Venezuela parece hundirse lentamente, sin encontrar alternativas que le permitan salir de la catastrófica situación en que se encuentra. Una situación caracterizada por la deriva dictatorial del régimen de Nicolás Maduro y su probada incapacidad para el manejo de los asuntos públicos, que ha generado hiperinflación, destrucción de los servicios básicos, escasez de combustible, alimentos, medicinas, e incremento del índice delictivo, por solo mencionar algunos aspectos fundamentales.
Silvia Cabrera/ DW
En este contexto, el próximo 6 de diciembre el Consejo Nacional Electoral subordinado a Maduro va a realizar unas elecciones parlamentarias que ningún gobierno decente reconoce, y cuyo objetivo declarado es acabar con el gobierno de Juan Guaidó. Con la mayoría de los partidos de oposición ilegalizados o secuestrados, con sus líderes en el exilio, presos y actuando bajo presión en Venezuela, la oposición democrática no participará en estas elecciones por considerarlas un fraude. Sin embargo, hay quienes argumentan que dejar el camino libre a Maduro no es la mejor alternativa.
Lo cierto es que el mandato de Juan Guaidó procede de la legitimidad de esa Asamblea Nacional electa en 2015, y que previsiblemente se atribuirá el régimen de Maduro en diciembre. Por esto, la pregunta que flota en el atribulado paisaje venezolano es qué ocurrirá a partir del 7 de diciembre con el gobierno de Guaidó. Y, en consecuencia, cómo superará la muy golpeada oposición venezolana este trance.
Lo primero que ha hecho la oposición es convocar una consulta popular como alternativa a las elecciones parlamentarias. Una jugada para dotar de legitimidad a la Asamblea Nacional que será descabezada oficialmente el 6 de enero, cuando acabe su mandato constitucional y Maduro coloque sus fichas en el interior del capitolio.
Leopoldo López, el líder del partido Voluntad Popular, del que procede Guaidó, se ha adelantado al afirmar que: «al no haber una elección, sino un fraude, no hay una sustitución legítima de esa Asamblea y, como no puede haber un vacío, lo que se plantea y lo que va a ocurrir es la continuidad institucional de esa Asamblea elegida en 2015 hasta que haya unas elecciones legítimas”. López también ha dicho que no se plantea un gobierno en el exilio, por lo que Guaidó permanecerá en Venezuela como hasta ahora, sin el control real de las instituciones, pero con el apoyo y el reconocimiento internacional.
De esta forma, resistir será la estrategia de Guaidó y de la oposición venezolana. Aunque tampoco está claro si este gobierno paralelo de la oposición seguirá siendo presidido por Guaidó, o si los partidos que poseen actualmente mayoría en el parlamento nombrarán a algún otro diputado para asumir este trabajo de minero que nadie quiere.
Para completar el cuadro, el gran aliado de la oposición venezolana, los Estados Unidos, estrenará presidente el próximo 20 de enero. Con pocos resultados, Trump apoyó la causa de la democracia en Venezuela. En sus presentaciones públicas, Biden también señaló la importancia de atender la compleja situación venezolana. Pero aún es temprano para saber cuál será la agenda del nuevo gobierno demócrata para América Latina y, más específicamente, cuál será su política hacia Venezuela.
Mientras tanto, en Caracas y el resto de América Latina, la mayoría desea un mayor compromiso para poner freno a la nueva dictadura de América. Pues de no lograrse en el corto plazo resultados efectivos, de no hallar una luz al final del túnel, es seguro que una vez comiencen a abrirse las fronteras, cerradas hoy por la pandemia, comenzarán también a activarse los flujos migratorios que están llevando a los venezolanos a saturar las ciudades del continente, con todas las consecuencias que esto tiene.