El discurso de Trump fue como el usado por Chávez: para satisfacer fanáticos

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La indignación por el discurso del expresidente estadunidense despertó a la izquierda y el chavismo, que ahora aboga por Alex Saab. Oportunamente se les olvida que Trump es lo más parecido a Chávez

«Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo». Estas palabras, pronunciadas por el ex presidente Donald Trump, causaron indignación y revuelo, no solo entre quienes adversamos las invasiones de un país soberano a otro, venga de donde venga, sino dentro del chavismo y la izquierda latinoamericana.

Esas dos corrientes posicionaron como tendencias en Twitter temas como el del “embajador” Alex Saab (siguen con elargumentum ad nauseam), de cómo estaba en una “misión humanitaria” cuando fue detenido en Cabo Verde, de que es un prisionero “de guerra” de los gringos, por supuesto… en fin, aprovecharon lo dicho por Trump para volver a sacar el tema de cómo Saab estaba “luchando contra el bloqueo” y todas las sandeces y mentiras a las que ya nos tienen acostumbrados.

Lo contradictorio es que, en sectores de derecha, el mismo discurso del expresidente estadounidense causó loas y deseos de que algo así hubiera ocurrido. De lo que pareciera que los seguidores de Donald Trump no se dan cuenta es de que los dictadores-o los mandatarios autoritarios en el caso de Trump- tienen tendencias muy parecidas, porque lo que buscan es mantener el control absoluto sobre su país y sus pueblos. Entre las similitudes que comparten, puedo citar: personalidades de culto, control de los medios de comunicación, uso de la fuerza y la intimidación, supresión de los derechos humanos y corrupción.

En conclusión, los autócratas, sean de derecha o de izquierda, comparten muchas similitudes en su forma de gobernar, porque su objetivo principal es mantener el control total sobre su país y su pueblo, a menudo a expensas de los derechos y libertades individuales.

Por eso me permito recordar que Trump y Chávez pareciera que fueron separados al nacer. Chávez agarró para la izquierda y Trump, para la derecha. Voy a usar el tiempo presente para compararlos, quizás por aquello de que “Chávez vive”…

Ambos son igual de soberbios. Están convencidos de que “su” verdad es “la” verdad. Estimo que jamás pensaron que la verdad es múltiple, pues se trata de la adecuación de los sentidos a la realidad de cada uno. Por lo tanto, puede haber infinitas verdades. Ninguno de los dos son capaces de aceptar que pierden algo. Si no la ganan, la empatan. Recuerdo la furia de Chávez cuando perdió la reforma constitucional. Le dio una pataleta y rompió todo lo que tenía a su alrededor, según testimonios de testigos presenciales que se desligaron del régimen. Dicen que Trump llamó -histérico- a los gobernadores republicanos donde perdió, a reclamarles que fue por “su” culpa. Siempre la culpa es de otro. No sé cómo Chávez hubiera manejado el coronavirus, pero Maduro lo ha hecho fatal… igual que lo hizo Trump. Esa insistencia en que usar la mascarilla era “opcional” porque iba en contra de las libertades individuales, resultó en un gentío enfermo, incluyéndolo a él, y quién sabe cuántos muertos.

Ambos son iguales de sectarios. Gobiernan sólo para sus seguidores. Los demás, son escuálidos, idiotas, conspiradores, golpistas, tramposos… Chávez hablaba siempre de los “revolucionarios”. Trump, de los estados “rojos”, que son donde los republicanos tienen mayoría.

Ambos son iguales de racistas y xenófobos. Chávez, por acomplejado. Trump, por imbécil. Chávez quería instaurar un paradigma del venezolano: éste tenía que ser pata en el suelo, mestizo, zambo, indígena o negro. Nunca blanco, como si en Venezuela hubiera razas “puras”. Menos mal que en eso fracasó, porque aquí estamos todos mezclados, por muy blanquitos que unos se vean y además, hay deseo de superación… Trump, por su parte, detesta a los “no americanos de origen”. Eso incluye latinos, afroamericanos, musulmanes, asiáticos…

Ambos son machistas y misóginos. Tratan a las mujeres como unos trapos. Una camarera del Marriott de Ciudad de Panamá me contó que cuando fue Chávez con María Isabel, su esposa en aquel momento, le reventó un collar de perlas en la recepción del hotel, a la vista de todo el mundo, con la “excusa” de que “sólo las oligarcas usan perlas”. A Trump le hemos visto mil desplantes a Melania delante de las cámaras de televisión de todo el mundo. Y las miles de historias que circulan en ese mismo sentido, no lo dejan bien parado.

Ambos son amigos y hasta “hijos” de Putin. Ambos son leales a ese criminal, porque les ha sacado las patas del barro varias veces.

Ambos hablan sin parar… son bocones, groseros, maleducados. Parece que pensaran que embelesan a todo el mundo… Por fortuna, Trump no se encadena. Debe ser porque en los Estados Unidos todavía funcionan las instituciones.

Sé que hay muchos venezolanos ilusionados con la posible nueva victoria de Trump, porque creen que mandará sus marines a sacar a Maduro. Les recuerdo que eso ya lo había ofrecido, hasta que habló con Putin y ahí reculó. Trump es un bocazas, igualito a Chávez. Con aquel discurso lo que quería era los votos de los venezolanos en las elecciones de mid-term… y los logró.

Honestamente, ya llevamos casi veinticinco años invadidos por Cuba y más recientemente por Rusia, Irán y China. ¿Queremos otra invasión? Me imagino que los radicales dirán que sí, si esta viene de Estados Unidos.

Pues ¡no, no y no! La invasión de un país soberano por otro país es una violación del derecho internacional y de la soberanía del país invadido. Puede tener consecuencias graves, como la pérdida de vidas humanas, la destrucción de infraestructuras y la inestabilidad política a nivel regional e internacional. Además, puede llevar a la intervención de terceros países, lo que aumentaría la escalada del conflicto. Pero estamos tan desesperados que cualquier solución, aunque vaya en contra del principio de autodeterminación de los pueblos, a muchos les parece fantástica. Henry David Thoreau dijo que “es una característica de la sabiduría no hacer las cosas con desesperación”. Y si aún así no se entiende, cito a Douglas Horton: “La desesperación es como robarle a la mafia: tienes muchas posibilidades de atraer la atención equivocada”.

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