Para 2021 el mercado del arte NFT generó aproximadamente $22.000 millones en operaciones de compra y venta, una cifra que refleja el auténtico ‘boom’ que han sido las obras digitales criptográficas, a pesar de que muchos señalan que esta industria no es más que una burbuja o que es causante de contaminación ambiental
Brian Contreras| TalCual
Unas pocas líneas difusas marcan la silueta de un rostro con una tez azul muy claro, que luce una bandana azul oscura que apenas se distingue. Esta es la brevísima descripción del CryptoPunk 5822, una obra de arte digital de 8 bits y dimensiones de 24×24 pixeles que se vendió el pasado 12 de febrero por un valor de 23,7 millones de dólares.
Esta diminuta pieza de arte digital —que de imprimirse mediría tan solo unos 6×6 milímetros y apenas podría verse— forma parte de una colección de 10.000 piezas con características muy similares, pero nunca iguales. Estos son los «CryptoPunks» y conforman lo que se ha reconocido como la primera colección NFT del mundo.
Los CryptoPunks fueron creados en 2017 por Larva Labs, una organización dedicada al desarrollo de software. Emitieron 10.000 piezas únicas y las lanzaron al mercado. Cuatro años después, se venderían por millones de dólares y abrirían las puertas para que decenas de proyectos similares salieran a la luz.
Para Larva Jabs, el éxito de los CryptoPunks fue un auténtico golpe de suerte. Nadie habría esperado que unas piezas digitales tan sencillas pudieran tener un valor de mercado tan elevado, pero la popularidad de los NFT dio lugar a un mercado difícil de comprender.
La sociedad venezolana, después del abrebocas que tuvo con los juegos NFT que permitieron a miles de venezolanos ganar sumas importantes de dinero a cambio de jugar un par de horas en sus computadoras o celulares, ahora se topa con la llegada del arte NFT.
Artistas criollos empiezan a incursionar en los terrenos del criptoarte, convirtiendo sus obras en NFT, mientras muchos contemplan escépticos ante la volatilidad del mercado de las criptomonedas y la caída estrepitosa de los juegos NFT.
En este contexto ambiguo y en medio de muchas dudas y desconocimiento, los artistas venezolanos ven en los NFT una gran oportunidad para salir adelante y vender su arte.
Apostando por la innovación
Ser artista en Venezuela nunca ha sido fácil. Los incentivos económicos para dedicarse al ámbito artístico no son los más prometedores. Aunque el Estado solía incentivar el movimiento artístico hace años, la llegada de la crisis económica relegó al creativo a un segundo o tercer plano.
Por suerte para los artistas de esta generación, las plataformas digitales son espacios idóneos para dar a conocer sus talentos y llegar a cada vez más personas. No obstante, el consumo cultural en Venezuela es diminuto.
En medio de estas barreras, surgen los NFT y se postulan como una nueva oportunidad que promete impulsar a nuevos horizontes en el mundo digital.
Claro está, un NFT no genera oportunidades por sí mismo. Al hablar de un token no fungible (como se traducen sus siglas al español) se hace referencia, en términos prácticos, al registro de esa pieza digital en una blockchain.
Al crear un NFT, se genera un fichero con los datos del archivo. Puede ser una imagen, un video, una canción o cualquier otra pieza de información digital. Esta se «tokeniza» y se registra en la blockchain. De esta forma, se produce una especie de certificado que sirve para avalar que la propiedad del archivo le pertenece a una persona.
Con este mecanismo, un artista puede crear una pieza digital y vincularla consigo mismo. Esto hace única a la obra. Aunque pueda copiarse, descargarse o replicarse, como es común en Internet, el certificado le pertenecerá a la misma persona.
Artistas venezolanos han aprovechado esta tecnología para comercializar sus obras, sabiendo que pueden ofrecer el concepto de «exclusividad» en un espacio como Internet, donde todo está al alcance de todos.
Esto fue lo que atrajo a Oscar Olivares, ilustrador conocido por la cuenta de Instagram @olivarescfc, a la tecnología blockchain y al concepto de los NFT, en los que vio una nueva forma de esparcir su arte y una oportunidad comercial.
«Me llamó la atención la posibilidad de vender el arte digital mostrándolo como una pieza única. Aunque yo siempre imprimo hasta un máximo de 15 ejemplares de cada obra, ahora con los NFT las personas tienen un certificado que los avala como los dueños de esas piezas. Es un proceso más completo para el cliente», destacó Olivares.
