Al estilo “Tío Sam” de los Estados Unidos, el chavismo en Venezuela nos dice directamente “¡Te quiero Pobre!”, es incesante su actitud limitante ante las capacidades de los habitantes de este país, ante la relación de “premio” producto del trabajo propio, trabajo personal.
Los “anuncios salariales” (que no fuero tales) recién realizados por el régimen corresponde a la política sostenida de empobrecimiento y esclavización moderna, nada de lo anunciado redunda retribuciones socioeconómicas, al contrario, aleja a los venezolanos de sus aspiraciones en materia de prestaciones, aguinaldos, vacaciones, ahorro. Tras el anuncio de Maduro solo aseguramos una relación caótica de dependencia, de sobrevivencia para con el Estado.
Las políticas sociales verdaderas tienen como epicentro coadyuvar a sus beneficiarios a superar condiciones de vulnerabilidad, bien sea económicas, de salud, educativas, entre otras. Este tipo de ayuda, salvo a personas con discapacidades físicas/mentales permanentes o la tercera edad, quienes merecen todos los beneficios posibles, no pueden ser perennes en quienes poseen condiciones de productividad, pues en los resultados se encuentra el éxito, es decir, hacer que el beneficiario no necesite más de estas políticas y se independice de ellas, es el objetivo.
Las mal llamadas “políticas sociales” del régimen chavista, desde sus inicios, buscan crear dependencia total y absoluta para con el Estado, bajo la anacrónica visión “colectiva” imposibilitan el crecimiento personal y familiar, base del crecimiento de una nación. Desde cooperativas, círculos Bolivarianos, consejos comunales y demás estructura del leonino Estado comunal, se supedita el crecimiento/desarrollo de las personas, solo se prioriza lo colectivo, lo cual está muy mal.
Los intereses colectivos no pueden estar por encima de los intereses personales, de hecho, los derechos universales son universales porque afectan a cada individuo. Cuando se castra o cercenan derechos individuales se coarta todo tipo de crecimiento humano. Lo correcto es permitir ambas realidades, ambos crecimientos, sin que ninguno surja afectado negativamente, priorizar uno por encima del otro trae nefastas consecuencias.
Lo propio observamos en el ámbito bancario, el encaje legal imposibilita el desarrollo de empresas y comercios, los créditos bancarios son la base fundamental del tejido económico de un país, sin ellos solo quienes tienen acceso a los fondos públicos pueden surgir, es justamente lo que ocurre con el modelo castrista impuesto en Venezuela, un modelo de élites, excluyente, generador de pobreza.
¡Importante! ¿Qué puede hacer pensar que el régimen permitirá una elección competitiva si ello implicaría su derrota? ¿Por qué hacerlo ahora que se ha librado de sanciones si cuando en su peor momento más se aferraron al poder a través de una oposición destemplada e inepta? La respuesta es muy obvia ¡El candidato del chavismo será Maduro!, con el mismo proyecto país, anhelando replicar el modelo chino de comunismo político y economía de mercado, al menos, una que ofrezca garantías suficientes a los internacionales. Durante sus primeros 10 años, Maduro gobernó a través de la violencia institucionalizada. Desde hace poco, la estrategia se abrió camino aprovechando la necesidad occidental de nuestra energía, una oposición prepagada en más del 90% y una población obligada a velar solo por su realidad personal/familiar. Todos los escenarios de hoy favorecen al chavismo, no tiene amenazas reales, no hay una oposición capaz de imponer agenda.