César Perez Vivas: Mi precandidatura presidencial

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El pasado 12 de agosto, en mi ciudad de San Cristóbal, anuncié mi decisión de colocar mi nombre como aspirante a la candidatura unitaria de la sociedad democrática venezolana, con miras a promover y organizar una alternativa orgánica, programática y política capaz de derrotar política y electoralmente al régimen autoritario que encabeza Nicolás Maduro en la elecciones presidenciales, que por mandato constitucional, deberán efectuarse a finales del 2024.

Lo hago movido por la tragedia humanitaria compleja en la que estamos sumidos como nación y como país. Lo hago conmovido por el drama de millones de familias que se han fracturado por la partida de hijos, padres, hermanos y amigos a otros confines buscando ganar, con el sudor de su frente, el pan que cada día les niega el socialismo del siglo XXI. También por el sufrimiento de millones de compatriotas que agotan su existencia, aquí en nuestro territorio, con los salarios y pensiones más miserables de nuestro continente, con las cuales ya no es posible alimentarse adecuadamente.

La miseria a la que hemos llegado es el resultado del estruendoso fracaso del modelo socialista, puesto en marcha por el extinto Hugo Chávez, y por el saqueo perpetrado contra la nación por la camarilla política y militar instalada en torno a Nicolás Maduro. Ambos factores destruyeron hasta los escombros nuestra economía y nuestra infraestructura de servicios públicos.

Toda persona con amor a la patria venezolana quiere que esa camarilla salga del poder. Su naturaleza autoritaria, criminal y arbitraria los ha llevado a una larga serie de abusos e inmoralidades con el fin de perpetuarse en sus posiciones. A ese objetivo también han sido útiles, los graves errores en que han incurrido factores de la oposición política con sus conflictos absurdos y con tácticas temerarias y equivocadas, que antes que debilitar al régimen, lo han reforzado.

Frente al drama humanitario y frente a la errática conducción opositora, en la que no he tenido ninguna participación en la última década, he considerado mi deber dar un paso al frente para ofrecer al país mi disposición a liderar una alternativa sólida, unitaria, creíble, sería y honesta, con la cual enfrentar al régimen madurista.

Estoy proponiendo una Concertación Ciudadana como eje central para articular la diversidad y la fragmentación actual del país. Estoy convencido que por diversas razones las cúpulas dirigentes de la oposición no van a lograr articular esa alternativa. Por ello es fundamental apelar a la ciudadanía.

Si bien es cierto que se ha producido un proceso de anomia social y política, fruto de no haber alcanzado el cambio, con las tácticas y los actores conocidos, tampoco es menos cierto que los ciudadanos tenemos el deber de no abandonar nuestras obligaciones con la sociedad donde vivimos. Es menester, entonces, motivar, informar y convocar a nuestros ciudadanos a asumir, con plena consciencia, el deber de decidir el destino de la nación.

Por eso hemos venido aupando una consulta ciudadana que permita la elección y la definición de un pacto por la democracia, con líneas fundamentales de un acuerdo que siente las bases del modelo d estado, de sociedad y de economía que debemos impulsar para los próximos 50 años, más allá de lo que será un próximo gobierno. Aunado al proyecto histórico debemos elegir un candidato a la presidencia que enfrente a Maduro en el 2024.

Esa consulta es fundamental porque debemos estar preparados, frente a los diabólicos métodos del régimen para dividir y confundir a nuestra sociedad. He dicho y sostengo que vamos a tener un candidato unitario, pero que no vamos a tener un candidato único frente a Maduro. Él hará su mejor esfuerzo en promover candidatos, fuera del proceso de consulta, quienes disfrazados de alternativos u opositores, harán su trabajo para dividir y confundir.

Para lograr el candidato unitario es fundamental realizar unas primarias abiertas e inclusivas dirigidas por personalidades provenientes de órganos de la sociedad civil. Las mismas no pueden estar controladas o secuestradas por ningún factor político. Esa consulta no puede ser la primaria de la llamada Alianza Democrática, ni del Frente Amplio, o de la Plataforma Democrática o de los sectores no alineados. Las primarias deben ser de la sociedad democrática en su conjunto.

Mi compromiso es ganar esa consulta ciudadana para unir a la sociedad, encabezar la lucha electoral, integrando a todos los factores para ir al proceso electoral. He comprometido mi palabra de luchar por defender el derecho a votar de todos los venezolanos, aún los residentes en el exterior, y de defender esa votación. Si resulto elegido candidato llamaré a la lucha a todos los sectores, buscaré su integración en un sólido movimiento democrático, pero si resulta electo otro candidato o candidata ofreceré mi concurso para lograr la unidad e impulsar la lucha para el rescate nacional. Es decir mi pre candidatura no está presentada para fomentar la división, para exterminar políticamente a ningún sector democrático, ni para imponer un partido en la vida política de la nación. Mi objetivo es lograr el cambio para restablecer la democracia y para iniciar la reconstrucción nacional. De modo que conmigo no se contará para jugar el papel de esquirol, ni de simulador en la escena política nacional.

Logrado el cambio vendrán los cambios institucionales, el plan de reconstrucción de la economía y de la infraestructura, y con ella una reforma política para superar el régimen de fragmentación y de mercantilización de la vida política, creado por la corrompida revolución “bolivariana”.

La tragedia de la nación se hace evidente en el drama socio económico que a diario padecemos, pero la causa del mismo está en el modelo político. La raíz del mal es la política equivocada de la camarilla en el poder. La solución, entonces, es política. Y aunque muchos no quieran entender que debemos resolver la ecuación política, nuestro deber es asumir con honestidad, coraje y determinación la tarea política para poder salvar a nuestra amada Venezuela.