Entre cucarachas te veas

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“No nos ayudamos. Peor aún, por alguna razón que desconozco, ciertos políticos terminan llevando al territorio de la intimidad, de la necedad, de lo inoportuno, todas las aristas de una tragedia que es cierta: la tragedia política, social, cultural, y la debacle económica de Venezuela. ¿Qué estamos haciendo?, ¿le dejamos la mesa servida al régimen? Mientras, el chavismo anda cómodo sentado pacientemente viendo el cadáver de sus enemigos pasar”.

Con Informacion de La Gran Aldea

Es que de verdad, caramba. Cuánto más lejos habrá que llegar. Cuánta burla, cuánta estulticia, cuánto trapo sucio hasta convertirlo todo en espectáculo barato, en mofa que ni a ópera bufa llega. ¿Saben todos los emisores -dicho en el lenguaje tradicional de la comunicación, pues- que al dirigirse a un espectador, su mensaje despierta referentes -quieran o no- en la imaginación del otro?, ¿se habrán enterado los protagonistas de esta historia de insecticida de la burla que ha despertado tal declaración/entrevista/libro?

Hablo de la entrevista a una que pudo ser pareja presidencial en Venezuela en el diario ABC de España:

«Concebimos a nuestra hija en la cárcel, en un baño, viendo correr las cucarachas» (SIC)1

Me pregunto: ¿decir esto era necesario?, ¿cuál era la intención de semejante revelación tan privada y extemporánea?, ¿despertar misericordia?, ¿lástima? O simplemente salvar del letargo y del anonimato a quienes viven cómodos y lejos para volver a ponerlos a figurar en la opinión pública.

Me preocupa que sigamos en el juego barato de Hugo: “Fulana, esta noche te doy lo tuyo”. No porque ambas cosas signifiquen lo mismo, sino porque ambos discursos terminan por transformar a la política -que en nuestro caso debería ser en mayúsculas porque así la necesitamos, la urgimos- en chanza, en burla, en chiste para la galería.

No nos ayudamos. Peor aún, por alguna razón que desconozco, ciertos políticos terminan llevando al territorio de la intimidad, de la necedad, de lo inoportuno, todas las aristas de una tragedia que es cierta: la tragedia política, social, cultural, y la debacle económica de Venezuela. En última instancia, ¿qué busca ese texto en el que se describe una escena erótica entre cucarachas como si fuera una epopeya de libertad?, ¿es en serio? Pero, ¿en serio?

“Que entre cucarachas de cualquier tipo no nos veamos más”

Allí están en Twitter los “receptores” del mensaje, teorizando cómo se hace el amor rodeado de cucarachas, qué posiciones, cuál higiene, si es que entonces el preso no estuvo preso, si las cucarachas eran voladoras, o no, si “el gordo” vio o no vio, y paro de enumerar, por vergüenza propia, la secuela jocosa-rocambolesca-lastimosa del episodio. Y ni hablar de los memes. Y menos del fragmento del libro que si he entendido bien se titula “Nos quieren muertos” y que aún no hemos leído pero que sospecho puede ser el argumento para ¿una película, una serie, una saga?

Toda esta alharaca de declaraciones y episodios erótico-infestados es un despropósito, me temo. Una terrible falta de sentido común con el auxilio del periodismo pago. ¿Fue cierto, existió acaso la escena de la pareja haciendo el amor mientras las cucarachas corrían a su alrededor? Ya poco importa, hoy queda la burla.

Y que quede claro, que no haya error: la crítica, los memes, la chanza, no provienen del chavismo (el chavismo anda cómodo sentado pacientemente viendo el cadáver de sus enemigos pasar). Muy por el contrario, leo en la propia oposición (y yo misma), el estupor y la indignación por el error de cálculo, de criterio, la falta de sindéresis. Y peor aún, por el exceso, no solo convertido en declaraciones innecesarias sino en publicidad paga para el libro y sus protagonistas. ¿Qué estamos haciendo?, ¿le dejamos la mesa servida al régimen?

Me horroriza pensar en la criatura que, según la pareja dice en la entrevista, fue concebida bajo esas circunstancias tan faltas de belleza y dignidad. Las consecuencias, en esa personita, de tal descripción pública, pueden ser devastadoras. Como mamá que soy, ruego que no sea así.

Me horroriza pensar también que el lugar de toda la tragedia venezolana, real y palpable, lo ocupen declaraciones infelices como esta, narraciones como estas. Es muy injusto convertir el mal en circo. Muy cruel.

Mucho más interesante, más universal, si a ver vamos, resulta el tema de las cucarachas. Su nombre científico es Blatta orientalis. Originario de Europa, este animal cuyo cuerpo mide unos 2,5 centímetros se expandió por todo el mundo, dicen los diccionarios. La cucaracha común habita en torno a materia en descomposición y en lugares cálidos y húmedos como sótanos, desaguaderos y alcantarillas.

