40 años después del viernes negro: «Venezuela sigue con una economía vulnerable»

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El ¡Ta’ barato, dame dos!, todavía está en la psique de la generación X, esos venezolanos que nacieron entre 1969 y 1980 y que se criaron entre las mieles de la denominada Venezuela Saudita, cuando los precios del petróleo vivieron su mejor momento por el conflicto del Medio Oriente, y cuando la población registraba los ingresos per cápita más elevados de Latinoamérica, representando ascenso social. Por esos años, el bolívar era una de las monedas más estables del mundo, y el país tuvo un tipo de cambio fijo en 4.30 bolívares por dólar durante casi dos décadas.

Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.

El Viernes Negro es el nombre que se le dio al 18 de febrero de 1983 cuando el bolívar se devaluó 40% en un día y se eliminó de un plumazo el tipo de cambio fijo, imponiéndose un control cambiario en el gobierno de Luis Herrera Campins que la nación arrastra hasta la actualidad. Desde ese momento, los venezolanos no volvieron a tener nunca certeza de cuándo volverían a vivir en estabilidad económica. Las tasas de inflación interanual desde entonces han sido elevadas en comparación con el resto del continente.

Los economistas, Pedro Palma, Leonardo Vera, Ángel Alvarado y José Guerra explicaron en un foro vía zoom el 17 de febrero, qué condujo a Venezuela al Viernes Negro, y por qué 40 años después el país está aún más vulnerable en materia económica. Afirman que se siguen aplicando políticas erradas, como depender de los precios del petróleo para sostener la economía que hacen a Venezuela altamente susceptible a los cambios del mercado internacional.

Inicio del caos

Durante 1974 a 1979, en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP I), se registraron en Venezuela grandes desequilibrios económicos. El presidente manejó ingentes ingresos petroleros, estatizó la industria del hierro y los hidrocarburos, creó Pdvsa y la población vivía una prosperidad consumista como consecuencia de la crisis del Medio Oriente, cuando los precios del barril de petróleo aumentaron 300%.

Luego en 1978 los precios del crudo comenzaron a bajar debido a una restricción de la demanda y eso significó para Venezuela una fuerte contracción de sus ingresos. CAP optó por un endeudamiento externo para mantener el ritmo de gastos que le permitía mantener su programa político denominado «La Gran Venezuela», privilegiando las importaciones masivas.

Eso ocasionó un déficit de la cuenta corriente del país de 5.700 millones de dólares, debido a que las importaciones superaban a las exportaciones. Para la época, según explicó Pedro Palma, PhD en Economía, el aparato productivo se encontraba estancado, tenía fallas en sus suministros y carecía de mano de obra calificada.

«Eso llevó al convencimiento colectivo que el tipo de cambio fijo de Bs. 4.30 por dólar y de libertad cambiaria no podría seguir siendo sostenible en el tiempo», explicó. Esa expectativa hizo que se registrara una salida masiva de capitales porque la gente prefería convertir sus bolívares en dólares y sacarlos hacia cuentas bancarias en el exterior.

En 1980 el país volvió a registrar bonanza petrolera por la guerra Irán e Irak, pero la fuga de capitales siguió. Palma señala que ese escenario se acrecentó en 1980 cuando entró a la presidencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, el país que registraba una inflación del 11% y quien decidió implementar una política monetaria tremendamente restrictiva elevando las tasas de interés de EE. UU. hasta un 20%, que atrajo capitales del mundo entero y transferencia masiva de fondos al mercado del dólar.

«En 1981 entró al BCV Leopoldo Díaz Bruzual. El Ministerio de Hacienda, liderado por Luis Ugueto, decidió implementar una política expansiva de gasto público para estimular el nivel de actividad económica. E hizo que Pdvsa que había acumulado una cantidad de recursos importante en el exterior le vendiera al BCV, con la finalidad de que esos recursos se utilizaran para financiar una expansión de gasto público. Para contrarrestar la inflación aplicaron también una expansión de oferta monetaria que estimulara la actividad económica y que ocasionó la estimulación deliberada de la salida de capitales», refirió.

En 1982, Venezuela sufrió las consecuencias de la crisis de México, país que devaluó su moneda y que ese año dejó de pagar su deuda externa. Eso hizo que se redujera bruscamente el financiamiento internacional y se debilitaran los precios del petróleo.

