El miedo y el crimen

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Tanto la oposición como el gobierno, y hasta María Corina Machado misma, han debido quedar desconcertados, boquiabiertos, con la respuesta que dio el electorado nacional -hasta entonces aletargado- al llamado de la primaria. Es difícil encontrar otro resultado tan aplastante en cualquier latitud como el que se dio, noventa y tantos por viento para Machado y una votación mayúscula para una elección de ese tipo. Todos tuvieron que respirar hondo y meditar para poder sacar conclusiones.

El Nacional

Darse cuenta de que la oposición había despertado de años de somnolencia política y que tenía no un ganador sino un líder como no había visto en este trágico y oscuro cuarto de siglo de tiranía, es asunto de contentarse y mucho. La dictadura sintió todo lo contrario, que no le basta el escaso pedazo de pueblo con  el cual hacer elecciones sucias y pobres aquelarres periódicos. Le queda poco apoyo popular. La miseria y el sufrimiento de las mayorías alcanzaron sus límites.

Otro camino había que emprender, unos y otros. En el medio estaba un diálogo muy reciente, en que los americanos atenuaban sus sanciones económicas al régimen y exigían honestidad en el camino hacia unas elecciones el año próximo. Uno se preparó para una victoria, de una manera u otra, sorteando las trampas y acosos en cada esquina del gobierno.

Los otros, el crimen, motivado por el miedo, que no había otra manera de detener la caída y la penitencia ahora cantadas en esas millones de voces. Como siempre lo hizo de la manera más burda y  tramposa, producto del miedo y la ira. Usar a su TSJ y antes su Fiscalía para tratar de borrar lo que era ya una inquebrantable y resplandeciente realidad. Y construyó un esperpento legal que poco servirá, solo para atropellar y vejar.

Intentó burlar el tratado de Barbados, lo que podría pagar en gruesas especies si sigue por esa senda. Deberá elegir entre refugiarse en el seno de las poderosas tiranías –Rusia, China, Irán- y sus secuaces, a las que bastante ha reiterado su entrega, o continuar en la mesa de negociación y avanzar en la línea de lo pactado en Barbados. Y someterse, por tanto, al riesgo de una elección competida. ¿Qué pedirá a cambio?