Un migrante venezolano llega en velero al Cabo de Hornos, la ruta marítima más peligrosa del mundo

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Cuando Leonardo Rodríguez, productor audiovisual y fotógrafo, se enteró de la aventura que estaba por emprender el chileno Jorge Salamanca, quien le alquiló su velero en varias ocasiones, le propuso de inmediato documentar el viaje.

La ruta comprendía viajar desde España hasta el Cabo de Hornos (Chile), el límite austral del continente suramericano y uno de los retos marítimos más peligrosos del mundo.

Rodríguez no imaginó que aquella travesía lo convertiría en uno de los pocos venezolanos, quizás el primero (no ha logrado confirmarlo) en llegar hasta esta parte del mundo.

Leonardo Rodríguez no imaginó que la travesía lo convertiría en uno de los pocos venezolanos, quizás el primero, que documentó y dejó registro de la hazaña.
Leonardo Rodríguez no imaginó que la travesía lo convertiría en uno de los pocos venezolanos, quizás el primero, que documentó y dejó registro de la hazaña.

“Jorge me comentó sobre el proyecto que tenía. Él es chileno y tenía más de 40 años viviendo en España tras emigrar en los años ochenta. Me contó sobre toda su lucha como migrante y su sueño de niño que era navegar por los mares australes. Su bisabuelo y antepasados habían sido parte de la armada chilena (…) él pretendía irse navegando desde España hasta el Cabo de Hornos con su velero», cuenta.

«Yo no sabía nada de la navegación, pero ya cuando investigué sobre el Cabo de Hornos y la gesta que pretendía hacer Jorge, la aventura me atrapó y le comenté que teníamos que documentarlo. Le dije: ‘si me permites me sumo a este barco contigo y documentamos esa aventura que no le veo mucho precedente; creo que es muy único y exclusivo de esta época”, contó el venezolano en entrevista con la Voz de América.

La travesía hasta Cabo de Hornos

El Cabo de Hornos es el último punto de tierra antes de la Antártida, allí convergen los dos océanos más importantes del mundo: Pacífico y Atlántico.

Navegar en esta zona es considerado peligroso debido a muchas condiciones, como su latitud austral, la inexistencia casi absoluta de tierras, fuertes vientos, olas que pueden superar los 30 metros de altura e incluso témpanos de hielo. Las características de estas aguas han ocasionado unos 1.000 naufragios y al menos 10.000 muertos.

Leonardo Rodríguez tenía esta información en cuenta, por ello insistió en documentarlo.

En noviembre de 2021, el velero La Esmeralda salió desde Barcelona hasta las Islas Canarias, luego continuó navegando hasta Uruguay, donde paró por unos dos meses por el invierno. El barco llegó a Argentina y en noviembre de 2022 ya estaba en Puerto Williams, Chile.

Jorge Salamanca dando órdenes en cubierta en una de muchas de las maniobras ejecutadas durante la navegación.
Jorge Salamanca dando órdenes en cubierta en una de muchas de las maniobras ejecutadas durante la navegación.

“Fueron las etapas más duras y bestiales, afrontamos más de 1.500 millas de mar abierto», narra.

«En esa etapa, que terminó en enero de 2023, no pudimos llegar al Cabo de Hornos porque perdimos el motor. Más allá de las velas el barco tiene un motor que nos funciona para emergencia y para guiarnos en esos sitios complicados. Se dañó y no teníamos manera de repararlo. No nos dieron los tiempos y tuvimos que esperar al paso de la temporada de invierno del sur, que evidentemente es muy dura en esas latitudes de bajo cero, y eso nos complicaba mucho la misión. Tuvimos que volver a casa para retomarlo en noviembre de 2023”, explicó el productor audiovisual.

El 9 de diciembre de 2023 el velero La Esmeralda y su tripulación lograron llegar al Cabo de Hornos. Con esta travesía Rodríguez se convirtió en uno de los primeros venezolanos en llegar a este punto del mundo.

Sin embargo, no es un logro sencillo de corroborar. La única pista quizás es el muelle de Puerto Williams, donde los aventureros que van hacia el Cabo de Hornos suelen dejar símbolos y banderas de su país de origen.

Salon del Micalvi, buque mercante declarado histórico por la Comisión Internacional de Buques Históricos. Es un punto de reunión de aventureros lleno de banderas que van dejando los intrépidos navegantes que se aventuran en esas aguas.
Salon del Micalvi, buque mercante declarado histórico por la Comisión Internacional de Buques Históricos. Es un punto de reunión de aventureros lleno de banderas que van dejando los intrépidos navegantes que se aventuran en esas aguas.

“Eso está lleno de banderas y mensajes de quienes han ido al Cabo y han pasado por ahí y no había ninguna bandera de Venezuela, yo dejé una”, agrega el joven.

Sobre lo que sí está seguro el productor audiovisual es del orgullo que sintió al dejar la bandera de su país en un puerto tan importante.

“Dejar la bandera de Venezuela ahí para mi fue un orgullo, porque emigrar es duro para todos y sobre todo en las condiciones en las que uno lo hace (…) para mí es un orgullo en cualquier cosa que logro poder decir yo vengo de Guatire (ciudad dormitorio cerca de Caracas), de ahí vengo yo. Es como un patriotismo que tengo y no se me puede quitar, me genera mucho orgullo” expresa.

Experiencia enriquecedora

Para Leonardo Rodríguez la experiencia de navegar en velero hasta el Cabo de Hornos fue impactante. Gracias a ello descubrió que para este tipo de viajes se requiere de planificación y adaptación a los espacios.

“Mi experiencia fue emocionante e impactante porque estas son aventuras que ya no se hacen. En el sentido de que navegar a vela requiere mucha atención, conocimiento, planificación y también requiere adaptación para poder asumir y afrontar los cambios de todo”, apunta.

Sin embargo, el venezolano reconoce que en una aventura de este tipo también hay dificultades. A su juicio lo más difícil es la convivencia debido al espacio reducido en el que se encontraban y el tiempo que duró el viaje.

Esmeralda y su tripulación en cubierta.
Esmeralda y su tripulación en cubierta.

“La convivencia es dura porque vives encerrado en un velero pequeño de 11 metros de proa a popa y eso habitable es mucho menos. En la convivencia del día a día en condiciones extremas tiene que haber mucho sentido común, compresión para que la tripulación esté bien sincronizada, todos estén a gusto y no crear malos ambientes en el barco, porque eso sí que puede ser peligroso y te puede destruir la experiencia”.

Ahora que su travesía terminó, Rodríguez está próximo a comenzar la postproducción del documental sobre el viaje. Se llamará «Un lugar en el fin del mundo» y será producido por él, el dueño del velero y otros dos colegas.

“La intención es hacer una película que llegue lo más alto posible porque creemos en la historia, creemos en los sueños, en la reivindicación del migrante, de nuestras raíces, del sur y creemos en que somos capaces de que podemos proponernos lo que sea. No hace falta ser viejo o joven nada de eso, cuando tú creas que puedes hacerlo con dedicarle tiempo y ganas eres capaz. Ese mensaje es importante mantenerlo vigente y vivo con historias como estas que son impresionantes”, concluye.

VOA