«En Venezuela la receta es la misma que en Nicaragua: encarcelar, mandar al exilio, represión e intolerancia total»

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Juan Sebastián Chamorro, un economista reconocido y exfuncionario del gobierno, fue uno de los 222 presos políticos que fueron desterrados de Nicaragua y despojados de su nacionalidad por el régimen de Daniel Ortega en febrero de 2023.

Chamorro, perteneciente a una familia que ha tenido un papel importante en la historia política de Nicaragua, anunció su precandidatura a la presidencia del país en 2021. Sin embargo, esta aspiración se vio frustrada cuando el régimen emitió órdenes de arresto contra todos los candidatos presidenciales de la oposición.

Desde su exilio, Chamorro se ha unido a otros opositores de Ortega en una plataforma llamada Monteverde. A través de esta plataforma, Chamorro y otros líderes presentan una alternativa democrática viable para una transición política en Nicaragua, ante la Unión Europea.

Durante su reclusión en la cárcel, Chamorro experimentó el aislamiento total. Pasó 20 meses en prisión, de los cuales seis estuvo completamente incomunicado. Esta situación generó una gran tensión psicológica, tanto para él como para su familia. No pudo ver ni hablar con su esposa e hija durante 18 meses, hasta que se le permitió una llamada telefónica de 10 minutos. El aislamiento y la privación del derecho a la visita regular de sus familiares fueron una tortura psicológica.

Chamorro también expresa su preocupación por las condiciones en las que se encuentran los presos políticos que aún permanecen en Nicaragua. Él considera que estas personas están en peores condiciones que él y los demás exiliados, ya que sufren abusos y torturas físicas. Monseñor Rolando Álvarez también es mencionado como una figura preocupante en esta situación.

La reciente expulsión de 12 sacerdotes a El Vaticano también es objeto de análisis por parte de Chamorro. Él ve esto como un patrón que se repite en el régimen de Ortega, donde la expulsión del país es una forma de silenciar a los opositores. Chamorro resalta que, a pesar de la expulsión de los sacerdotes, aún hay alrededor de 80 presos políticos en las cárceles de Nicaragua.

Chamorro destaca el grado de intolerancia del régimen, que incluso encarcela las imágenes de los santos veneradas por el pueblo durante las procesiones. Este nivel de represión y falta de libertad de pensamiento es comparado por Chamorro con regímenes como el de Corea del Norte.

Cuando se le pregunta qué puede detener los abusos de Daniel Ortega, Chamorro responde que la historia ha demostrado que las dictaduras no son sostenibles y que la de Ortega también llegará a su fin. Él cree que el pueblo nicaragüense será quien finalmente logre poner fin a esta dictadura, ya que la mayoría de la población está en contra de ella. Chamorro considera que la confluencia de un momento histórico y el hartazgo generado por la represión llevarán al colapso de la dictadura de Ortega.

Cuando se le compara la situación de Nicaragua con la de Cuba o Venezuela, Chamorro señala algunas diferencias. Nicaragua no cuenta con los recursos petroleros de Venezuela ni es una isla como Cuba. Además, la dictadura de Nicaragua se basa principalmente en una familia y no en un partido político institucionalizado como en Cuba. Chamorro considera que estas diferencias hacen que la dictadura de Ortega sea insostenible.

Respecto a la unidad de la oposición nicaragüense, Chamorro destaca que Monteverde ha surgido como una alternativa donde los opositores, a pesar de sus diferencias ideológicas, se unen contra Ortega. La pluralidad dentro de Monteverde genera preocupación en el régimen, ya que los opositores están preparando acciones conjuntas para debilitar la dictadura.

La principal propuesta de Monteverde es la vía electoral como forma civilizada de resolver las diferencias en Nicaragua. Sin embargo, Chamorro reconoce que las condiciones actuales no son propicias para un proceso electoral y que se deben hacer esfuerzos para presionar al régimen y lograr cambios que permitan un proceso electoral transparente. En este sentido, se busca denunciar las atrocidades del régimen ante instancias internacionales y mostrar una alternativa responsable para Nicaragua.

En cuanto a las expectativas de España y la Unión Europea, Chamorro sostiene que se están explorando todas las posibilidades de apoyo para la libertad de Nicaragua. Se consideran acciones de sanciones individuales e institucionales que presionen a la cúpula del régimen, siempre teniendo en cuenta que las sanciones no afecten al pueblo nicaragüense. Estas acciones de presión política son similares a las que se han implementado en Venezuela.

Chamorro agradece el ofrecimiento de nacionalidad española, que ha sido importante para los nicaragüenses que perdieron su nacionalidad debido a las acciones de Ortega. Él destaca que los crímenes de lesa humanidad son violaciones de los derechos humanos en cualquier parte del mundo y que una violación cometida contra un nicaragüense también afecta a los españoles.