La negociación como placebo político

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En el campo de la medicina, es común utilizar placebos para generar una respuesta positiva en los pacientes. Estas sustancias carecen de acción terapéutica, pero se administran con la intención de mejorar la predisposición del paciente hacia la recuperación. El efecto placebo demuestra cómo la atención y el cuidado pueden tener un impacto en la salud del individuo, incluso si se basa en una falsa premisa.

En el ámbito político, también encontramos situaciones similares que podríamos llamar «placebos», aunque su efectividad es menos evidente. Esto se debe a que la sociedad no siempre es receptiva ni tan noble como el cuerpo físico. Desde mi perspectiva, el proceso de negociación política a menudo se convierte en un placebo que busca satisfacer a una minoría de la población, mientras que la mayoría sigue experimentando inestabilidad y condicionamiento social en su vida diaria.

Un ejemplo reciente de esta dinámica es la negociación de Barbados, que parece ofrecer una solución aparente a los problemas políticos, como si fuera una opción viable para un régimen autoritario. Sin embargo, en realidad, las cláusulas de esta negociación ya están establecidas en nuestra Constitución, y los gobiernos anteriores las han violado sin consecuencias.

Es cierto que los placebos a menudo brindan un sentido de satisfacción y esperanza, pero no se puede ignorar que intentan ser algo que no son. Un placebo puede funcionar como un paliativo en ciertos casos, pero no es efectivo para todos, especialmente en situaciones políticas críticas o con complicaciones.

En resumen, a un año de las elecciones presidenciales, las negociaciones de Barbados parecen ser un intento insuficiente de abordar los problemas políticos. Cuestiono la rapidez e improvisación con la que se llevó a cabo esta negociación y la supuesta solución política que se plantea, sin tener en cuenta las reacciones negativas de las partes afectadas. La atención mediática y la superficialidad de los aspectos presentados intentan hacernos creer que solo las propuestas de estos actores son viables, cuando la mayoría de la población no se siente representada por quienes están negociando.

Los placebos políticos se diseñan para influir en la moral y proponen compromisos que dependen de la voluntad y el interés de las partes involucradas. En otras palabras, se firman acuerdos sin garantías sólidas para su cumplimiento. Es precisamente esta falta de garantía lo que permite que el gobierno, una vez obtenidos los beneficios inmediatos, incumpla los acuerdos. Seis meses son suficientes para obtener recursos económicos y luego ignorar todo lo demás justo antes de las elecciones de 2024.