Exiliada desde que acusó en 2017 a Maduro de tener una «ambición dictatorial», la exfiscal de la República Luisa Ortega Díaz dice que hay «cansancio» en el Gobierno. Eso sí, pide prepararse para defender cívicamente el resultado el 28J para garantizar una «avasallante derrota» del madurismo e iniciar una etapa de transición.
A Luisa Ortega Díaz se le reconocía como una ficha dura del chavismo hasta 2017, cuando abrió una zanja que la separó del gobierno de Nicolás Maduro a punta de críticas. Lo acusó –entre otras cosas– de tener una «ambición dictatorial». Fue un duro golpe, porque ella había ganado respeto en la base oficialista durante su rol como Fiscal General de la República, nombrada en 2007 justo en el clímax de la popularidad de Hugo Chávez.
Hoy Ortega Díaz está exiliada en España. Fue destituida meses después de encender el ventilador de cuestionamientos hacia el gobierno de Maduro, y huyó ante el temor de ser detenida. Desde Madrid mira con esperanza las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio: «Venezuela lo que necesita es recuperar la institucionalidad. Que cada Poder haga lo que le corresponde y obedezcan a la Constitución y la ley. Ese día podremos volver con tranquilidad y seguridad. No vamos a correr el riesgo de que nos inventen un delito», advierte.
A punto de iniciarse oficialmente la campaña electoral para el 28 de julio, Ortega Díaz observa que «el pueblo de Venezuela está dando una importante lección: quiere votar, quiere elegir, está cansado de Maduro». Se trata, a su juicio, de un importante viraje de estrategia ciudadana, pues cree que en los últimos años se habían improvisado algunas acciones que habían hecho perder el camino del voto. «La democracia se defiende con más democracia».
El «cansancio» que ve Ortega Díaz sobre la figura de Maduro no lo observa sólo en las encuestas, que ubican al jefe de Estado con apenas 25% de intención de voto frente a un consolidado opositor Edmundo González Urrutia (52%, según Delphos). «Están cansados muchos de ellos (en el oficialismo). Al menos con los que he conversado, quieren bienestar para el país, quieren que cambie».
De tantos años en el chavismo aún conserva amistades. «Yo mantengo contacto, incluso con algunos que están hoy con Maduro. Están dispuestos a irse», vaticina. Eso sí, advierte que atravesar la jornada electoral del 28 de julio no será sencillo: «No se trata sólo de ir a votar el día de las elecciones, sino de cuidar el voto. Hay que prepararse para que, cívicamente, se pueda defender el resultado, donde indudablemente va a ser avasallante la derrota de Maduro».
El día después
Si -como predice la exfiscal- Maduro pierde las elecciones el 28J, el día después de las elecciones será muy importante. El 29, el 30… y todo lo que viene después hasta enero, cuando debería asumir formalmente el nuevo Gobierno. «Con una avalancha de votos, indudablemente que quien la obtenga va a imponer las reglas de juego. Pero hay algo importante, es que Venezuela ha tenido una etapa muy difícil de confrontación y de odio. Hay que sanar heridas», aconseja Ortega Díaz.
A su juicio hay una dicotomía que resolver inicialmente: ¿democracia o venganza? «Tienes que ver si quieres reconstruir la democracia, recomponer la sociedad, rescatar la institucionalidad o vengarte». Recuerda que quien llegue a Miraflores va a gobernar con un Tribunal Supremo de Justicia, una Fiscalía y una Asamblea Nacional en contra, «con unas instituciones controladas por el madurismo».
Es el momento, dice, de abrir el campo de juego. «Todos vamos a participar», aspira. Se refiere a un proceso de transición que restablezca paulatinamente la independencia de las instituciones y la democracia en todos los espacios. Luego vendrá el momento de que cada quien asuma las consecuencias de sus actos en los últimos años.
¿Se siente Ortega Díaz responsable de alguna irregularidad cometida durante su paso por la Fiscalía? «Si nos apegamos a la Constitución y a la ley, yo me someto también a la Constitución y la ley. Pero yo no he cometido ningún delito. Por supuesto, en cualquier instancia me defenderé. Y si hay que pasar facturas, si hay que recordar a cada quien por lo que ha hecho, tendré que sacar mis herramientas también»