La nave espacial no tripulada Starship de SpaceX, considerada como la más potente que se ha construido, despegó en un segundo vuelo de prueba el sábado y alcanzó una altitud de aproximadamente 145 kilómetros sobre la Tierra antes de que los ingenieros perdieran contacto con ella.
Según expertos, el vuelo no logró todos los objetivos de la compañía espacial privada de Elon Musk, pero superó algunos de los problemas que afectaron el lanzamiento anterior.
El segundo vuelo de prueba llegó más lejos que el primero: las dos partes del cohete lograron separarse como estaba previsto.
Pero luego las cosas empezaron a ir mal: el propulsor inferior explotó después de desprenderse, lo que no representaba un gran problema, ya que ya había hecho su trabajo de enviar la etapa superior hacia el cielo.
Pero unos minutos más tarde se supo que la parte superior del cohete, conocida como el barco, también se había perdido.
Entonces, ¿fue un éxito o un fracaso?
La reportera científica de la BBC, Rebeca Morelle, explica que perder un cohete generalmente se considera como “no nominal”, lo que en la jerga espacial significa que no es ideal, pero la empresa SpaceX tiene una filosofía diferente.
Analizarán todos los datos del lanzamiento, descubrirán qué salió mal y luego lo intentarán otra vez.
El vuelo inaugural del vehículo en abril explotó de manera espectacular cuatro minutos después de despegar de suelo texano, después de que se perdiera control de la nave.
Los restos del cohete de 120 metros de altura cayeron cerca del Golfo de México.