Economista Víctor Álvarez: “La dolarización es una quimioterapia dolorosa, pero necesaria”

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Economista Víctor Álvarez: “Si la industria petrolera no tiene dinero para recuperar su producción, si el propio Estado no tiene dinero para inyectarle a Pdvsa, la opción que queda es un nuevo acuerdo que permita generar unas condiciones distintas para estimular la inversión privada nacional y extranjera”.

Panorama

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“Mientras al régimen se le siga diciendo lo único que vamos a negociar contigo es el país adónde te vas a exiliar o el color del uniforme que te van a poner en la cárcel de Guantánamo, con eso lo que están es trancando toda posibilidad de negociación y de acuerdo político porque el régimen, que es el que tiene el poder real, no se va a sentar en una mesa con quien le está planteado solo esas opciones”.

Desde esta perspectiva, el economista Víctor Álvarez, premio nacional de Ciencia y quien conoce bien al chavismo del que se desmarcó hace ya varios años, estima que “tiene que haber un mayor grado de sensatez en la oposición y creo que, después de año y medio de frustraciones, de expectativas exageradas, de falsas promesas o que no se cumplieron”.

En el terreno de lo económico, admite sin vacilación que la economía del país está “quebrada” y que en el mejor de los casos eso será lo que reciba un nuevo Gobierno, cuando se produzca un cambio político del país. En particular sobre el dolor de cabeza de la hiperinflación de Venezuela advierte que abatirla “no depende únicamente de un cambio de Gobierno, depende de una política de reactivación de la agricultura y de la industria para generar una abundante oferta de bienes y servicios, pero eso no es de la noche a la mañana, eso nos puede llevar uno o dos años”.

En esa dirección se anota en la senda de una necesaria dolarización del país. “Este es un debate muy intenso desde hace más de un año cuando se lanzó la tesis de la dolarización, la cual apoyé como un mal necesario, aunque no quiere decir que la dolarización es la panacea o el remedio total y definitivo al problema monetario que tiene Venezuela. Sencillamente es una quimioterapia desagradable que genera efectos no deseados, un tratamiento muy duro, es un trago muy amargo, pero que necesariamente hay que pasar para poder poner bajo control en el corto plazo una serie de variables que están desquiciadas”.

—Usted ha sido muy crítico con el nuevo modelo para la venta de la gasolina, ¿cuál es su visual sobre el mecanismo de venta y cómo puede ayudar al problema del combustible en el país?

— Ha sido una medida muy mal diseñada. Llevamos ya desde el lunes viendo largas e interminables colas en la mayoría de las estaciones de servicio en todo el país y eso quiere decir que hay una excesiva demanda represada en comparación con la oferta (…) la solución se diseñó reeditando el mismo incentivo perverso para el contrabando y la especulación que viene dado por esa brutal brecha entre el precio subsidiado a Bs. 5 mil el litro, que equivale a dos y medio centavos de dólar y el otro precio dolarizado que son 50 centavos de dólar, es decir, 20 veces más, esa enorme diferencia es un incentivo para que muchos se dediquen a llenar el tanque para revender esa gasolina, como lo reconoció hasta un integrante de la Asamblea Nacional Constituyente, quien llegó a justificar la reventa del combustible subsidiado como una manera de generarse ingresos adicionales.

Esa es una de las contradicciones con un gobierno que por un lado tiene una retórica hueca, vacía que habla de superar el rentismo, de construir una nueva sociedad fundada en el valor del trabajo, pero que ofrece estos incentivos para que se generen ingresos sin trabajar sencillamente a través de la especulación pura y dura como lo es comprar una gasolina a dos centavos y medio de dólar para después revenderla a 50 centavos. La medida está muy mal diseñada y si no se corrigen esas distorsiones el problema no estará resuelto.

—Y no será este un primer paso para que en un lapso corto, probablemente no mayor a tres meses, se dolarice completamente la venta de combustible con un subsidio muy focalizado al transporte público o de alimentos…

—Ojalá avancemos hacia allá porque de lo contrario este problema no se va a resolver. Lamentablemente, al hacerle seguimiento al debate en distintos medios y distintas redes, uno ve que esa solución estructural y verdadera se enfrenta a una cultura rentista muy arraigada en la población venezolana.

