¡SAQUEARON TODO! Alcalde de Maracaibo: «No hallamos parte del mobiliario y 40 buses que estaban operativos»

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El alcalde de Maracaibo Rafael Ramírez Colina (PJ) dijo que, luego de más de 60 días del inicio de su mandato, está buscando resolver las necesidades más urgente de la capital del Zulia que, por orden de prioridades, son: basura, agua, salud y transporte. Aunque tuvo una transición formal con su antecesor Willy Casanova (PSUV), explicó a TalCual que faltan bienes muebles y unidades automotrices, entre ellas una flota completa de autobuses que estaban «a la vista de todos»

Sofía Nederr| TalCual

Rafael Ramírez Colina (Maracaibo, 1975) se convirtió, en las elecciones regionales del 21 de noviembre, en el primer alcalde de Primero Justicia (PJ) en Maracaibo, integrante de una generación de relevo que en la política venezolana ha tenido que esperar su oportunidad.

Transcurridos los primeros 60 días de su gestión, el alcalde y abogado visitó Caracas para sostener reuniones partidistas con representantes de organismos multilaterales y embajadores; así como para la presentación del Plan Economía Naranja Maracaibo Creativa, a través del cual busca inversionistas para la capital zuliana que pongan en marcha su línea desarrollo de la conocida también como economía creativa.

El plan contempla incentivos fiscales para los emprendedores en áreas como educación, conocimiento y cultura. Con esto aspira introducir a Maracaibo en el siglo XXI y hacer de la capital del Zulia una ciudad de servicios.

En entrevista telefónica con TalCual, el alcalde de Maracaibo asegura que su naciente mandato se afianzará hacia la atención de una agenda de prioridades que pasa por la gestión de los desechos sólidos, el servicio de agua potable, salud y transporte.

Aunque aclara que no se trató de un «desmantelamiento», el exdiputado a la Asamblea Nacional indica que parte del mobiliario de la Alcaldía de Maracaibo no se ha localizado, al tiempo que dice desconocer el paradero de 40 autobuses que estaban en operativos en la calles de la ciudad durante el gobierno del alcalde Willy Casanova (PSUV).

—¿En qué estado encontró la Alcaldía de Maracaibo?

—Encontramos una alcaldía en la que se aplicó una política que ellos (PSUV) tienen desde hace algunos años, según la cual el que pierde se lleva el balón. Hicimos una transición cordial, pero con una alcaldía a la que le faltan cosas, que ya lo informaremos cuando nos toque rendir nuestro informe de auditoría, de Memoria y Cuenta. Hay cosas que uno no puede creer que no existiesen antes de uno haber llegado, como mobiliario, unidades automotrices, motos. No se pueden realizar algunas tareas sin una computadora, por ejemplo. Estamos levantando nuestro inventario y ya tenemos una visual clara de lo que está pasando allí.

—Ustedes tuvieron contacto con la Comisión de Enlace, ¿no tuvieron conocimiento de los equipos faltantes?

—Tuvimos una relación cordial y no tengo prurito en decirlo. Yo hablé, al menos tres veces, con el alcalde Casanova, el alcalde saliente, antes de que se produjera la entrega formal, que estaba retrasada producto del nombramiento del concejal indígena. El problema es que las comisiones de enlace funcionan con un acta de entrega, se hace una inspección general; pero, luego hay que hacer un cotejo con los bienes del municipio, porque el papel aguanta todo. Pero todavía estamos buscando equipos. Otro ejemplo importante es que había una red de Bus Maracaibo —que era conocida en la ciudad como los buses azules índigo— que no la hemos encontrado. Esos buses, que eran aproximadamente 40, no los hemos encontrado y estaban a la vista de todos.

—¿Hubo un desmantelamiento de la Alcaldía de Maracaibo?

—No, porque nosotros, a pesar de todo eso, encontramos a muchos empleados que estaban dispuestos a defender la institución. Cuando se supo el resultado electoral, son esos empleados los que se fueron para la alcaldía y empiezan a decir a los funcionarios salientes que no se podían llevar nada. Hicieron guardia y vigilia. No encontramos la alcaldía desmantelada, a lo mejor, no porque no quisieran sino porque los funcionarios que llevan años en la institución velaron para que, lo mucho o lo poco que estaba, se mantuviera allí.

—¿Qué aspectos serán prioritarios para atender en su gestión en Maracaibo?

—En el caso de la ciudad, no teníamos que buscar nada, lo veíamos día a día, no solo durante la campaña. Llevamos mucho tiempo en la calle. Lo que sí me asombró es que había muchas cosas que pudiéndose hacer nunca se hicieron. Por ejemplo, muchas de nuestras tuberías de gas están tapadas por agua, eso se arregla haciéndoles mantenimiento y soplándolas. Tenían los equipos (la administración saliente) y el personal, pero no se hizo nada. Es decir, no tenían la voluntad de resolverle los problemas a la gente. Y nosotros, con poco o con bastante menos de lo que ellos tuvieron, estamos construyendo y dando soluciones para la gente, para que tenga calidad de vida y resolviendo los problemas de la ciudad.

—¿Cómo están resolviendo la situación con los desechos sólidos?

