La situación de los servicios públicos en Venezuela se encuentra en un estado desolador. Yusmary, Isora y Rodrigo son solo algunos ejemplos de cómo la ineficiencia y la escasez de recursos han llevado a una especie de privatización de los servicios básicos en el país. Uno de los problemas más acuciantes es la escasez de agua. Yusmary, madre de dos niños, destina la mitad de su salario a comprar agua embotellada para consumo y cocina, ya que el suministro de agua potable es irregular y de mala calidad. Pero en las zonas más pobres la situación es aún peor, ya que la falta de agua puede prolongarse durante meses. En estas comunidades, la gente se ve forzada a recurrir a camiones cisterna que cobran precios exorbitantes por el suministro de agua.
El gas también escasea y se ha convertido en un bien preciado. Isora, una jubilada de bajos ingresos, se ve obligada a comprar gas en el mercado negro, sacrificando la compra de medicamentos para poder cocinar. Solo el 17% de la población tiene acceso al gas por tubería, lo que implica que el resto dependa de fuentes alternativas y costosas.
Los apagones son otra pesadilla para los venezolanos. Rodrigo, un comerciante, ha invertido en plantas eléctricas para asegurar el suministro de energía en su hogar y negocio. Sin embargo, el mantenimiento de estas plantas es costoso y depende de la disponibilidad de gasolina, otro recurso escaso en el país.
La situación empeora aún más en los ámbitos de la educación y la salud. La falta de agua en las escuelas y la escasez de profesores han llevado a la reducción de días de clases y al abandono de la educación pública. En cuanto a la salud, la falta de recursos y la falta de mantenimiento han dejado a los hospitales en condiciones precarias.
El gobierno de Nicolás Maduro ha intentado abordar estos problemas a través de programas como el 1×10 del Buen Gobierno, pero las medidas han sido insuficientes y la crisis se ha agravado debido a la falta de inversión y la corrupción.
En resumen, la privatización informal y caótica de los servicios públicos en Venezuela ha dejado a la población en una situación desesperada, teniendo que destinar gran parte de sus ingresos a cubrir las deficiencias del Estado. La escasez de agua, gas, electricidad, educación y salud son solo algunas de las consecuencias de esta crisis que afecta a millones de venezolanos.