Carlos Alcaraz derrota a Novak Djokovic en la final de Wimbledon e inicia una nueva era en la historia del tenis mundial

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Carlos Alcaraz marcó un hito histórico este domingo en el All England Lawn Tennis and Croquet Club al derrotar a Novak Djokovic y privarlo de su octavo título en Wimbledon, con un puntaje final de 1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4. El nativo de El Palmar terminó con el último miembro activo del ‘Big Three’ en una emocionante final que se extendió por más de cuatro horas y media sobre la césped de Londres, inaugurando así una nueva era en el tenis global. Este es el momento de los jóvenes, confirmado por el verdadero profeta de la generación Next Gen, quien además fortaleció su posición en la cumbre del ranking mundial.

A pesar de no ser el favorito y de no haber jugado previamente una final en el césped de Wimbledon, Alcaraz tuvo fresco en la memoria el recuerdo de las semifinales de Roland Garros de hace poco más de un mes. En París, Alcaraz comprendió que el desafío de derrotar a Nole en un Grand Slam parecía un sueño muy distante, pero Wimbledon ha demostrado que los sueños se hacen realidad para aquellos que nunca dejan de creer.

La clave de la final, que más que un partido de tenis se convirtió en un thriller psicológico, fue no rendirse, especialmente tras el golpe inicial propinado por Novak Djokovic. El entusiasmo inicial de Alcaraz por romper el saque del serbio rápidamente se enfrió. Los nervios le impedían meter la bola ante un rival de otra galaxia, y pronto el marcador se convirtió en el peor golpe que Djokovic podría infligir al joven tenista español.

El marcador mostraba un 6-1 a favor del siete veces ganador en tan solo media hora en la cancha central del templo del tenis mundial, y más que sueños, Alcaraz recordaba pesadillas en cada cambio de pista. No quería replicar una historia de final triste en Londres como la que vivió en la Phillipe Chatrier el pasado junio.

Sin embargo, para tenistas como Alcaraz, que pertenece a un grupo selecto, nada está perdido. El resultado no fue la losa que lo hundió, sino el catalizador de una épica remontada. Ese juego ganado al final, que muchos percibieron como un esfuerzo vano para evitar el cero, fue el salvavidas de un Alcaraz decidido a coronarse campeón.

Aunque no podía competir con el ritmo del serbio, y aunque había fracasado en su superficie favorita, la arcilla, Alcaraz sabía que tampoco sería fácil en una hierba donde la bola corre aún más si cabe. Necesitaba ganar confianza, y lo hizo con un meticuloso plan en el que combinó largos intercambios en áreas seguras de la cancha con explosiones de potencia. Le costó afinar, pero finalmente encontró su ritmo en un set que culminó en el escenario más desalentador: el tie break.

Llegar a un desempate contra Djokovic significa en la mayoría de los casos la pérdida del set, pero Carlitos demostró ser diferente y no se amilanó. Djokovic comenzó de forma arrolladora, pero Alcaraz se mantuvo firme y rompió las expectativas. Logró lo más complicado, aunque él no lo sabía (7-6 (6)).

Con Alcaraz extremadamente motivado y un Djokovic intimidado por el arrebato del español, el partido volvía a empezar desde cero. Toda la presión que la experiencia aliviaba reaparecía de otro lado, en su deseo de hacer historia. Ganar el 24° Grand Slam, igualando el récord de Margaret Court, y la posibilidad de competir por el Grand Slam completo eran impensables para el pupilo de Ivanisevic, y mucho menos contra el irreverente joven que ya había amenazado con terminar con su dominio en el circuito.

El tercer set comenzó con Alcaraz rompiendo el saque de Djokovic. Parecía que el serbio estaba fuera de la pista, en una desconexión tan sospechosa como peligrosa para el ‘team Alcaraz’. La manga se inclinó a favor de Alcaraz en el quinto juego, después de más de 25 minutos de lucha intensa en el deuce, premiando a Carlos mientras Djokovic entraba en hibernación.

El veterano tenista sabía que era superior en la gestión de los momentos críticos, pero este no era su momento, así que tocaba esperar. Aprovechó al máximo el tiempo en el vestuario, como ya había hecho en cada uno de sus saques, para sofocar el ímpetu de Alcaraz y pronto comenzó un nuevo set.

Totalmente hundido, el serbio había regalado su último servicio, lo que permitió a Carlos empezar el cuarto set con ventaja. Pero fue un regalo envenenado del jugador de Belgrado. Llegaba su momento, Alcaraz no aprovechó sus oportunidades y entonces Nole mostró sus garras para forzar el set decisivo, un quinto episodio al que llegaba con total dominio.

Carlos mostraba signos de fatiga, reapareciendo los fantasmas de París. Pero el murciano se salvó al comienzo, evitando el break con una defensa numantina. Un chute de moral con 1-1 en el marcador antes de sacar lo último de su tenis. Sacó fuerzas de flaqueza y quebró a un Djokovic incrédulo ante la fortaleza mental del joven.

El golpe fue demasiado duro. Alcaraz volvió a deleitarse en la pista con golpes imposibles, y el experimentado tenista pareció perder el control de la rebelión. Globos, un recital de dejadas, valentía en los momentos críticos… Alcaraz estaba decidido a ganar y nadie, ni el mismísimo Djokovic -con una raqueta rota en su banquillo-, podría impedirlo.

Entonces el marcador siguió el curso natural de los turnos de servicio hasta la explosión final. Un aplauso ensordecedor, lágrimas en la pista y en el box del murciano. La hazaña estaba hecha, el sueño del pequeño Alcaraz se había cumplido, ya tenía el trofeo dorado -su segundo grande- en sus manos.