Entonces surge el debate de cómo me van a dolarizar la gasolina si no me dolarizan primero el salario, cómo van a poner la gasolina al mismo nivel de Colombia y al mismo nivel de Brasil cuando allá los salarios están por encima de los 200 dólares y aquí en Venezuela apenas llegan a los 44 dólares, esas son las grandes trabas que tiene este problema.

He venido planteando como una solución que se internacionalice el precio en el mercado interno, es decir, se nivele al mismo precio que tiene en la frontera con Colombia, en la frontera con Brasil, en la de Trinidad y Tobago y las islas del Caribe que es adonde sale el contrabando de extracción de la gasolina venezolana para evitar la fuga y que con los 1.300 millones de dólares anuales que generaría esa internacionalización del precio de la gasolina financiar la dolarización de los sueldos de los médicos, de los maestros, de los profesores universitarios, de los empleados públicos.

Que la propia internalización y sinceración de los precios de la gasolina genere los recursos para dolarizar los salarios en Venezuela y llevarlos al mismo nivel que tienen en Colombia, en Brasil, a la media latinoamericana y todavía quedaría plata para dar un subsidio directo al transporte de carga y de pasajeros.

— Su postura en este caso es la de dolarizar la economía, ¿ese es un debate que no logra consenso entre los economistas?

— Lo sé, este es un debate muy intenso desde hace más de un año cuando se lanzó la tesis de la dolarización, la cual apoyé como un mal necesario, aunque no quiere decir que la dolarización es la panacea o el remedio total y definitivo al problema monetario que tiene Venezuela. Sencillamente es una quimioterapia desagradable que genera efectos no deseados, un tratamiento muy duro, es un trago muy amargo, pero que necesariamente hay que pasar para poder poner bajo control en el corto plazo una serie de variables que están desquiciadas .

La dolarización tiene sus pro y sus contra. Si bien erradica el principal factor propagador de la hiperinflación, que es esa emisión caótica y desordenada del BCV que inyecta demasiados bolívares a una economía signada por enormes índices de escasez que, cuando se inyecta mucha plata, se pone a correr detrás de pocos bienes que disparan los precios, si bien la dolarización erradicaría ese problema, porque el BCV no puede generar dólares , eso solo lo hace la Reserva Federal en EE UU (…) tendría como lado negativo que se renuncia al manejo de la política cambiaria para cuando la economía se reactive poder darle un respaldo cambiario a la competitividad de las exportaciones no petroleras y también se renunciaría al uso de la política monetaria cuando sea necesaria.

Pero esos son desafíos que Venezuela se planteará en el mediano y en el largo plazo que ya veremos cómo hacemos cuando encaremos esa situación, como se procedería o a desmontar la dolarización, lo cual reconozco que es muy difícil, o a buscar otras soluciones que permitan recuperar el uso de las políticas cambiaria y monetaria como instrumentos necesarios en la política económica.

— Usted ha hablado de la hiperinflación, ese es un problema del siglo pasado para todas las economías del mundo, salvo la nuestra, ¿hay alguna posibilidad de que el Gobierno regrese a la senda de la ciencia económica para controlar este problema?

— Incluso en un escenario en que se produzca un cambio de gobierno y sean otras las élites políticas que asuman la conducción del país, le va a ser difícil conjurar las presiones inflacionarias en el corto plazo porque la economía está muy distorsionada.

En primer lugar, tenemos un aparato productivo que se ha venido contrayendo de manera sostenida a lo largo de seis años, ya va más del 60% de reducción del producto interno bruto, eso es como si una persona que mide 1,80 de estatura, luego de seis años la vemos y mide 60 centímetros. Se ha reducido a un tercio de su tamaño, eso es lo que ha pasado en Venezuela.

