¿Por qué en Cuba todo va de mal en peor? Análisis

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El pasado domingo, se registró una actividad sísmica inusual en Cuba, con 222 temblores detectados por los sensores del Centro de Investigaciones Sismológicas. Aunque algunos de ellos alcanzaron una magnitud de 3,3 en la escala de Richter, afortunadamente no se reportaron daños ni víctimas mortales.

Sin embargo, el terremoto más devastador que ha sacudido a Cuba es la profunda crisis económica que enfrenta el país. A pesar de la esperanza de una recuperación en 2022 después de la pandemia de COVID-19, las perspectivas para el cierre de 2023 y 2024 son desalentadoras.

En 2022, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de apenas un 2%, mientras que muchas otras economías en el mundo experimentaron incrementos mucho más significativos, entre el 4% y el 8%, una vez superadas las restricciones de la pandemia. Además, se estima que en 2023 el crecimiento del PIB cubano apenas llegará al 1,5%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La escasez de alimentos básicos, medicinas, los constantes apagones, la falta de transporte público debido a la escasez de gasolina y una inflación que se espera supere el 40% este año, se suman al colapso de los servicios públicos esenciales. En julio, hasta 200,000 cubanos se quedaron sin suministro de agua debido al deterioro de las tuberías y bombas, y la falta de mantenimiento del sistema.

Dos años después de las protestas callejeras espontáneas contra la crisis que dejaron más de mil detenidos y 172 condenados a prisión, los cubanos ya no tienen fuerzas para expresar su descontento en las calles.

El analista y ex canciller mexicano Jorge Castañeda resumió la situación hace unas semanas: «Hay filas para cargar gasolina, para comprar comida, debido a que con una reducción en la libreta de racionamiento ya no hay alimentos gratuitos y garantizados, aunque sean pocos, y para conseguir medicamentos en el sistema de salud…». Castañeda describe la escasez de productos básicos que van desde papel higiénico hasta pasta de dientes, así como los constantes apagones eléctricos y, sobre todo, la falta de esperanza. Según él, la gente ya no quiere protestar ni hacer filas, sino irse del país.

En 2022, más de 300,000 cubanos llegaron a la frontera sur de Estados Unidos, la mayoría a través de Nicaragua y México, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Esta cifra equivale a más del 2.5% de la población de la isla, lo que ha llevado al experto en migración Jorge Duany a llamar a este éxodo «una especie de Mariel silencioso», en referencia al flujo masivo de cubanos hacia Estados Unidos a principios de la década de 1980.

Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos con sede en Miami, el 88% de los cubanos viven en condiciones de pobreza, un aumento de 13 puntos porcentuales con respecto al año anterior. Esto sitúa a Cuba muy por encima del promedio de América Latina, donde la pobreza ronda el 32% según la Cepal, con Venezuela en un 50%, Colombia en un 36%, Brasil en un 30% y Chile en un 10.5%.

Según analistas de la Dirección General del Tesoro de Francia citados por el diario francés Le Figaro, el PIB per cápita de Cuba ha experimentado una caída drástica desde 2019, pasando de más de $9,000 dólares anuales a apenas $2,260. Aunque las cifras oficiales del gobierno de La Habana muestran una caída mínima, los analistas externos las miran con escepticismo.

Si el indicador está tan bajo como sugieren los economistas franceses, Cuba solo estaría mejor que Nicaragua y Haití en América Latina, mientras que Uruguay, Panamá y Chile liderarían la tabla con cifras entre $15,000 y $20,000 dólares. Colombia casi triplicaría a Cuba con $6,650.

Una reciente investigación del Círculo de Estudios Latinoamericanos (Cesla) con sede en Madrid, señala las razones del crecimiento del PIB cubano del 2% en 2022, la mitad de lo esperado por el gobierno. Según el informe, esto se debe a la lenta recuperación del turismo internacional, los bajos niveles de exportación, la caída de las importaciones y los persistentes problemas en el suministro de energía, que han afectado la producción y los servicios comerciales.