—La Alcaldía de Maracaibo dejó de recoger los desechos sólidos el 21 de noviembre (día de las elecciones) y pudimos tomar posesión el 3 de diciembre. Eso significa, en una ciudad que produce más de 1.300 toneladas por día, unas 20 mil toneladas de basura en la calle al momento de comenzar la gestión. El primer problema más apremiante por temas de salud pública, pero también de ornamento y ambiente, era el de los desechos sólidos. Empezamos el plan Maracaibo sin Moscas, un plan intenso que hoy cuenta con una frecuencia, algo que se había perdido en la ciudad. Hacía años que no se recogía la basura un día específico. Logramos instaurar un esquema de recolección, por ahora, una sola vez a la semana, pero pronto estaremos con un sistema de dos días.

—Según el diagnóstico que hicieron de las necesidades de Maracaibo, ¿qué otros aspectos deben atenderse con premura?

—El segundo problema más importante es el agua. Tenemos un problema estructural de agua— junto con la salud— que ha venido agobiando a la ciudad. Es una competencia concurrente de la alcaldía, pero es una realidad cuando estás con la gente. Estamos trabajando en unos planes, unos pozos y un esquema para conseguir agua. El otro tema es el de la salud. Maracaibo es una ciudad que no tiene estadística, no sabemos qué tipo de enfermedades tenemos y mucha gente no tiene posibilidad de tener diagnóstico. Establecimos nueve puntos para vacunar, no solo contra el covid-19 sino también contra fiebre amarilla y algunas otras patologías. Y hemos recuperados los centros de atención primaria.

El cuarto problema es el transporte. Tenemos más unidades de transporte que antes de la pandemia y tenemos dos problemas estructurales: el de la gasolina y que necesitamos más flotas para cubrir todas las rutas. Cualquier plan que busque reactivar el aparato productivo de la ciudad pasa por el combustible, allí hemos hecho esfuerzos importantes de exigirle al gobierno nacional que nos ayude con la solución del problema porque, al final, ellos son los que manejan la producción y distribución del combustible. Los marabinos esperan al menos dos días para poder cargar combustible.

—Usted ha informado que han recibido 280 proyectos para su propuesta del Plan Economía Naranja Maracaibo Creativa. ¿Cómo se van a concretar?

—Hasta el lunes 7 de febrero, teníamos 281 proyectos inscritos en el censo. Principalmente, los proyectos apuntan hacia tecnología, pero además de eso, hemos visto que parte de los inscritos están buscando áreas ambientales, de ecoturismo, y algunos menos en artes. Entonces, eso nos dice que la intención de la gente en innovarse está presente. En el tema de cómo logramos financiamiento, eso es parte de nuestra agenda. Estamos buscando recursos propios, buscamos hacer alianzas con instituciones bancarias, pero, al final, los proyectos de inversión hay es que impulsarlos para que la ciudad pueda desarrollarse y para que esos talentos le agreguen valor a lo que ya existe. Eso es el resumen del emprendimiento. Vamos a ver cómo está ese plan de registro, luego el plan de legalización, luego un esquema de incentivos fiscales.

—¿Ha habido reuniones de coordinación con el gobernador del Zulia Manuel Rosales?

—Sí. La relación con la Gobernación del Zulia es fluida. Hemos venido trabajando en proyectos en conjunto, no solo conmigo en la Alcaldía de Maracaibo sino con los 15 alcaldes (de 21 municipios) que hacemos vida en el estado y que pertenecemos a la alternativa democrática. Hemos trabajado proyectos conjuntos como limpiar las escuelas, limpiar los centros hospitalarios o de atención. Esos proyectos los desarrollamos por partes, uno se encarga de un área, otro de otra, y allí hemos desarrollado esa coordinación necesaria para que eso prospere. Ahora deberíamos avanzar en algunos temas de infraestructura.

—Durante su reciente visita a Caracas participó en reuniones con dirigentes de Primero Justicia. ¿Cómo está la situación interna de su partido?

—No hay «situación interna». Lo que tiene el partido son las diferencias propias de la democracia que, además, en una situación tan compleja, amerita suficiente debate. En el caso de Primero Justicia estamos convencidos de que trabajamos para conformar líderes que vayan a desarrollar sus potencialidades y para eso se necesita formación política y académica. La garantía de que somos un partido democrático es que tenemos multiplicidad de liderazgos que discuten, pero al final, todos estamos alineados en una sola posición.

—Después de las elecciones regionales, diferentes dirigentes, incluso de su partido, han planteado la necesidad de reorganizar a la oposición. ¿Cuál es su percepción sobre la forma como debe realizarse ese proceso?

—Ese es un debate que tenemos que dar a lo interno para poder escoger las mejores formas de realizar ese proceso. No tengo ni la forma ni la varita mágica para decir cuál es la manera en que la oposición debiera lucirse en materia de reorganización. Sí estoy convencido de que la gente está pendiente de que mantengamos, en primer lugar, la unidad. En segundo lugar, la coherencia y, en tercer lugar, la posibilidad de construir una alternativa para que, cuando llegue el momento, la gente pueda utilizar.