La primera colección NFT de Olivares se lanzó el pasado 12 de enero. Estuvo constituida por 58 piezas digitales NFT en total, ocho de ellas completamente únicas y las otras 10 con una emisión máxima de cinco ejemplares.
Olivares tasó sus obras en 230 BUSD (una criptomoneda anclada al valor del dólar) a través de la plataforma de intercambio de criptomonedas Binance. En apenas 12 horas se agotaron. Las piezas exclusivas fueron subastadas y la mayor venta que se registró en la subasta fue por el valor de 700 BUSD.
Colección de arte NFT de Oscar Olivares
Una de las obras de Olivares ya se revende en 1.200 BUSD
La experiencia del ilustrador es un ejemplo del éxito que pueden alcanzar los artistas venezolanos con este esquema, al menos en el contexto actual, en el cual la novedad de los NFT causa furor y eleva el interés.
Otra historia de éxito es celebrada con una copa en la mano, como sugiere el concepto artístico de Katherine Bastidas (@katherinevoz), una artista merideña que intenta innovar en el ya novedoso mundo de los NFT al tratar de instaurar una nueva corriente artística.
Bastidas lanzó su colección de NFT en diciembre de 2021. Se trata de una serie de piezas digitales de bebidas con conceptos variopintos, inspirados por noticias sobre Venezuela o el mundo de las criptomonedas. Las «Cripto Drinks» son una manera de celebrar o transmitir un mensaje acerca de los hechos.
Este concepto fue denominado por Bastidas como hiperrealismo metafigurativo transaccional (HMT), un tipo de arte creado específicamente para el mundo digital, presentado a través de una galería de realidad virtual en donde se exhiben todas sus creaciones.
Galería de arte NFT de Katherine Bastidas
Según sus propias palabras, su arte es «hiperrealista» porque reproduce la realidad; es «metafigurativa» porque representa un mundo que existe y se convierte en algo multidimensional; y es «transaccional» porque se hace una especie de transacción de algo real a algo digital.
«Si nos trasladamos al pasado y pensamos en Picasso, uno de los íconos del arte, junto a dos artistas crearon el cubismo. Posterior a ellos, muchos otros artistas siguieron ese estilo. Eso mismo estoy tratando de hacer en el mundo del criptoarte, que no tenía ningún estilo propio», explicó Bastidas.
Sus criptodrinks han tenido «mucha receptividad a nivel nacional e internacional» en las plataformas de Mintable y OpenSea, como parece demostrar la reventa de una de sus obras, pues el nuevo dueño de la pieza digital la está tasando en $3.000.
Nuevas posibilidades
El mercado de los NFT ganó popularidad durante 2021 y su propia fama impulsó el mercado. En pocas palabras, se convirtieron en una auténtica moda.
Es por eso que el mercado NFT tuvo un crecimiento tan importante. Se estima que para 2021 logró mover un total de $22.000 millones, un aumento radical si se le compara con los $100 millones que logró generar en 2020.
Según cifras de NonFungible, en toda la historia se han procesado casi 37 millones de ventas y las ventas han generado un estimado de $23.326 millones.
Historial de transacciones del mercado NFT
Historial de transacciones del mercado NFT. Durante la mitad de 2021 alcanzó su punto más álgido y tuvo un retroceso hacia 2022, pero sigue manteniendo una presencia importante
Estas cifras dan una idea del crecimiento del mercado de los NFT. De un momento a otro, decenas de proyectos empezaron a surgir y los precios se dispararon por los cielos. Su estabilidad futura es otro tema de discusión y muchos analistas consideran que se trata de una burbuja que explotará más temprano que tarde.
Dejando de lado las dudas sobre el futuro del mercado de los NFT, las ventajas de su tecnología no dejan dudas. Permiten que cualquier artista pueda automatizar sus ventas y obtener regalías a futuro. Es un sistema que beneficia al creador de contenidos digitales.
«Democratiza un montón la venta y exposición del arte, más de lo que ya lo venían haciendo las redes sociales. Antes los artistas dependían de que una galería de arte los aceptara y mostrara. Ahora, gracias a los NFT, los artistas no solo se exponen sino que pueden vender su arte de manera digital a gente de todas partes del mundo. Estamos viendo artistas de incluso 12 años haciendo miles o millones de dólares vendiendo su arte de esta manera», razonó Olivares.
La tecnología blockchain permite automatizar muchos procesos que antes complicaban la comercialización de obras. Las plataformas que se utilizan para vender NFT procesan todo sin apenas intervención del artista. Con especificar el valor de la obra y ponerla a la venta, el sistema se encarga del resto. Alguien la comprará y el dinero se depositará en la billetera digital del artista automáticamente. La propiedad se transferirá al comprador, aunque quedará constancia en la blockchain de cuál usuario creó la obra.
