados de la más reciente encuesta de percepción ciudadana del programa ‘Cúcuta Cómo Vamos’ que lideran la Universidad Libre, Cámara de Comercio y el diario La Opinión, de mostraron, por ejemplo, que el 66,24% de los ciudadanos encuestados tiene una percepción negativa de la migración que llegó desde Venezuela, frente al 14,69% que considera que ha sido positiva o muy positiva para la ciudad.

Frontera

En ese sentido, el mayor sentimiento de desaprobación provino de las comunas 3 y 4 que corresponden a la zona de frontera, donde el 68,76% de los encuestados consideraron que las consecuencias han sido negativas, frente a 16,65% que opinó todo lo contrario. 

Migración

Respecto al nivel socioeconómico de los encuestados, los estratos bajos tienen la peor percepción. Un 49,9% cree que ha sido “muy negativa” y 19,02% la cataloga como negativa. El 14,6% considera que ha sido positiva o “muy positiva” y 17,14% se mantiene neutral ante la idea.

En cuanto al sexo de quienes respondieron al sondeo de opinión que se realizó con 1.278 encuestados en Cúcuta, fueron las mujeres las que tienen peor percepción del fenómeno de movilidad humana, en relación a lo que consideran los hombres. 

Lo mismo se reflejó en los encuestados que superan los 56 años de edad que tuvieron la opinión más negativa, aunque en la medida en que la edad era menor, aumentaba la idea de que la migración venezolana ha sido positiva, lo que indica que los jóvenes se han mostrado más optimistas ante llegada de los venezolanos.  

Aporofobia 

Mario Zambrano, coordinador de ‘Cúcuta Cómo Vamos’,  ha sido claro en el contexto global sobre el tema de migración cómo estos procesos han favorecido el crecimiento y desarrollo económico de los países y las regiones.

En el caso de Colombia, considera que el fenómeno se dio en un contexto político y social determinado que creó un sentimiento de rechazo al movimiento de izquierda, representado en ese momento por la figura del presidente venezolano, Nicolás Maduro.    

A su juicio, lo que se hizo frente a la migración fue una instrumentalización de algunos sectores políticos para sacar un crédito frente al proceso que vivía Venezuela, un discurso promovido por actores que desde Colombia, movieron la indignación colectiva frente a lo que estaba sucediendo.  

Contrario a lo que ha ocurrido con otros fenómenos migratorios en el mundo, a la visión que se tenía de Venezuela, se le añadió una carga moral, política y social que determinó en gran medida la percepción ciudadana frente a las personas provenientes del vecino país, dijo. 

“La población que migró lo hizo en distintas etapas y también era una población distinta con características socioeconómicas muy diferentes, pero en base a esa carga moral, social y política se construyó una narrativa que no fue lo suficientemente justa”, opinó. 

Zambrano cree que en la ciudad se hizo una representación del otro, que de alguna manera lo deshumanizó y que fue visto como una amenaza sobre todo en una ciudad como Cúcuta que ha tenido que llevar la carga de su propia desgracia humanitaria que ha dejado el conflicto armado, el desplazamiento forzado, la tasa de desempleo y la informalidad.

Para el coordinador de Cúcuta Cómo Vamos, más que un tema de xenofobia, en la ciudad se construyó una especie de aporofobia que era el rechazo y aversión hacia el pobre o desamparado. “Se construyeron discursos muy negativos frente a la mujer, sobre todo”, dijo.  

Una ciudad intermedia

Para Ronald Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, el fenómeno de movilidad humana proveniente de Venezuela ha impactado de manera diferente en las distintas ciudades de Colombia, no siendo Cúcuta la excepción. 

“Según los últimos datos de Migración Colombia a corte de octubre del año pasado, en esta ciudad  ya representa el 27,51% de la población y esto quiere decir que Cúcuta enfrenta un reto mayor que incluso países enteros por su dimensión con respecto a su territorio”, señaló.

