Tareck el Aissami, vivo o muerto

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El régimen chavista tiene claro cuál es su punto débil: las Fuerzas Armadas. Aunque pueden controlar fácilmente cualquier crisis política con la ayuda de instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, no podrían enfrentar una rebelión interna en sus propias fuerzas militares, lo que significaría el fin del régimen. Por eso, han implementado un sofisticado sistema de espionaje y vigilancia sobre sus oficiales militares para prevenir cualquier intento de subversión.

Tareck el Aissami, con la asesoría del Estado cubano, ha buscado posicionarse tanto en puestos clave del Estado chavista como dentro de las Fuerzas Armadas. A medida que acumulaba poder político y militar, también amasaba grandes cantidades de dinero a través de familiares y testaferros. Esta acumulación de poder y riqueza despertó sospechas entre los demás clanes del chavismo, que también están acostumbrados a robar, pero quizás no con la misma ambición y velocidad.

Se especula que Tareck el Aissami estaba planeando un golpe político y militar para reemplazar a Nicolás Maduro, pero fue detectado y destituido a tiempo. La liberación del general Miguel Rodríguez Torres, quien había sido acusado de conspirar contra el gobierno de Maduro, pudo haber sido un aviso para El Aissami, ya que este general fue clave en su arresto.

Un evento significativo ocurrió durante el aniversario del programa «Con El Mazo Dando», cuando Diosdado Cabello y Nicolás Maduro critican fuertemente a aquellos chavistas que llegan a altos cargos para enriquecerse y financiar proyectos personales. Aunque no mencionan directamente a Tareck el Aissami, queda claro que se refieren a él. Este hecho puede interpretarse como una advertencia de su caída inminente.

El 20 de marzo, Tareck el Aissami renuncia a todos sus cargos como zar del petróleo en el régimen chavista. Horas antes, muchos de sus operadores fueron detenidos y acusados de apropiarse de 23.000 millones de dólares producto de la venta irregular de petróleo para evadir sanciones estadounidenses. La investigación que llevó a su caída fue realizada con la ayuda de Miguel Rodríguez, quien abandonó Venezuela y contó con el respaldo de un político español.

El régimen chavista ha manejado este caso de manera oscura, lo que refuerza la teoría de que se trata de un intento de desmantelar una conspiración en marcha, más que un simple ajuste de cuentas. Tareck el Aissami ha quedado completamente solo y depende de la misericordia de Nicolás Maduro. El régimen no siente la necesidad de dar explicaciones sobre su paradero y solo debe rendir cuentas a las diferentes bandas que lo componen.

Después de casi 150 días sin ninguna explicación, el régimen debe estar pensando en cómo presentar el desenlace de este capítulo. Para calmar la angustia en sus filas, es hora de que muestren a Tareck el Aissami, ya sea vivo o muerto. Quizás anuncien una severa sentencia o den versiones inverosímiles sobre su destino. En todo caso, es hora de que lo muestren, no por nosotros, sino por ellos mismos.