“Venezuela fue examinada por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas por quinta vez y, otra vez, se volvió a cuestionar la independencia de los poderes en el país. Nuestras presas políticas siguen a la orden de los tribunales de justicia, aunque éstos sigan bajo las órdenes del Poder Ejecutivo”.
En este momento hay al menos veintisiete mujeres detenidas por razones políticas en Venezuela: cuatro por el intento de magnicidio con los drones (2018); tres por el caso “gobernadora de Monagas” (2019); cinco por la “Operación Gedeón” (2020); una por el caso “el estadounidense espía” (2020); una que sirvió en Miraflores (2020); una que milita en la UBCh (2021); tres vinculadas con rehenes estadounidenses (2022); cuatro caficultoras en Lara (2023, ya con medidas cautelares); dos defensoras de derechos humanos en Carabobo (2023); la madre de un militar detenido por el caso de los drones (2023); la asistente de un militante de Voluntad Popular (2023)… Y la jueza que hoy, justo hoy, 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, cumple catorce años desde que le arrebataron su libertad por dársela a un detenido.
Muchas de ellas están detenidas en pésimas condiciones en sus centros de reclusión. Algunas, mientras transcurren sus procesos penales y otras cumpliendo una condena desproporcionada o que no les pertenece.
Mientras tanto, mucho ha pasado este 2023.
Venezuela fue examinada por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas por quinta vez y, otra vez, se volvió a cuestionar la independencia de los poderes en el país. Nuestras presas políticas siguen a la orden de los tribunales de justicia, aunque éstos sigan bajo las órdenes del Poder Ejecutivo.
“No podemos olvidar que también tenemos mujeres que solo fueron excarceladas, o sea, todavía no son libres”
Semanas antes de que el Comité emitiera sus conclusiones y recomendaciones, el informe de la Misión de determinación de los hechos relató las nuevas formas de persecución y ataques al espacio cívico y democrático, de los cuales cualquiera de nosotros podría ser víctima en cualquier momento. Por ejemplo, hace unos días, el fiscal general Tarek William Saab solicitó orden de captura de Claudia Macero, coordinadora de comunicaciones de Vente Venezuela.
No hay que olvidarlo: 492 mujeres han sido detenidas por motivos políticos entre enero de 2018 y el 30 de septiembre de 2023, de acuerdo con el conteo del Foro Penal. Estas detenciones han ocurrido hasta por manifestaciones pacíficas por las fallas constantes en los servicios básicos.
También este año, la Defensoría de las Víctimas de la Corte Penal Internacional dijo: “En Venezuela se siguen cometiendo crímenes con impunidad”. Nuestras presas políticas y sus familias son la evidencia de estos crímenes, hoy y siempre. En este contexto, no sorprende la condecoración del fiscal general al fiscal Farik Mora, del caso drones, sancionado por la Unión Europea tras la comisión de graves violaciones a los Derechos Humanos, denunciadas por las mismas víctimas.
Este 2023, cómo no, tuvo sus alegrías: en agosto, la presa política Yelut Naspe, detenida desde 2015 bajo la figura de “prisión preventiva”, obtuvo su libertad tras cumplir una condena que jamás debió tocarle. En octubre ocurrió la liberación de cinco presos políticos, entre ellos dos mujeres.
Pero la alegría aún no es plena: Emirlendris Benítez sigue esperando atención y tratamiento médico especializado; María Lourdes Afiuni espera que le permitan viajar para recibir los suyos; Aidaliz Guarisma todavía no ha visto a su niña; Ivonne Barrios no ha visto a ningún familiar; a Jennifer Osuna no le permitieron ir al entierro de su padre; María Auxiliadora Delgado Tabosky sigue esperando su libertad para volver a comenzar su tratamiento de fertilidad; Carla Antón todavía se recupera de los tratos crueles y de la paliza que le dieron apenas la detuvieron; Marys Andreina Colmenares y Rita Virginia Pérez siguen imputadas por el delito de asociación para delinquir. Y no podemos olvidar que también tenemos mujeres que solo fueron excarceladas, o sea, todavía no son libres.
Ninguna de ellas celebró los golazos de la Vinotinto ni pudo ir al concierto de Jerry Rivera. Ellas no votaron en la elección primaria ni marcharon por el cese de la violencia de la que todavía son víctimas por ser mujeres. Una de ellas soñó con ir a ver el musical Los Miserables en el Teatro Teresa Carreño y acabó cantándose a sí misma “Otro día se va”. Porque eso es justo lo que pasa: la vida se les va, mientras que las negociaciones tienen su propio tiempo.