Ese problema lo heredará el Gobierno que viene. No es que al día siguiente la economía va a hidratarse, va a volver a crecer y que va a volver a tomar el tamaño que tenía hace seis años. Una economía así lo que tiene son índices de escasez, no produce la cantidad de bienes y servicios necesarios para satisfacer las demandas del aparato productivo de las empresas de las instituciones, ese problema va a seguir manteniéndose y todos sabemos que el producto más caro es el que no se consigue, de modo que la presión inflacionaria se va a mantener.

Y si ese nuevo Gobierno recibió una economía que no está dolarizada, lo más probable es que va a recurrir a la emisión monetaria cuando tenga que pagar bonos que están pidiendo trabajadores públicos o cuando tenga que transferirle recursos a un gobernador o a algún alcalde, la solución más fácil que hace un gobierno en esos casos es emitir dinero sin respaldo y hacer la transferencia para atender un problema y esas son soluciones inflacionarias.

De modo que el problema de la inflación no depende únicamente de un cambio de Gobierno, depende de una política de reactivación de la agricultura y de la industria para generar una abundante oferta de bienes y servicios, pero eso no es de la noche a la mañana, eso nos puede llevar uno o dos años (…)

Un nuevo Gobierno, o incluso este, tiene que plantearse una reactivación de la economía para generar una abundancia de productos. Segundo, una erradicación de la emisión inflacionaria de dinero.

— En el contexto que usted describe, el de un país quebrado prácticamente, ¿cuánto valor tiene un acuerdo político que garantice: gobernabilidad y acceso a financiamiento internacional?

— Es muy cierta esa afirmación de que tenemos un país quebrado. Las finanzas públicas están quebradas porque no recaudan suficiente impuesto sobre la renta, no recaudan suficiente impuesto al valor agregado, no recaudan suficientes aranceles, suficientes regalías o dividendos de las compañías filiales de Pdvsa, de hecho la misma Pdvsa, que fue el principal contribuyente del fisco nacional, prácticamente no está pagando impuestos. Esos son los principales grifos de los ingresos fiscales, y no se recoge impuesto sobre la renta por lo que explicaba antes, tenemos seis años consecutivos de contracción económica, las empresas cierran el ejercicio fiscal generando pérdidas, en consecuencia no declaran ganancia y por eso cada año la zafra fiscal, que antes terminaba el 31 de marzo, pero que desde hace dos años viene siendo prorrogada, no recoge suficiente dinero para cubrir el gasto del Gobierno, el gasto público.

Además de eso no se recoge IVA porque con la hiperinflación, los hogares del país, las empresas, las instituciones en la necesidad de estirar presupuestos precarios optan por no pedir la factura fiscal para ahorrarse el pago del IVA, esta informalización de las operaciones de compra-venta ha castigado muchísimo el ingreso fiscal por concepto del IVA.

También al Gobierno le ha dado por exonerar prácticamente todos los códigos arancelarios, en una idea de abatir la inflación o de estimular importaciones por parte de privados para ocupar los espacios vacíos que ha dejado la caída de la producción nacional tampoco el Gobierno recoge ingresos fiscales por la vía del arancel.

Ya sabemos, además, que con el colapso de la producción petrolera y con las sanciones también han caído, entonces está quebrado el fisco nacional porque están quebradas también las empresas que no aportan y porque los hogares también han reducido sus ingresos, esa es la dramática realidad de este país.

— Hablemos un poco de Pdvsa, el Gobierno se propone un plan de recuperación que amplía la participación de privados, ¿cuál debe ser la fórmula para la Pdvsa actual?

— En Venezuela tenemos que ir hacia un nuevo acuerdo nacional porque en una empresa quebrada que no tiene recursos ni siquiera para sostener el esfuerzo propio y mucho menos para cumplir sus compromisos con las empresas mixtas, la posibilidad de levantar la industria petrolera no será con recursos propios de Pdvsa, ni con un fisco que está quebrado.

Si la industria petrolera no tiene dinero para recuperar su producción, si el propio Estado no tiene dinero para inyectarle plata a Pdvsa, la opción que queda es un nuevo acuerdo que permita generar unas condiciones distintas para estimular la inversión privada nacional y extranjera, sin descuidar la soberanía nacional que se tiene que seguir ejerciendo sobre los recursos naturales como el petróleo, el gas y otros minerales.

