Nueva teoría sobre el origen de los agujeros negros llega desde Latinoamérica

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Con Informacion de Wired

Un grupo de científicos chilenos ha propuesto una teoría innovadora sobre el origen de los agujeros negros supermasivos que se encuentran en el centro de las galaxias, como el Sagitario A* de la Vía Láctea. Según un informe publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, estos fenómenos gravitacionales podrían formarse a través de la acumulación y fusión de cúmulos estelares cercanos.

Tradicionalmente, se ha creído que los agujeros negros se forman cuando una estrella masiva colapsa sobre sí misma al final de su vida. La materia de la estrella se comprime tanto que genera una fuerza gravitatoria tan intensa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su atracción. Generalmente, cuanto más grande es una estrella, mayor es el agujero negro resultante.

Sin embargo, el equipo de científicos latinoamericanos plantea una segunda forma en la que podrían surgir los agujeros negros supermasivos. Sugieren que los cúmulos estelares nucleares, formados por grupos de estrellas más pequeñas, podrían fusionarse y dar lugar a una inestabilidad gravitacional que eventualmente resultaría en la formación de estos fenómenos espaciales.

Los cúmulos estelares nucleares son estructuras densas compuestas por estrellas viejas y masivas que se han agrupado en el centro de las galaxias debido a la gravedad. Los científicos proponen un umbral de concentración de materia a partir del cual se desencadena la formación de los agujeros negros.

Se cree que cada galaxia alberga al menos un agujero negro supermasivo. Esta animación de la NASA muestra el tamaño de estos agujeros negros supermasivos y su impactante escala.

«Este hallazgo implica la existencia de una masa crítica para los cúmulos estelares nucleares, que si se supera, puede provocar una inestabilidad generada por las constantes colisiones entre las estrellas, lo que puede resultar en la formación de un agujero negro», explicó Andrés Escala, astrónomo de la Universidad de Chile.

Para respaldar su teoría, los científicos realizaron simulaciones por computadora para observar la evolución de los cúmulos estelares en el centro de las galaxias. Utilizando la supercomputadora Kultrun de la Universidad de Concepción en Chile, pudieron predecir el crecimiento y las colisiones entre estrellas y materia adicional. Desde un punto de vista matemático, la suma de varias estrellas también podría explicar la formación de agujeros negros como el Sagitario A*, cuya naturaleza sigue siendo un misterio.

El Sagitario A* es el agujero negro más conocido en la Vía Láctea y se encuentra a 27,000 años luz de distancia de la Tierra, justo en el centro de la galaxia. Aunque aún estamos explorando sus características, recientemente se ha descubierto evidencia que indica que en ocasiones muestra actividad y desencadena eventos violentos.

La sonificación de los datos ha permitido crear sonidos que representan a los agujeros negros y las supernovas. Esta técnica de «sonificación» ha brindado una nueva forma de experimentar e interpretar estos fenómenos cósmicos.

Existen agujeros negros más cercanos a nuestro planeta. Por ejemplo, Gaia BH1 es una especie de «mini agujero negro» que es 10 veces más masivo que nuestro Sol y se encuentra a 1,600 años luz de distancia, en la dirección de la constelación de Ofiuco. También existen agujeros negros tan grandes que resulta difícil concebir su magnitud, como el caso de TON 618, que tiene una masa equivalente a 66 mil millones de soles.

Según la teoría actualmente aceptada, para que TON 618 pudiera haberse formado, debería haber existido una estrella aún más grande que el agujero negro gigante jamás descubierto. Es en estas situaciones donde la nueva teoría propuesta por los científicos chilenos cobra relevancia. Los agujeros negros supermasivos podrían ser el resultado de la fusión de millones de estrellas en un cúmulo estelar nuclear.

Es importante destacar que esta teoría aún debe ser corroborada y estudiada en mayor profundidad, pero representa un avance emocionante en nuestra comprensión del origen y la formación de los agujeros negros supermasivos.