Considera son muchas los aspectos positivos que trajo la migración a la frontera y que se ha reflejado en la transformación que ha sufrido Cúcuta en los últimos diez años, como el hecho de haber alcanzado el escalafón de ciudad intermedia. “Eso fue gracias a la migración porque hoy con los migrantes venezolanos se superó el millón de habitantes”, dijo.

También cree que la ciudadanía aún no es consciente del crecimiento económico que ha traído la migración en diferentes sectores y servicios como lo ha sido la hotelería, el turismo y en el área gastronómica. “Hoy, Cúcuta es la principal ciudad de la zona de frontera y eso nadie lo ha notado”, añadió.

Para el investigador, la manera de transformar la percepción que tienen los cucuteños acerca de los migrantes, tiene que ir de la mano de los procesos de integración en los que se ha perdido terreno con el gobierno de turno, pero que demanda una atención oportuna del tema de educación para la migración, para enseñar desde las escuelas las bondades del fenómeno migratorio en la región y las consecuencias que traerá para la sociedad, incluso a largo plazo.

Cree que el proceso forma parte de una curva de aprendizaje en la que debe haber voluntad desde el sector público porque, en general, las cuotas políticas en los mandos medios que se ocupan en la actualidad, se están llenando con personas que no tiene ninguna idea de migración. 

Proyectos económicos

Albin Rosales, sociólogo venezolano y coach ontológico radicado en Bogotá, sostiene que los movimientos migratorios siempre son positivos para los países que los reciben.

En el caso venezolano, cree que el rechazo ha sido, más a que al extranjero, a su condición de pobreza, tomando en cuenta que las personas que partieron desde Venezuela lo hicieron sin recursos y en busca de mejores condiciones de vida.  

Sin embargo, aclara que la pobreza en términos de no disponer de dinero, no significa que la migración no haya traído otros valores como el talento humano, creatividad, el emprendimientos y una cultura diversa, a pesar de que ambos países comparten mucho de su idiosincrasia por ser naciones hermanas.  

A su modo de ver, una de las mayores debilidades que trajo la migración venezolana a la frontera fue la necesidad de las personas de emplearse en un marco de no regularidad, lo que los condujo a buscar el camino de la informalidad como sustento de vida.

En ese sentido considera que para buscar cambiar la percepción no favorable, en necesario fomentar proyectos de carácter económico que les permitan a los migrantes empoderarse. “Cuando yo genero proyectos, genero política de desarrollo”, opinó.
 

Migración venezolana: entre fortalezas y oportunidades
Músicos y maestros

Raúl López Sayago, rector de la universidad Pedagógica Experimental Libertador (Upel), institución de educación superior pública dedicada a formar docentes en Venezuela, sostiene que la crisis migratoria venezolana, cuando comenzó, tuvo una connotación política, económica y social que derivó en una crisis migratoria compleja.

Explicó que así como salieron de Venezuela muchos profesionales de altísimo nivel que podían aportar a cualquier sociedad, llegaron personas que no tenían muchas ganas de trabajar.

Para Sayago, esa última ola migratoria le generó muchos problemas a los países vecinos y dejó mal a los venezolanos frente a esas poblaciones, como ha ocurrido en Cúcuta, aunque esa no es, de ninguna manera, la cultura del venezolano.  “El venezolano por naturaleza es trabajador, es decente, es educado y le gusta tener una buena interacción social con sus semejantes, eso siempre nos caracterizó”.

Para el rector, aunque la ciudadanía no ha podido medir el impacto positivo que ha tenido la migración venezolana, hay muchos docentes universitarios que llegaron a Cúcuta y se quedaron, lo mismo que músicos académicos que con su formación brindan a la región lo mejor de sus talentos. “Hay cosas muy positivas que creo que van por encima de lo negativo”.

En su opinión, Colombia tendría que “calificar la migración” para utilizarla a favor, esto quiere decir, aunar esfuerzos en clasificar esa población para, de una manera controlada, utilizarla en pro de su desarrollo interno, según los valores de la clase profesional y trabajadora.