Lo cierto es que esa visión nacionalista que prevaleció en la industria petrolera donde el Estado es el accionista mayoritario que asumía el control total y absoluto de la industria tiene que abrirle paso a un nuevo esquema de arreglo con el inversionista para evitar que la producción siga cayendo y por supuesto esto es muy difícil en una circunstancia como esta en la que Pdvsa está sancionada, donde los inversionistas tienen temor de hacer negocios con Venezuela por sus activos en los Estados Unidos, porque sus cuentas en el sistema financiero, sus empresas, sus apartamentos sean congelados por haberse atrevido a desafiar las sanciones que el gobierno de EE UU le ha impuesto a Pdvsa y a Venezuela (…)

Debería diseñarse una estrategia de tal manera que esos incentivos que reciben los inversionistas privados sean una motivación para que ejerzan una fuerte presión de lobby y de cabildeo frente a las autoridades estadounidense como la Ofac y el Departamento del Tesoro para que flexibilicen las sanciones y permitan que estas compañías puedan invertir en Venezuela .

De lo contrario, el destino será que el país termine en manos de inversionistas rusos, chinos, iraníes o turcos que serán los únicos que se atrevan a arriesgarse a invertir en Venezuela, aunque eso tiene también un margen de maniobra muy limitado porque ya vimos cómo Rosneft, la empresa, rusa, terminó yéndose de Venezuela porque no aguantó las sanciones, China también moderó sus inversiones en Venezuela porque agriaron más los problemas que ya tiene con EE UU, entonces con esos países que geopolíticamente pudieron estar interesados en tener intereses en Venezuela, también hay limitaciones.

— Usted ha asomado el tema de las sanciones, ¿qué papel están jugando las sanciones en la crisis que atraviesa el país?

— Indudablemente las sanciones agravan la crisis económica generada por las pésimas políticas del Gobierno. Yo comparto la tesis de que el origen del problema económico y social venezolano se origina mucho antes que las sanciones, y estas lo que han hecho es agravar esa problemática sin lograr que el Gobierno dé señales de querer negociar o construir un acuerdo.

Lamentablemente, la historia de las sanciones a nivel internacional lo que indica es que brindan un argumento al régimen de turno para atribuirle la causa de los problemas que está sufriendo el país.

Le permite además desarrollar toda una retórica nacionalista, antiimperialista que ubica al enemigo externo como responsable de la tragedia que sufre el país sancionado y esto permite al régimen entronizado en ese país cohesionar a sus seguidores y satanizar a todo aquel que, en lugar de defender la Patria y la República, muestre simpatía o se identifique con las sanciones; esa es la historia de Cuba que tiene ya casi 60 años de bloqueo económico y el régimen sigue allí, es la historia de otros países cuyos regímenes fueron sancionados y que utilizan como pretexto esto y donde lamentablemente, y esto es lo peor, el pueblo, el que se queda, es el que termina pagando las terribles consecuencias de las sanciones porque no se consiguen alimentos, tampoco medicinas.

Esta semana también se dijo que van a suspender las operaciones a través del mecanismo de Zelle, entonces aquellos hogares venezolanos que reciben una remesa de un familiar y pagaban aquí haciendo uso de ese mecanismo para hacer un mercado, comprar una medicina o un repuesto de un equipo que se dañó por las violentas fluctuaciones eléctricas, no podrán, entonces resulta que si se rompe ese mecanismo el drama social se va a empeorar más, de modo que las sanciones no son el mecanismo más eficaz para propiciar el acuerdo político pacífico que la mayoría de los venezolanos quisiéramos (…).

— ¿Qué pasa cuando un sector político del país, una buena parte de la oposición, basa su estrategia en el efecto que puedan tener las sanciones hacia un cambio político, qué pasa con ellos?

— Van perdiendo ascendencia, van perdiendo apoyo de los seguidores que llegaron a tener y es lo que estamos viendo.

