2024, el año de la concertación ciudadana

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La falta de interés puede ser superada por el entusiasmo, y el entusiasmo solo puede despertarse por dos cosas: primero, un ideal que la imaginación tome por asalto, y segundo, un plan inteligible para llevar a cabo ese ideal. Esto es lo que afirmó Arnold J. Toynbee.

La elección de Hugo Chávez en 1998 marcó un hito peligroso para la democracia venezolana. El pueblo soberano, manipulado por las oligarquías de ese momento, eligió a alguien que no era ni sería un demócrata ni un estadista. Este error tuvo consecuencias graves y criminales. Todos, en mayor o menor medida, somos responsables de este desastre.

¿Era realmente Chávez la mejor opción para el electorado? Max Weber diría que su carisma y su posición militar jugaron un papel importante en la conciencia colectiva, especialmente en un contexto político antipolítico. Sin embargo, hemos pagado un alto costo por esta elección. Trajimos a un militar corrupto e ignorante que, rodeado de aduladores, llevó al país a la descomposición y destrucción, impidiendo aprovechar la mejor oportunidad en la historia de Venezuela.

Chávez socavó la institucionalidad y destruyó la república. Sembró la semilla del odio y promovió la mediocridad, la ineptitud y el desconocimiento de la soberanía. Su sucesor, Maduro, lidera ahora un régimen lleno de resentimiento y falta de moralidad.

En 2024, el pueblo venezolano tendrá la oportunidad de ajustar cuentas y castigar a los responsables de la destrucción del país. También podrán pasar la página de la historia reciente, llena de frustración y postración, que dividió a las familias y obligó a muchos a huir del infierno nacional.

Este pueblo que ha sufrido el infortunio, la degradación y la desesperanza puede y debe convertirse en el protagonista del cambio más importante de su historia contemporánea. Pero para lograrlo, debe unificar sus voluntades alrededor del líder escogido en las primarias.

La ingeniero Machado, quien ha emprendido la lucha por la liberación, debe asumir tres estrategias clave. En primer lugar, debe comprender la naturaleza del enemigo: el Estado-PSUV y su poder pragmático, cínico e irresponsable. En segundo lugar, debe utilizar los lazos familiares y la sociedad civil para unificar a la oposición más grande que Venezuela haya visto. Y por último, debe tejer un consenso entre los diversos grupos que conforman la oposición.

La tarea es concertar. Reunir a los indignados, a los desesperados, a los que han sufrido en silencio y a los que se han marchado del país. La ingeniero Machado debe convertirse en una hilandera que teje la esperanza para todos aquellos que la necesitan. Debe enfrentar desafíos personales y colectivos.

En este contexto, recordamos el poema «La Hilandera» de Andrés Eloy Blanco, que expresa la lucha de un hombre cansado y desesperanzado, y la respuesta de la hilandera que a través de su tejido de esperanza le devuelve la visión y el amor por la vida.

La situación en Venezuela es crítica, pero la esperanza y la voluntad de cambio están presentes. Es responsabilidad de todos unirnos y luchar por un futuro mejor.

Y viene a mi espíritu Andrés Eloy Blanco y su magnífico poema “La Hilandera”, que perdonen si me extiendo, pero me tocó al leerlo hondo el alma.

“Dijo el hombre a la Hilandera,

a la puerta de su casa,

Hilandera, estoy cansado….

dejé la piel en las zarzas,

tengo sangradas las manos,

tengo sangradas las plantas,

en cada piedra caliente

dejé un retazo del alma,

tengo hambre, tengo fiebre,

tengo sed…, la vida es mala…

y contestó la Hilandera:

—Pasa.

Dijo el hombre a la Hilandera

en el patio de su casa:

—Hilandera estoy cansado,

tengo sed, la vida es mala;

ya no me queda una senda

donde no encuentre una zarza.

Hila una venda, Hilandera,

hila una venda tan larga

que no te quede más lino;

ponme la venda en la cara,

cúbreme tanto los ojos

que ya no pueda ver nada,

que no se vea en la noche

ni un rayo de vida mala.

Y contestó la Hilandera:

—Aguarda.

Hiló tanto la Hilandera

que las manos le sangraban.

Y se pintaba de sangre

la larga venda que hilaba.

Ya no le quedó más lino

y la venda roja y blanca

puso en los ojos del hombre,

que ya no pudo ver nada…

Pero, después de unos días,

el hombre le preguntaba:

—¿Dónde te fuiste, Hilandera,

que ni siquiera me hablas?

¿Qué hacías en estos días,

qué hacías y dónde estabas?

Y contestó la Hilandera:

—Hilaba.

Y un día vio la Hilandera

que el hombre ciego lloraba;

ya estaba la espesa venda

atravesada de lágrimas,

una gota cristalina

de cada ojo manaba.

Y el hombre dijo:

—Hilandera,

¡te estoy mirando a la cara!

¡Qué bien se ve todo el mundo

por el cristal de las lágrimas!

Los caminos están frescos,

los campos verdes de agua;

hay un iris en las cosas,

que me las llena de gracia.

La vida es buena, Hilandera,

la vida no tiene zarzas;

¡quítame la larga venda

que me pusiste en la cara!

Y ella le quitó la venda

y la Hilandera lloraba

y se estuvieron mirando

por el cristal de las lágrimas

y el amor, entre sus ojos,

hilaba…”

nchittylaroche@hotmail.com

@nelson-chitty