Este lunes marca el reinicio del curso escolar 2023-2024 en todo el país después de las vacaciones de diciembre y Año Nuevo. Sin embargo, lo que debería ser un momento de alegría y esperanza para las familias venezolanas al ver a sus hijos regresar a las aulas, se ha convertido en una fuente de angustia diaria.
Aunque aún no se ha publicado la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi 2023), que elabora anualmente la Universidad Católica Andrés Bello debido a la falta de estadísticas oficiales en el país, los datos del 2022 revelaron que más de un millón y medio de niños y adolescentes están fuera del sistema educativo. Esta cifra ha disminuido constantemente desde el 2014, especialmente en la educación pública, que es la de mayor alcance a nivel nacional.
El profesor Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB, ha presentado cifras alarmantes sobre la realidad educativa del país. Según él, más de 100.000 educadores han abandonado la profesión debido a los bajos salarios, y aquellos que permanecen tienen que buscar trabajos adicionales para complementar sus ingresos. Además, el 60% de los niños solo tienen clases dos días a la semana, el 44% de las escuelas están en malas condiciones físicas, el 72,2% no tiene acceso a Internet, el 48% carece de servicios sanitarios y el 46% tiene graves problemas con la electricidad y el agua.
La Encovi también destaca que la educación inicial no es una prioridad, ya que casi la mitad de la población de 3 a 5 años queda excluida de los beneficios de la educación inicial y no existen políticas públicas sólidas que fomenten la retención y reincorporación escolar a través de refuerzos pedagógicos, alimentación y transporte.
Un comunicado reciente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM) denuncia la dramática situación del sistema educativo y de los trabajadores de la educación para este año 2024. Durante el año pasado, se llevaron a cabo más de 3.000 protestas exigiendo salarios justos y condiciones de trabajo dignas. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la FVM, el salario promedio de un docente equivale a 21,5 dólares (798 bolívares), lo que significa que se necesitarían 24,2 salarios promedio para cubrir el costo de la canasta alimentaria familiar.
Los educadores están exigiendo aumentos salariales y el pago de beneficios contractuales que han sido ignorados. Además, señalan que un gran porcentaje de los centros educativos se encuentran en condiciones deplorables, sin recursos pedagógicos y con escasez de personal, lo que ha provocado una alarmante deserción tanto de docentes como de estudiantes.
La FVM advierte que este año podría haber aún más conflictos si el gobierno no toma medidas concretas para mejorar las condiciones salariales, de vida y de trabajo de los educadores. Entonces, ¿será posible que el gobierno demuestre verdadera voluntad y responsabilidad o la sociedad deberá buscar soluciones más allá de un Estado en quiebra?
En un artículo citado, el padre Ugalde propone reemplazar la abundante renta petrolera en la educación con la productividad creciente de millones de venezolanos, quienes necesitan una educación y capacitación adaptada y funcional para sacar al país de la ruina y la pobreza productiva en la que se encuentra. Este desafío requiere una Alianza Educativa entre las familias, los educadores y las empresas, junto con un Estado redefinido y orientado por la sociedad.