Después de año y medio de plantear aquella tesis de cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres donde la estrategia fue el endurecimiento de las sanciones, el aislamiento internacional del régimen en el que EE UU y más de 50 países desconocieron a Maduro y reconocieron a Guaidó y le dieron la administración de los activos de la República en EE UU y otros territorios sin embargo, después de año y medio, no ha pasado absolutamente nada y hoy en día lo que hay es un reclamo de los seguidores de ese sector de la oposición porque teniendo la administración de Citgo no envían gasolina para Venezuela y la tienen que traer de Irán.

Porque manejan las cuentas de Pdvsa, de otras empresas públicas y del Banco Central que quedaron bloqueadas en EE UU y tampoco terminan de concretar el famoso apoyo que le iban a dar a los médicos y al personal hospitalario, no hacen transferencias de apoyo a las familias de venezolanos que perdieron su trabajo en el exterior por las consecuencias del coronavirus, que no terminan de concretar la ayuda humanitaria que canalizan.

Cuando un país que cifró sus expectativas o sus esperanzas en esa propuesta ve que después de año y medio no hay resultados concretos, que el deterioro de las condiciones de vida continúa agravándose, bueno ese sector de la oposición va quedando más relegado, tiene menos apoyo, está más relegado y eso lo que le abre es el paso a una oposición con un criterio más balanceado que esté dispuesta a construir acuerdos políticos con quien detenta el poder real, el que tiene el control de las fuerzas armadas, acuerdo con el que tiene el control del territorio nacional porque a su vez controla casi 20 gobernaciones, 300 alcaldías y entiende que tiene que sentarse en la mesa a negociar, a entenderse con ese régimen que tiene el poder real y donde la condición no puede ser, que tienen que irse para que se produzca algún acuerdo por esa vía no se va a lograr esa solución política, pacífica, electoral, democrática y constitucional que todos los venezolanos queremos.

Mientras al régimen se le siga diciendo lo único que vamos a negociar contigo es el país adónde te vas a exiliar o el color del uniforme que te van a poner en la cárcel de Guantánamo, con eso lo que están es trancando toda posibilidad de negociación y de acuerdo político porque el régimen, que es el que tiene el poder real, no se va a sentar en una mesa con quien le está planteado solo esas opciones (…)

Tiene que haber un mayor grado de sensatez en la oposición y creo que, después de año y medio de frustraciones, de expectativas exageradas, de falsas promesas o que no se cumplieron, hay un sector de la oposición que está entendiendo que habrá que sentarse con el Gobierno y entenderse así como pasó en Suráfrica, donde Mandela se tuvo que entender con De Klerck, que era el exponente del Apartheid; en Polonia, donde Lech Walesa se sentó en la mesa y se entendió con el general Jaruzelsky que era el líder de aquella dictadura; o en Chile, aquí cerca, la solución pasó por reconocer a Pinochet como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y darle un espacio como senador vitalicio para garantizarle su continuidad y que no iba a ser perseguido.

Incluso en Argentina, donde en los primeros años se les dio una gracia a los militares y habían muchos argentinos indignados de ver cómo Videla, que era el autor de aquel golpe militar que costó la persecución, la tortura, la vida de miles de argentinos, se pavoneaba por las calles de Buenos Aires, luego cuando se fortalecieron las instituciones y las fuerzas democráticas se afianzaron llegó el momento de la justicia y terminaron enjuiciados y pagaron por los crímenes cometidos.

Hay que entender cuál es la dinámica de estos procesos históricos para que no nos plateemos expectativas exageradas que no pueden cumplirse y que lo que hacen es abortar las soluciones que están al alcance de la mano.

— Esta semana se dio un acuerdo entre el Ministerio de Salud de Maduro y la comisión de Guaidó por el covid-19, ¿advierte usted que ese pudiera ser un primer paso que pudiera permear hacia otros acuerdos más en la vida política del país?