Además de estos atractivos, quizás el más llamativo es la posibilidad de generar regalías vitalicias, pues es posible programar el contrato inteligente que ejecuta las operaciones de manera automática para que cada vez que la obra sea vendida, se transfiera un porcentaje del monto al artista, aunque este ya no tenga nada que ver con las futuras ventas de su creación.
La blockchain de Binance, donde Olivares lanzó su colección, establece una regalía fija del 1%. Es decir, cada vez que la obra se revenda, un 1% del monto se transferirá al usuario que la creó. Otras plataformas permiten configurar este porcentaje, pero indistintamente de la cantidad de dinero, recompensa al artista por su arte.
«Los artistas pueden tener regalías vitalicias de un arte. Si tienen una obra y esta se revendió cinco veces, de esas cinco reventas el artista sigue recibiendo dinero. Son más las ganancias para los artistas», acotó.
Además de los beneficios económicos, también crea condiciones nuevas y más ventajosas para la exposición y el alcance del creador de contenidos digitales, porque el cliente pasa a ser el mundo entero.
Las redes sociales permiten que un joven ilustrador publique sus obras en redes como Instagram y consiguiera atención paulatinamente, hasta captar el interés de posibles clientes que den con su contenido. Sin embargo, luego del contacto entre el cliente y el artista, hay una serie de pasos extra para que se concrete cualquier negocio. Deben llegar a un acuerdo entre ambos, seleccionar un método de pago y confiar en que la otra parte cumplirá.
Con las plataformas NFT esto no ocurre. Si un comprador de cualquier parte del mundo tiene interés por la obra, hace clic en un botón y todo se ejecuta de manera automática. Ni siquiera es un condicionante la barrera del idioma, lo que amplía por mucho el mercado al que puede acceder un artista, según expone Bastidas.
«En el mundo hay millones de artistas tradicionales, que pintan físicamente en un lienzo, lo enmarcan y lo venden. Estos artistas se ven muy reducidos, porque puedes vender tu obra en una avenida, pero más allá de tu ciudad difícilmente tendrás un comprador. Cuando pasas esa obra a formato digital, estás abriendo tu mundo. Puedes lograr que más allá de las barreras de tu ciudad, conozcan tu arte, la compren y te conozcan», sostuvo.
Arte NFT: futuro y polémica
La propuesta tecnológica del NFT es atractiva. Pretende descentralizar el comercio del arte y ofrecer más opciones tanto a artistas como a compradores.
Sin embargo, empieza a desarrollar vicios que despiertan dudas en todo el mundo. Para muchos, el arte NFT es sinónimo de especulación, moda, estafa y contaminación ambiental.
Al revisar el historial de ventas de obras NFT es imposible no mirar con alerta los montos por los que se comercializan algunas obras y su constante revalorización.
El pasado 2 de diciembre un misterioso artista digital que trabaja bajo el seudónimo de ‘Pak’, lanzó una colección compuesta por 312.686 piezas, pero no se trataba de obras distintas, sino todos fragmentos minúsculos de un mismo NFT. 28.983 coleccionistas compraron todas las partes y son propietarios de porcentajes diminutos de la obra. La venta totalizó los $91,8 millones.
La obra de Pak está constituida por miles de fragmentos y actualmente tiene 9.400 dueños. Cientos de piezas se siguen comercializando en la plataforma OpenSea
Pero quizás el caso más sorprendente sea el ‘Beeple’, sin lugar a dudas el criptoartista más famoso del mundo. Tres de sus obras figuran entre los 10 NFT que más dinero han recaudado, una de ellas por $69 millones. Sus ventas lo convierten en el tercer artista vivo que más dinero ha generado por la comercialización de su arte.
El arte es subjetivo y valorarlo en función de la técnica o el talento del artista sería, cuando menos, impreciso. No obstante, para muchos críticos de este mercado es un auténtico misterio como piezas apenas distinguibles, como es el caso de los CryptoPunks, pueden venderse por millones de dólares.
Los 10.000 ejemplares de CryptoPunks han causado revuelo en el mundo entero. Tan solo en esta imagen se muestran 1.000 piezas y esos diminutos rostros se venden por miles de dólares
Las dudas no se quedan únicamente con los estratosféricos montos. También radican en polémicas por la autenticidad de algunas colecciones e incluso en evidentes intentos de especular con algunas obras. CryptoPunks ha estado al frente de la mayoría de estas polémicas.