Las cucarachas son insectos de cuerpo negro y rojizo, aplanado, que disponen de seis patas y antenas. Estos animales pertenecen al orden de los hemimetábolos ya que se desarrollan en apenas tres fases (huevo, ninfa e imago), realizando una metamorfosis incompleta. Existen miles de especies de cucarachas. Además de tener diferentes tamaños, las especies también se distinguen por sus características. Algunas son voladoras, por ejemplo, mientras que otras no pueden volar.

Entre las propiedades de las cucarachas, se destaca su capacidad de adaptarse a todo tipo de ámbitos. Por eso se las encuentra en ciudades de todo el mundo. Las cucarachas incluso pueden tolerar grandes dosis de radiactividad, y vivir más de un mes sin acceso al agua. Esto explica en líneas generales la “cucarachopedia.org” (No es chiste).

Sin embargo, la National Geographic dice que uno de los mitos científicos más famosos es la supervivencia de las cucarachas en el caso de que se produjese una catástrofe nuclear. No lo sé, pero habré de averiguar para corroborar la verdad de esta teoría. La cucaracha además no es solo interesante sino histórica. Y, cinematográfica, musical y por supuesto, literaria (Ah, Franz Kafka y su Gregorio Samsa).

La cucaracha, a pesar de que ya no puede caminar, tiene un recorrido histórico en canciones desde España hasta América, pasando, por supuesto, por México y mutando, desde el siglo XIX, al corrido que nos es propio hoy en día.

“Popularmente conocida como ‘La cucaracha, se trata de una canción folklórica tradicional de origen español, posteriormente popularizada en México durante la Revolución, con letras autóctonas.

Se trata de un corrido registrado por el poeta y folclorista español Francisco Rodríguez Marín, y su letra original hace alusión al enfrentamiento entre cristianos y moros, el cual concluye en 1492 con la rendición de la Alhambra por parte de estos últimos.

Y si bien a lo largo de su historia surgieron innumerables versiones con pequeñas variaciones en la letra, siempre se comienza de la misma manera: ‘La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar’2.

(…) “El primer documento en América del que se tiene registro donde se la menciona es una novela mexicana de 1819 titulada La Quijotita y su prima, del escritor Joaquín Fernández de Lisardi. En la trama, la referencia aparece durante el funeral de una perrita, que dice: ‘Un capitán de la marina que vino en una fragata entre varios sonecitos trajo el de ‘La Cucaracha’”3.

Desde entonces la canción fue versionada y adaptada a distintos conflictos políticos y a distintos bandos. La Cucaracha era tan famosa en su época, que las tropas de Venustiano CarranzaPancho Villa y hasta Victoriano Huerta la utilizaban para burlarse del contrario. A la cucaracha de Pancho Villa, por ejemplo, no le faltaba una pata sino marihuana pa’ fumar, de acuerdo a la fama de beodo y fumón que tenía el prócer.

Con los años La Cucaracha cruzó las fronteras y, en 1934, llegó hasta la Argentina, donde el compositor la engalanó, y le hizo un destacado arreglo para orquesta. Y de allí hasta hacerse inmortal en la música (hasta Louis Armstrong la tocó), en el cine (hasta María Félix fue elenco de la película “La Cucaracha” junto a Dolores del Río) y en la literatura (hasta Kafka).

Inevitable también pensar en La Cucaracha del británico Ian McEwan. El autor afila las garras para escribir esta sátira mordaz de la Inglaterra del Brexit y la Europa de los populismos. El arranque de la novela es, nada más y nada menos, que una reelaboración del famosísimo inicio de La metamorfosis de Kafka. Solo que en el texto de McEwan se invierten los roles y nos encontramos con una cucaracha que un buen día, al despertarse, descubre que se ha convertido en un enorme ser humano, concretamente en un primer ministro del Reino Unido. Y resulta no ser la única cucaracha transformada en político que se mueve por las altas esferas.

Sounds familiar, Mr. McEwan. Una novela que obviamente denuncia la pavorosa degradación de la clase política, ya no digamos que solo en Inglaterra… que también muy cerca se cuecen habas.

No lo sabían ni entrevistadores ni entrevistados, claro que no: La cucaracha da para mucho más que una sátira de insecticida, que una burla a destiempo, que un relato heroico sin héroes.

Ellas, las cucarachas, feítas y despreciadas, dan hasta para representar todo lo que no queremos empañando nuestras verdaderas cuitas, rememorando fracasos viejos. Que el Todopoderoso nos ampare. Que entre cucarachas de cualquier tipo no nos veamos más.


(1)https://www.abc.es/xlsemanal/personajes/entrevista-lilian-tintori-y-leopoldo-lopez-libro-historia-venezuela-maduro.htm