Grosera e impresentable “suegra de Omar Enrique se cree por encima de la autoridad y forma un escándalo ante visita de funcionario de la alcaldía”

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En Casigua, El Cubo, capital del Municipio Jesús María Semprúm del estado Zulia, una vez más la suegra de Omar Enrique, protagoniza un nuevo escándalo de corrupción.

Esta vez con otro ciudadano que dijo ser funcionario de la alcaldía, los insultos, las malas palabras y la precaria educación de Olaida Villalobos, al ofender al funcionario llamándole, «muerto de hambre y maldito», quedó en evidencia, quien valiéndose de su puesto en el Instituto de Previsión Social de los Funcionarios y Empleados del Ejecutivo del Estado Zulia, escaló el poder y ahora se dedica al lavado millones de USD y se han enriquecido ilícitamente. 

Villalobos sostuvo una airada discusión con un hombre quien se identificó con el oficialismo, todo esto por el control de la gasolina en la estación, donde es propietaria la famosa y escandalosa suegra de Omar Enrique.

Entre los gritos y el alboroto se puede oír claramente “llama a Omar Enrique” de manera intimidatoria. Hasta los puntos de ventas salen a relucir en este vídeo, donde deja en evidencia el descarado robo y tráfico de influencias de Villalobos, pues no cobra el combustible en bolívares, sino en pesos colombianos por su cercanía con Colombia y dólares, táctica bien conocida por los venezolanos.

Recordemos que en el pasado Olaida Villalobos ha tenido otros episodios donde deja salir toda su rabia, aunque nos preguntamos ¿por qué tanto odio?, si bien enchufada es, y que tiene décadas gozando de privilegios que van en contra de la miseria de los zulianos.

En el pasado, Villalobos, la suegra de Omar Enrique, dijo: «Que se muera este pueblo de hambre».

Una vez más, Olaida Villalobos deja muy claro, que tiene episodios de esquizofrenia, rebeldía o abuso de poder, pues su estado anímico y la rapidez de enfurecerse es notable, aparte del mal gusto que tiene en su manera de vestir, con tanto dinero que ha lavado por lo menos debería contratar un estilista que le fije bien sus pelucas, y no pase vergüenza, aunque la vergüenza es algo que el chavismo no conoce.