En primer lugar, por un problema que hubo con su primer lanzamiento de la colección, el cual tuvieron que retirar. Ahora que se revalorizó, los compradores de la primera colección exigen el reconocimiento de la validez de las obras que compraron, exactamente iguales a las que ahora cuestan millones de dólares.
El otro evidente problema es la especulación a la que incurren algunos propietarios de NFT comprando sus mismas obras para incrementar su valor artificialmente y dar una falsa sensación de que se revalorizan.
Ante estas polémicas, Olivares cree que son vicios propios del mundo artístico, solo que en formatos y modalidades nuevas ya que es una tecnología que acaba de nacer.
«Así como están migrando muchas cosas positivas, también migran muchos vicios que ya existían en el mundo del arte. Se critica que haya especulación y se vendan cosas que no son arte, pero ya eso existía antes con el arte tradicional. Siento que están muy nuevos y por eso pasan esas cosas. Hay muchas preguntas que quedan al aire. Es algo de lo que debemos cuidarnos y denunciarlo», subrayó.
La deuda pendiente del mercado, indistintamente de los vicios nuevos, es su huella de carbono. La blockchain de Ethereum, en la que se basa la mayor parte del mercado NFT, es un foco de contaminación permanente por la energía que se requiere para mantener la red.
Un estudio realizado por la universidad de Cambridge estima que la red de Bitcoin consume unos 131 teravatios por hora (TWh) anualmente en todo el mundo. Esta cantidad supera por mucho los 62 TWh que se estiman en Venezuela, los 73 TWh de Colombia y hasta los 124 TWh que promedia Argentina. Incluso países europeos como Suecia (123 TWh) o Noruega (123 TWh) consumen menos.
El consumo energético es una crítica común entre los detractores del arte NFT
Este cuadro muestra la evolución del consumo eléctrico de Bitcoin desde su lanzamiento, medido en gigavatios (GW)
Aunque la red de Ethereum está muy lejos de consumir la misma cantidad de energía que Bitcoin, tiene un peso importante. Se estima que se emplean aproximadamente 49 TWh para mantener la red de Ethereum, similar al consumo energético anual de Perú.
El impacto ambiental es algo en lo que debe trabajar Ethereum. Sus creadores empiezan a tomar medidas para solucionarlo y hacer una transición hacia un modelo más verde. Entretanto, hay muchas otras opciones más amigables con el medio ambiente que pueden alojar NFT.
De hecho, algunos proyectos de arte NFT provenientes de Venezuela ya han explorado estas alternativas, como es el caso de La Tokenía, una iniciativa que trata de conglomerar a varios criptoartistas venezolanos en un mismo sitio para promocionar sus creaciones.
Se promocionan con el concepto de una «taguara digital» y exhiben obras relacionadas con esta idea. Los artistas crearon obras NFT para tratar de plasmar sus ideas de lo que debería ser o contener una taguara en Venezuela. Su palestra es una galería digital.
Las obras de La Tokenía están basadas en la tecnología de Tezos, una blockchain que no depende de las emisiones de carbono para mantener su operatividad.
Ideas como esta, que cada vez incluyen a más artistas y tratan de aminorar los prejuicios en contra del arte NFT pueden apoyar a la difusión del arte en Venezuela, generar más casos de éxito y demostrar que se puede vivir de la creatividad artística.
Así como Olivares, que inició haciendo dibujos a sus compañeros de clases a cambio de que le pagaran compras en la cantina del colegio; o como Bastidas, que dio sus primeros pasos replicando posters de películas románticas, muchos otros artistas pueden surgir gracias a la «moda» de los NFT.
«Yo recomiendo a los artistas tradicionales que lleven sus obras al mundo digital, que se atrevan y tengan creatividad. Hay tantos criptoartistas que es difícil buscar la manera de que te vean, pero existe la posibilidad si encuentras un concepto o algo que sea solamente tuyo», recomienda Bastidas.
En el caso de Olivares, recuerda que esta industria apenas da sus primeros pasos y que en el futuro podría haber muchas más opciones de negocio para los artistas.
«Siento que esta va a ser una forma protagónica en los próximos años para el mundo del arte. Ofrece oportunidades a los artistas, no solo con la venta de sus NFT, sino con la posibilidad de diseñar para empresas y marcas. Son muchas las oportunidades laborales que pueden surgir», razonó.
Mientras tanto, el mundo digital avanza. Los metaversos generan ilusión con proyectos como el propuesto por Mark Zuckerberg y tanto los NFT como las criptomonedas parece que seguirán dando de qué hablar durante muchos años.