— Sin lugar a dudas estoy de acuerdo con esa apreciación. Esto puede ser un primer paso para que se den otros acuerdos en otros campos que son necesarios para el país. En materia eléctrica, por ejemplo, el Zulia tenía casi que resuelto un financiamiento para repotenciar la capacidad de generación eléctrica y, sin embargo, por esos sectores políticos que no fueron capaces de compartir los méritos, si no que cada quien quería alzar el trofeo solo, no se llegó a ese acuerdo y se perdió el financiamiento de la CAF y el Zulia sigue afrontando ese problema.

Dónde es que veo la mezquindad de ese paso de avance que debería celebrarse y presentarse de una mejor manera, bueno cada parte está tratando de mostrar ese acuerdo como que le torció el brazo a su rival y lo llevó a arrodillarse, lo llevó a que firmara el acuerdo y que gracias a eso el otro dio su brazo a torcer.

Mientras esa mezquindad se mantenga y cada acuerdo sea presentado por un sector como que logró la rendición humillante del otro, como que logró que el otro abdicara a su obstinación y el otro es el que se lleva medalla y el trofeo, en esa medida será muy difícil que se multipliquen y se aceleren este tipo de acuerdos que son necesarios para el país. Tiene que haber una nueva manera de asumir eso por parte de los polos, tienen que estar dispuestos en hacer un esfuerzo mutuo, pero estar dispuestos también a compartir los méritos y nos obstinarse en presentar cada paso de avance como que le hubieran metido un golazo al otro, o metido un jonrón con tres en base y lo hubieren doblegado.

— Existe la posibilidad de que este año haya elecciones parlamentarias, ¿qué debe hacer la oposición de cara a ellas?

— Con un país que está tan descontento con la gestión de este Gobierno a nivel estadal o municipal, donde la gente le hace un permanente reclamo a los gobernadores a los alcaldes que tampoco han podido estar a la altura y que también ven en los diputados del oficialismo a los responsables de la crisis porque no fueron capaces de ser los debidos interlocutores frente al Gobierno central hay mucho viento a favor como para que una protesta que exprese este clamor nacional, este descontento, este sentir, barra en las elecciones parlamentarias.

Lamentablemente, ese país descontento está muy dividido por su dirigencia, por una vanguardia que siguen obstinada diciendo que no van a ir a elecciones parlamentarias mientras Maduro permanezca en el poder, entonces por esa vía lo que pierden es una tremenda oportunidad porque le hacen el juego al régimen.

De otro lado, quienes están pensando en ir a las elecciones entonces no terminan de hacer el trabajo necesario para buscar las candidaturas unitarias y lo más probable es que veamos a una oposición dividida con una o dos candidaturas distintas por circuitos, dos listas nominales por estado, dividiendo al electorado descontento y a eso es a lo que apuesta el Gobierno que si logra dividir a la oposición en tres grandes pedazos: uno que se abstenga y el que participe se divida en dos planchas o en dos bloques de candidaturas , en esa circunstancia, los candidatos del oficialismo aumentarían en su posibilidad de ganar la curul en cada circuito o en cada lista y tendríamos una nueva Asamblea Nacional que no expresaría el descontento del país, precisamente, por una dirigencia opositora que, una vez más, no supo interpretar el sentir nacional, no supo escuchar el grito nacional y no propició la unidad de ese descontento en planchas unitarias, como ocurrió en el 2015 y que permitió ese triunfo tan contundente que tampoco supieron administrar porque se dedicaron a intentar sacar a Maduro del poder.

Cada nuevo presidente de la Asamblea Nacional lo que hacía era jurar que en seis meses iba a sacar a Nicolás Maduro de Miraflores, o se empeñaban en declarar la ausencia del cargo, o se dedicaron a declarar la usurpación, en lugar de utilizar esa mayoría para construir acuerdos con el Gobierno y que se diseñara un buen programa de desarrollo económico y social que garantizara el bienestar de nuestro país en lugar de haberlo metido por este tobogán de la decadencia en la que hemos caído por tener unas fuerzas políticas que lo que han hecho es apostar a exterminarse en vez de apostar por entenderse para sacar al país de la crisis.