Las encrucijadas de la historia, cuando la rabia se expresa

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“Tiempo feliz cuando se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”

Mariano Moreno 

La historia es un camino cíclico de avances y retrocesos, de «corsi e ricorsi» (Vico, 1954), ya que no se puede interpretar como una sucesión lineal de eventos aleatorios, sino como una espiral que tiende a repetirse en los extremos. En este «transcurrir sinuoso y circular» (Vico, 1954), las sociedades pueden enfrentarse a encrucijadas donde no hay un camino claro, y las emociones, los instintos y el hastío se convierten en factores determinantes, lo que lleva a la fractura del contrato social y la pérdida de confianza. Como dijo Stiglitz (2007), «cuando se rompe el contrato social, la sociedad se sumerge en la incertidumbre y la desesperanza, abriendo el camino para que cualquier cosa pueda suceder».

América Latina ha sido marcada por la presencia del ominoso Foro de Sao Paulo y sus malintencionados intentos de revivir la rabia como una fuerza visible; la venganza y el resentimiento del socialismo, convertido en horror, cleptocracia, abuso de la dignidad y ejercicio del poder estatal sobre los ciudadanos. Esta abyecta doctrina socialista se traiciona a sí misma, viola sus propios principios de justicia y equidad, pervierte las instituciones en aras de aferrarse al poder, traicionando así a los pobres y a los trabajadores a los que supuestamente representa, reduciéndolos a un trato indigno e inhumano. En otras palabras, les da la pócima de Circe para que toda la sociedad se hunda en los pantanos del inconsciente, desde donde el socialismo puede dominar, destruir, humillar y alimentar la aporofobia. Esto es un camino recorrido y un objetivo alcanzado.

El loco': libertario Milei jaquea status quo político argentino

Argentina vivió la terrible década de los K, el reinado del gobernador de la provincia de Santa Cruz, apodado «el pingüino». Fue una figura difícil de manejar para el presidente interino Eduardo Duhalde, y la rebeldía de Néstor Kirchner no provenía de la herencia del Martín Fierro de José Hernández, sino de su astuta esposa, Cristina Fernández de Kirchner, quien lo sucedió en el poder. Bajo la influencia del peronismo justicialista, la década de los K dejó una marca indeleble en toda Argentina y fue el resultado esperado de la salida en helicóptero de la Casa Rosada, con un ex presidente destituido y asustado a bordo. La salida del poder del ex presidente Fernando de la Rúa, tras los violentos sucesos provocados por una crisis económica e institucional, fue el catalizador para la llegada de los K a la historia de Argentina. Los helicópteros llevando a ex presidentes desde la Casa Rosada son un mal augurio para la sociedad argentina, como lo fue en el pasado con Isabel Perón, exiliada en un helicóptero, y la llegada de los militares al poder en uno de los períodos más oscuros del país. Argentina es voluble y visceral en su comportamiento, puede pasar del amor al odio en un abrir y cerrar de ojos. Un día gritan «argentinos somos todos» durante el conflicto con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, y al mes siguiente están incendiando la Casa Rosada, donde se ejercía un horror dictatorial. Los K son una página oscura en la historia de Argentina, pero su paso por el poder y su populismo y clientelismo político han dejado una cicatriz dolorosa en una sociedad afectada por la inestabilidad política y económica.

En medio de este caos surge Javier Milei, un personaje de la «modernidad líquida» de Bauman, que abandonó su carrera como profesor de economía y, a través de discursos transmitidos en redes sociales, denunció todo lo que estaba mal durante el regreso de Cristina Fernández de Kirchner. Sus discursos eran provocativos, políticamente incorrectos pero llenos de verdades irrefutables. Fue atacado repetidamente, ridiculizado y sometido a escarnio público, una táctica bien conocida por los palangristas del socialismo. Sin embargo, este fenómeno llegó al poder y representa un punto de inflexión en la política de Argentina, basado en ideas de liberalismo y anarcocapitalismo. Sus propuestas serán difíciles de implementar, ya que requieren un fuerte respaldo institucional para lograr cambios tan profundos en la sociedad argentina.

Javier Milei, un economista y profesor universitario, minarquista y creyente del liberalismo y el anarcocapitalismo, es una figura política destacada en este continente convulso. Desde el principio, Caracas ha respondido con descalificaciones, y este personaje desafió públicamente a Maduro a un debate, algo que nunca sucederá, ya que hemos visto cómo el presidente electo de Argentina dejó en evidencia las deficiencias intelectuales de sus oponentes. Sin embargo, la posibilidad de que el ministro de Economía del gobierno actual, Sergio Massa, ganara las elecciones representaba una contradicción para un país como Argentina. Massa es el responsable de la alta inflación en el país. En una segunda vuelta, Javier Milei se mostró más moderado y obtuvo una clara victoria. La clase política, un término muy utilizado por el presidente electo, tiene razones para estar asustada. La victoria de Milei es una respuesta contundente a la actitud arrogante de Cristina Fernández. Si tienen motivos para temer, es porque se les ha acabado el poder como fuente de ganancias personales, se han acabado los privilegios y el saqueo del erario público.

Los riesgos de Javier Milei

Sin embargo, para muchos venezolanos que ven esta victoria como una posible luz de esperanza, debo aclarar que Argentina no ha experimentado un cambio institucional tan regresivo como el de Venezuela. Nosotros estamos atrapados en el poder de una mafia capaz de cualquier atrocidad, como suspender los resultados electorales cuando no les convienen o cuando los ganadores no se someten a sus vicios. Volviendo a Argentina, la «modernidad líquida» ha etiquetado a Milei como un peluca y un panelista ruidoso, un león en el sentido de animalizar la acción humana. Esta pobreza en el lenguaje despersonaliza las formas de calificar, pero el presidente electo es visto como un león, un outsider de la política, el resultado del hastío de los votantes argentinos.

Esperamos que Argentina encuentre la estabilidad que tanto necesita. No podemos ignorar la compleja antropología política de este país de pasiones viscerales. Un país que tendrá que adaptarse a un presidente surgido de la «modernidad líquida» de Bauman. Esperamos que prime la razón y que no haya más retrocesos políticos en las ya golpeadas instituciones del país. Nosotros, desde Venezuela, observamos estos cambios desde un secuestro colectivo. En nuestro país, la democracia no existe, y aquellos que detentan el poder nunca reconocerán que son repudiados por la mayoría. Ellos tienen la fuerza y la convicción absoluta de actuar violentamente contra cualquiera que se atreva a desafiarlos.

Los resultados en Argentina reflejan una sociedad cansada, hastiada y maltratada por el statu quo. Esperamos que se logren los acuerdos de gobernabilidad deseados, pero nunca debemos perdonar ni olvidar los actos de corrupción cometidos en ese país. Los culpables deben pagar por sus crímenes, y la justicia debe ser el «equilibrio del cuerpo social» (Jhon, 2012).

Referencias:

Bauman, Z. (2000). Modernidad Líquida. México: Fondo de la Cultura Económica.

Jhon, R. (2012). Teoría de la justicia. México: Fondo de la Cultura Económica.

Stiglitz, J. (2007). El precio de la desigualdad. México: Taurus.

Vico, G. (1954). Principio de una ciencia nueva sobre la naturaleza común de las naciones. Madrid: Aguilar.

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