Hipotensión ortostática, el síntoma de las nuevas variantes de ómicron que se expanden por el mundo

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La pandemia no ha terminado aún y aparecen nuevas mutaciones que generan nuevas variantes. Los sublinajes BA.4 y BA.5 de Ómicron han puesto en alerta a las autoridades sanitarias por su mayor transmisibilidad y porque son capaces de escapar a la inmunidad natural o vacunal.

La Patilla

La BA.5 ya es predominante en varios lugares del mundo y está impulsando una oleada de casos en las últimas semanas. Ante esta situación, es importante conocer los síntomas que están provocando las nuevas variantes.

La evidencia científica con la que se cuenta hasta ahora sugiere que las infecciones con provocadas por estas subvariantes no generan una enfermedad de mayor gravedad.

Al igual que BA.1, el linaje original de Ómicron responsable de la ola de fin de año en 2021, estas versiones se caracterizan por provocar fiebre, dolor de garganta, dolores de cabeza, dolores musculares, secreción nasal y tos seca.

Se suman otros síntomas como la anosmia (pérdida del olfato), ageusia (falta de gusto), disnea (sensación de falta de aire), fatiga o vértigo. El Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica señala que la diarrea también se presenta de forma más común con estas variantes.

Además, una investigación publicada en la revista alemana Ärztezeitung alertó sobre otros síntomas en las versiones más recientes de Ómicron: síncopes y desmayos repentinos. Los autores del estudio señalan que estos síntomas podrían estar relacionados a la implicación del coronavirus con el sistema nervioso, provocando lo que se conoce como hipotensión ortostática.

Según recoge Mayoclinic, la hipotensión ortostática es una forma de presión arterial baja que se produce cuando te pones de pie tras estar sentado o acostado que puede hacer que te sientas mareado o aturdido, e incluso puede provocarte un desmayo.

Esto es debido a una afectación del nervio vago, que es muy frecuente en la Covid. El nervio vago, el más largo de todos los nervios craneales, es el encargado de controlar el sistema nervioso parasimpático, el que controla las funciones y actos involuntarios.

Según los investigadores, cuando el nervio está afectado, trabaja de forma más ralentizada y no tiene capacidad de aumentar la tensión para que la sangre llegue de forma adecuada al cerebro. El cerebro interpreta que no tiene oxígeno, y como forma de defensa provoca el desmayo.

El estudio analizó el caso de un hombre de 35 años que sufrió diversos síncopes después de contagiarse. Encontraron que la frecuencia cardiaca del paciente aumentó inicialmente a 110 latidos por minuto mientras estaba de pie, sin que su presión arterial subiera.

Dos o tres minutos después, la frecuencia disminuyó lentamente hasta el punto en el que el paciente comenzaba a tambalearse, sufrir mareos y desmayo. El paciente siguió sufriendo estos desmayos hasta seis meses después de su positivo.