En esa época las reservas internacionales estaban en declinación, había una sobrevaluación proporcionada de la moneda porque la inflación se había montado por encima del 18% anual, mientras que en el exterior la inflación era sustancialmente menor, eso incentivaba la importación y la fuga de capitales.

«Durante las primeras siete semanas de 1983, el BCV vendió más de 4000 millones de dólares, se redujeron las reservas internacionales en más de 1.700 millones de dólares y eso llevó al viernes negro», comentó Palma. El gobierno de Luis Herrera Campins decidió terminar con la libre convertibilidad de la moneda, culminan dos décadas de tipo de cambio fijo y se establece un control cambiario con tipo de cambio diferencial.

«Se mantiene la tasa de 4.30 bolívares por dólar para importaciones esenciales y pago de la deuda externa pública y privada. Se establece un tipo de cambio de Bs. 6 para importaciones no esenciales que eran asignados por Recadi (Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales); se permitió el funcionamiento de un mercado libre lícito donde podían acudir las personas que no tenían acceso a los dólares preferenciales y compraban a tasa de 7.5 bolívares por dólar u 8 bolívares el dólar, y se generó un mercado paralelo con tipo de cambio fluctuante», recordó.

Siguen los mismos errores en el país

El economista, Leonardo Vera, indicó que el Viernes Negro impactó la psicología nacional porque en las décadas que tenía democracia Venezuela era la primera vez que se registraba una inestabilidad económica.

«La principal lección que deja el Viernes Negro es que endeudarse masivamente en una economía con un sector externo vulnerable y con un tipo de cambio que se sobrevalúa, conducirá casi que inevitablemente a una crisis de balanza de pago o crisis cambiaria», exclamó.

Apuntó que el error de acudir a un sobreendeudamiento en los mercados internacionales se ha cometido en dos períodos en Venezuela, a finales de los años 70 y en el período 2013-2017 durante el primer gobierno de Nicolás Maduro.

«Hay un indicador clave para saber que un país va a entrar en crisis, y tiene que ver con el ratio del servicio de la deuda externa, y los ingresos que tiene el país por exportaciones de bienes y servicios. En los años 80 Venezuela estaba pagando ya el 16% por servicio de deuda como porcentaje de las exportaciones», indicó el economista.

En el gobierno de Maduro en 2013, ese ratio del servicio de deuda era del 40%, debido a que el país no había aprovechado la bonanza petrolera de inicios del 2000. «En 2011 Venezuela pagó en servicio de deuda 15 mil millones de dólares; en 2012 pagó 13 mil millones de dólares, en 2013 el pago fue de 17 mil millones de dólares, en 2014 fue de 20 mil millones de dólares; en 2015 vuelve a pagar 20 mil millones de dólares y así sucesivamente». Eso tiene unas consecuencias catastróficas para el país a partir de 2016 y 2017, las importaciones se controlaron y disminuyeron, generándose escasez de bienes de primera necesidad en el país y el aparato productivo se paralizó.

En abril de 2017 Venezuela entró en default o cesación de pagos de la deuda, quedando excluida del mercado financiero internacional hasta la actualidad.

En el 2017 también se registró una sobrevaluación del tipo de cambio y finalizando ese año el país entró en hiperinflación, destruyendo el poder adquisitivo de los venezolanos y su patrimonio, empujando al 80% a la pobreza.

Pequeño reverdecer en 2022

Leonardo Vera, economista, explicó que Venezuela después de haber perdido casi el 80% de su Producto Interno Bruto (PIB), de 2013 a 2021, tuvo un pequeño reverdecer en 2022, una recuperación de entre 15 y 20% de su economía, motivado al repunte de los precios del petróleo por la invasión de Rusia en Ucrania.

«El reto de Venezuela no es crecer un año, es crecer mucho durante muchos años, es cómo hacer el crecimiento sostenible, tratar de crecer en una década a tasas muy buenas para recuperar el territorio perdido», apuntó.

Para eso es necesario implementar un programa de estabilización económica exitosa. «Que no tiene por qué tener el sesgo contractivo como lo que se está implementando hoy día, que consiste en eliminar el crédito, reprimir el salario, y anclar el tipo de cambio a una tasa sobrevaluada», expresó.

También considera que se requieren reformas institucionales en Venezuela que brinden seguridad para atraer inversiones extranjeras y nacionales, y controlar la alta inflación.