La “furia bolivariana” apunta contra las elecciones libres

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El miedo a elecciones competitivas, equilibradas e inclusivas es evidente en el régimen. Cada vez que se acerca una consulta que amenaza la permanencia de la élite en el poder, los líderes recurren a una estrategia basada en la exageración de mentiras, amenazas e intimidación, y represión desenfrenada. Este patrón de comportamiento se repite una y otra vez.

Durante estos períodos, es común escuchar acerca de planes desestabilizadores promovidos por la oposición, así como magnicidios perpetrados por terroristas o sicarios contratados por los enemigos del gobierno. A medida que la oposición crece, los bulos se vuelven más extravagantes y fantásticos, permitiendo al gobierno instigar a los aparatos represivos a estar «alerta» y hostigar a aquellos que trabajan a favor de la oposición.

Recientemente, se ha creado una farsa en la que participan el gobierno, el fiscal general y el ministro de Defensa, con el objetivo de «desenmascarar y enfrentar» los planes «subversivos» de los enemigos de la patria. De esta situación surge la «furia bolivariana», una forma siniestra de decir que Nicolás Maduro y su gente están dispuestos a aplastar a cualquiera que se les oponga.

La «furia bolivariana» es la última fórmula concebida para amenazar y reprimir a los adversarios. Ya no se andan con rodeos. Los Acuerdos de Barbados generaron la esperanza de elecciones libres en Venezuela, sin inhabilitaciones y con la participación de todos los candidatos sin coacción. El éxito de las primarias y el liderazgo real de María Corina Machado han convencido a Maduro de que fue un error firmar ese pacto. Ahora se da cuenta de que debe deshacerse de ese convenio y está siguiendo el manual del autoritarismo: acorralar a los opositores, utilizar la maquinaria estatal para amedrentar y castigar, y violar constantemente la Constitución y el Estado de derecho.

Diosdado Cabello, una vez más, ha afirmado que el gobierno no abandonará el poder «ni por las buenas ni por las malas». Esta declaración del segundo hombre más importante del régimen representa una clara desobediencia a la Constitución, que establece que la soberanía reside en el pueblo y que el gobierno debe ser alternativo. Si estos son los principios establecidos en la carta magna, entonces el diputado Cabello está yendo en contra de los principios constitucionales, a pesar de ser miembro de la Asamblea Nacional. Por supuesto, el fiscal hace como si no se enterara, ya que forma parte de la conspiración gubernamental.

El gobierno no se ha limitado a las amenazas, ha pasado a la acción con operaciones represivas. El 23 de enero, sabotearon el acto de masas convocado por María Corina en la plaza Altamira, tomando la plaza y colocando altavoces que impidieron que los partidarios de MCM realizaran el evento. Ese mismo día vandalizaron casas de partidos y detuvieron a varios dirigentes de Vente Venezuela sin la presencia de un fiscal o la orden de un tribunal. Estos fueron actos arbitrarios, ilegales y violatorios de los derechos humanos.

Aunque la fecha de las elecciones aún se desconoce y la campaña electoral aún no ha comenzado, el régimen ha decidido crear desde ahora una atmósfera de incertidumbre, desconfianza y miedo. Todo indica que están preparando el terreno para anunciar que MCM no será habilitada como candidata en los comicios de 2024. El objetivo del régimen parece ser aplastar la soberanía popular, instilando el miedo en los ciudadanos para que se abstengan de protestar cuando se anuncie que MCM queda fuera de la competencia.

Esperemos que los garantes de los Acuerdos de Barbados reaccionen. Hasta ahora, parecen no estar al tanto de lo que sucede en Venezuela.

A pesar de las dificultades, debemos enfrentar las maniobras del régimen con la firme convicción de apoyar a MCM hasta el final y mantenernos en la ruta electoral. No debemos abandonarla, ya que la «furia bolivariana» apunta a acabar con las elecciones libres.