Expertos en política afirman que el caso del exvicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, no solo tiene como objetivo combatir la corrupción, sino también enviar un mensaje al chavismo y prevenir posibles «traiciones» desde dentro del gobierno.
El Aissami, quien ocupó importantes cargos dentro del chavismo, como vicepresidente y ministro de Petróleo, fue arrestado en abril y acusado de corrupción en los mercados energético y de criptomonedas. Estas acusaciones surgieron a solo cuatro meses de las elecciones presidenciales en las que Nicolás Maduro busca ser reelegido.
Además de las acusaciones de corrupción, El Aissami también fue acusado de participar en un plan para derrocar al gobierno de Maduro junto a líderes opositores como Leopoldo López y Julio Borges. El fiscal general Tarek William Saab presentó grabaciones de conversaciones entre El Aissami y otros implicados para respaldar estas acusaciones.
Según el presidente Maduro, esta conspiración en su contra se remonta a enero de 2018 e involucra varios intentos de golpe de Estado y una supuesta incursión armada en las costas de Macuto. Maduro afirmó que estos conspiradores eran personas en las que confiaba y que los capturó para que enfrenten las consecuencias legales.
El arresto de El Aissami se produce un año después de que renunciara a su cargo como zar petrolero debido a revelaciones de corrupción en la industria petrolera y en el mercado de criptomonedas del Estado venezolano. Más de 60 personas han sido arrestadas en relación con esta trama de corrupción.
Leopoldo López admitió desde el exilio que tuvo conversaciones con el círculo cercano de El Aissami y acusó al fiscal Saab de estar involucrado en un supuesto intento de buscar una salida para derrocar a Maduro.
Según el politólogo Walter Molina Galdi, el encarcelamiento de El Aissami no es solo por corrupción, sino también como una confirmación de su participación en la conspiración. Molina Galdi opina que este arresto, al igual que el de otros implicados como Samark López y Simón Zerpa, es un mensaje para aquellos que estén pensando en seguir esos pasos.
Esto demuestra que Maduro y sus colaboradores creen que existen factores internos que podrían impulsar un cambio de liderazgo en Venezuela, ya sea a través de una transición liderada por la oposición o por ellos mismos, según Molina Galdi.
José Vicente Carrasquero, otro politólogo, sostiene que este caso es un mensaje dirigido a aquellos que forman parte del chavismo en una estructura piramidal sin pluralidad ni estructuras democráticas. Carrasquero interpreta que el mensaje es claro: mientras sean fieles a Maduro, estarán bien, pero si su lealtad es cuestionada, tendrán que enfrentar las consecuencias legales.
Carrasquero también destaca que las denuncias contra El Aissami demuestran que hay fisuras dentro del chavismo, expresadas por voces críticas que incluso han llamado a votar por alguien distinto a Maduro. Varias encuestas muestran una baja valoración positiva y una intención de voto a favor de Maduro entre el 12% y el 20%.
En resumen, el arresto de El Aissami y las acusaciones en su contra no solo buscan combatir la corrupción, sino también enviar un mensaje al chavismo para prevenir posibles traiciones políticas. Esto refleja las tensiones internas dentro del chavismo y la preocupación del gobierno de Maduro ante la posibilidad de un cambio de liderazgo.