El llamado urgente de tres organizaciones internacionales para salvar la Amazonía y evitar el punto de no retorno

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La tarea de salvar la Amazonía es monumental e inevitable. Se trata de salvar la selva tropical y la cuenca fluvial más grande del mundo, que almacena entre 367 y 733 gigatoneladas (Gt) de CO2 en su vegetación y suelo, equivalentes a al menos 29 veces las emisiones anuales de CO2 de China, el principal emisor a nivel mundial en 2021. Además, la Amazonía alberga el 10% de la biodiversidad global y es hogar de 47 millones de personas, incluyendo 2 millones de pueblos indígenas cuyo bienestar y supervivencia dependen de la salud de este ecosistema.

Lamentablemente, en los últimos años, las políticas implementadas en Brasil y otros países amazónicos han debilitado los esfuerzos de las entidades encargadas de regular y controlar el medio ambiente, favoreciendo la deforestación con el fin de expandir la frontera agrícola y fomentar actividades extractivas. Esto, sumado a los incendios forestales, ha llevado a la Amazonía y a sus habitantes a un punto de inflexión ecológica con consecuencias irreversibles.

El Panel Científico para la Amazonía ha estado advirtiendo durante años que la Amazonía puede llegar a un punto de no retorno si más del 20% de sus bosques y biodiversidad se pierden. Sin embargo, solo en 2022, la Amazonía brasileña perdió 1,4 millones de hectáreas de bosque primario, equivalente a casi 3.000 campos de fútbol al día, alcanzando los niveles más altos de deforestación en 15 años. En cuanto al bioma en su conjunto, los científicos han registrado que en 2020 la deforestación representó el 17% de toda la región amazónica y se estima que alrededor del 17% del bosque se encuentra degradado, es decir, parcialmente perdido.

La situación es crítica para el ecosistema, las comunidades locales y los pueblos indígenas de los ocho países que conforman la región amazónica: Brasil, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Perú. Sin embargo, lo que sucede en la Amazonía no se limita a sus fronteras. Su degradación tiene un impacto determinante en la estabilidad ecológica, social y política de la región y el mundo. Por ejemplo, el vapor de agua que genera el bosque alimenta las lluvias que riegan la agricultura en toda Sudamérica a través de los llamados «ríos voladores».

Además, un deterioro que supere el punto de no retorno en el bosque amazónico tendría repercusiones a escala planetaria, minando los esfuerzos nacionales, regionales y globales para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar los impactos del cambio climático global.

En este contexto de urgencia y necesidad de cooperación regional, los presidentes de Brasil y Colombia, Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro, han dado un impulso para avanzar en un plan de conservación de la Amazonía.

La Cumbre Presidencial Amazónica, que se llevará a cabo los días 8 y 9 de agosto en Belém Do Pará, Brasil, representa una oportunidad crucial para tomar decisiones urgentes con el fin de mantener una Amazonía ecológicamente saludable, capaz de proporcionar medios de vida sostenibles y servicios ecosistémicos fundamentales para las comunidades locales, los países de la región y el mundo. Todo esto en un marco de equidad social, desarrollo económico inclusivo y responsabilidad global, mediante políticas que fomenten la transición energética justa y la diversificación de las matrices productivas exportadoras.

La Cumbre también es una oportunidad perfecta para que los líderes de los países desarrollados que participarán se comprometan con acciones y recursos para garantizar el desarrollo sostenible de la Amazonía. Además, deben impulsar propuestas concretas para transitar hacia un modelo económico que permita a los países superar la dependencia de los combustibles fósiles y otras actividades económicas que generan degradación ambiental y afectan la salud y el bienestar de las poblaciones.

Ya se han realizado esfuerzos para visibilizar las necesidades de la región y de la Amazonía en espacios importantes en el camino hacia la Cumbre Amazónica. En particular, en la Cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en julio, Petro propuso desbloquear recursos financieros para la conservación de la Amazonía mediante canjes de deuda. Esta herramienta financiera, sin duda alguna, ayudaría a los países amazónicos a concentrar sus esfuerzos en evitar que la Amazonía pase de ser un exuberante bosque tropical a una sabana seca y degradada.

La Amazonía necesita una alianza regional de alto nivel y ambiciosa en pos de la naturaleza y el clima, desde y para América Latina. Por eso instamos a los gobiernos amazónicos a comprometerse a trabajar juntos en torno a las siguientes metas para el año 2030:

1. Transición justa hacia cero emisiones netas: Avanzar en la implementación de políticas sostenibles y promover energías renovables en la región. Al eliminar gradualmente el gas, el carbón y el petróleo, se evitará la devastación ambiental y se protegerá la rica biodiversidad que caracteriza a la Amazonía. Esta estrategia no solo contribuirá a frenar el cambio climático, sino que también generará oportunidades de empleo e inversión en tecnologías verdes, beneficiando a las comunidades locales y al medio ambiente.

2. Cero deforestación: Para el año 2030, las cadenas de suministro de productos básicos de exportación y para los mercados internos deben lograr cero deforestación y conversión asociada. Además, se debe promover la ganadería y agricultura regenerativa, ampliar la bioeconomía y eliminar la deforestación ilegal.

3. No más oro ilegal y uso de mercurio: Se debe poner fin a la producción ilegal de oro y a sus efectos adversos en términos de deforestación, contaminación de ríos con mercurio y erosión del suelo amazónico.

4. Conservar el 80% de la Amazonía: Para fines de esta década, el 80% de los bosques, humedales y ríos de la Amazonía deben estar bajo algún esquema de conservación y ser gestionados de manera efectiva e inclusiva. Esto incluye el fortalecimiento de la seguridad territorial de los pueblos indígenas como estrategia de conservación, garantizando así la conectividad entre paisajes y cuencas críticas.

5. Incentivar la bioeconomía: Los países amazónicos deben buscar un pacto regional que promueva una bioeconomía sostenible, dado su potencial para revertir el deterioro del bioma, crear oportunidades de inversión local y fomentar programas y proyectos en la región. Esto está alineado con lo discutido en la Conferencia Panamazónica de Bioeconomía celebrada en junio en la misma ciudad de Belém Do Pará.

Por lo tanto, la Cumbre es una gran oportunidad para que los países amazónicos asuman el liderazgo necesario para proteger este valioso ecosistema y busquen acuerdos de cooperación regional que se traduzcan en acciones concretas para proteger la Amazonía, promover el respeto de los derechos humanos, el bienestar de las comunidades y su seguridad alimentaria, así como garantizar medios de vida sostenibles.

¡La Amazonía nos necesita y evitar su punto de no retorno es una responsabilidad colectiva que no tolera demoras!