En mayo de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció oficialmente el fin de la pandemia de covid-19. Sin embargo, el Ministerio de Educación en Venezuela no ha proporcionado cifras oficiales sobre el impacto educativo que tuvo la pandemia en el país, a pesar de que el año escolar 2023-2024 ya ha comenzado. Parece que Yelitze Santaella y sus colaboradores ignoran la importancia de considerar las variables de una investigación cualitativa relacionada con una crisis sanitaria de esta magnitud, que ha obligado al cierre de instituciones educativas y ha restringido las actividades laborales y las interacciones sociales.
En este sentido, es crucial que las autoridades educativas reconozcan que los objetivos de investigación, tanto generales como específicos, deben abordar tanto el contexto pedagógico como el de los derechos humanos. Para lograr el éxito en la educación a distancia y en términos de normalidad pedagógica, es fundamental que las necesidades básicas como la alimentación y la salud estén cubiertas adecuadamente por las familias, y que el Estado implemente políticas públicas eficientes. Si el Estado no cumple con estas necesidades fundamentales, la educación no será capaz de generar conocimiento, bienestar y desarrollo social.
En una investigación de esta naturaleza, que se desarrolla en circunstancias sin precedentes, los principios fundamentales de la vida deberían enfocarse en la libertad de pensamiento. Es importante recordar las palabras del doctor Blanco (1988) sobre la investigación en general: «Los profesores de metodología, a quienes se nos ha impedido dar el salto hacia la verdadera investigación, nos convertimos entonces en altavoces de las fórmulas». Es necesario fomentar el pensamiento crítico y la creatividad en la educación, desde las etapas más tempranas, para evitar la castración del pensamiento y promover una mentalidad dócil y servil.
Por lo tanto, es imprescindible que los estudiantes, padres, representantes y educadores tengan la libertad de pensar y abordar la educación de manera integral, considerando el derecho a la vida como principal base. No se puede afirmar que se está «viviendo» si las necesidades básicas de alimentación, vestimenta, atención médica, vivienda digna y la convivencia familiar no están siendo satisfechas. Preservar la vida biológica no es suficiente, y cualquier Estado que afirme garantizar los derechos humanos no puede considerarse exitoso si no se asegura de que estas necesidades sean cubiertas.
Aunque el número de muertes y contagios por covid-19 ha disminuido después de los procesos de vacunación a nivel mundial, lo cual ha permitido un regreso gradual a las clases presenciales, es importante comprender el fenómeno en su complejidad social. Como investigadores, debemos estudiar y determinar el impacto que la pandemia ha tenido en nuestras escuelas y liceos, que ha sido devastador tanto en términos de infraestructura como de asistencia de estudiantes y docentes.
En definitiva, la generación de conocimiento requiere libertad de pensamiento y un enfoque integral que considere todas las dimensiones de un fenómeno como el covid-19. Es fundamental que las autoridades educativas reconozcan la importancia de abordar las consecuencias de la pandemia en el sistema educativo y tomen medidas para superar los desafíos que esta ha generado.
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