La crisis mundial derivada de la pandemia, la guerra en Ucrania y los ajustes geopolíticos han golpeado duramente a Cuba, una economía frágil sometida a sanciones externas y cuyo proceso de reforma económica se ha estancado y no ha dado los resultados esperados, según el Cesla.

Desde 2017, Cuba perdió las garantías de suministro estable de petróleo que Hugo Chávez le ofreció desde principios del siglo, debido a la crisis en la producción petrolera de Venezuela. La situación ya era grave en 2021, con caídas del 41% en el suministro de diésel, del 37% en fuel-oil y del 75% en gasolina. En 2022, la disminución promedio fue del 25%, una cifra que, según algunos indicios, podría ser aún mayor en lo que va de 2023. La falta de combustible para la generación eléctrica se refleja en apagones que duran en promedio tres horas al día.

Incluso la producción de caña de azúcar, que solía ser un símbolo de la economía cubana con cosechas anuales de varios millones de toneladas, ha alcanzado niveles mínimos: solo se produjeron 400,000 toneladas en 2022, el peor resultado en más de un siglo. Esto ha llevado a Cuba a importar azúcar y también ha afectado la generación de electricidad, ya que parte de la caña se utiliza para producir biodiésel.

El embargo impuesto por Estados Unidos, que ha afectado el comercio y la economía cubana desde la década de 1960 y se intensificó durante el mandato de Donald Trump, es una de las causas de la crisis. Sin embargo, también hay otras explicaciones que apuntan a un sistema centralizado ineficiente y un aparato productivo incapaz de renovarse.

A pesar de las reformas que han permitido el surgimiento de un pequeño sector empresarial, con alrededor de 8,000 micro, pequeñas y medianas empresas, la actividad económica no logra recuperarse. Además, la corrupción en el aparato estatal y en el sistema de partido único también ha contribuido al deterioro de la situación.

Cuba ha apostado fuertemente por el turismo internacional desde finales del siglo XX como una forma de obtener divisas. Sin embargo, la recuperación del turismo después de la pandemia ha estado por debajo de las expectativas. Mientras destinos competidores como Punta Cana en República Dominicana y Cancún en México batieron récords en 2022 y 2023, Cuba no ha logrado una recuperación significativa. Esto es preocupante, ya que el turismo es el segundo sector que más aporta al PIB y la tercera fuente de divisas en el país.

Más de 1.8 millones de turistas visitaron la isla entre enero y septiembre, una cifra superior al año anterior, pero muy lejos de la meta de 3.5 millones establecida por el gobierno para 2023, especialmente considerando que la temporada alta ya ha pasado.

Los constantes apagones, fallas en los acueductos, la red de telefonía móvil que se cae con frecuencia y la escasez de gasolina y otros bienes han hecho que Cuba pierda confiabilidad para los operadores turísticos internacionales. Esto crea un círculo vicioso, ya que la infraestructura debe funcionar correctamente para atraer más turistas y divisas, pero los turistas no llegarán si la infraestructura no mejora.

Las perspectivas para el cierre de 2023 no son prometedoras. Los cálculos más recientes indican que el crecimiento del PIB rondará el 1.5%, la mitad de lo esperado por el gobierno, entre otras razones debido a las crisis que enfrentan los dos aliados de Cuba, Rusia y Venezuela, y su incapacidad para ayudar a la economía cubana.

La guerra en Ucrania y las sanciones económicas han afectado la economía rusa, mientras que en Venezuela la anulación del proceso de elecciones primarias de la oposición por parte del Tribunal Supremo ha generado tensiones y podría llevar a que las sanciones continúen. Si ni Rusia ni Venezuela pueden recuperarse, será aún más difícil para Cuba recibir apoyo. Por lo tanto, no es sorprendente que la Cepal pronostique un desempeño aún peor para la economía cubana en 2024.