Venezuela: economía continúa en el foso, qué más puede suceder

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La ilusión de recuperación en Venezuela contrasta con los indicadores económicos. Según la firma Ecoanalítica, el aumento de los precios en dólares aumentó entre 47 % y 50 % en 2022, comparado con 2021.

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Incluso, la consultora sostiene que los precios en dólares en el país crecen a razón de 3% cada mes.

Aunque el diagnóstico parece claro, analizar el comportamiento de Venezuela es complejo por la ausencia de datos oficiales sobre la actividad económica en el país.

Según el economista e integrante de la Academia Nacional de Ciencias Leonardo Vera, el Banco Central de Venezuela es “responsable de publicar esos datos, y no lo hace desde hace casi cuatro años. Por este daño, las sanciones a sus autoridades deberían ser ejemplares”.

Vera destacó los esfuerzos de levantamiento de datos que hacen ONG y centros de pensamientos, que “demuestran que se entró en una fase de ‘recuperación’. Por ejemplo, el indicador de actividad del Observatorio Venezolano de Finanzas muestra mejoras interanuales desde el segundo trimestre de 2021”.

No obstante, Vera precisa que el crecimiento de dos dígitos que se da a partir del tercer trimestre de 2021 y hasta el segundo trimestre de 2022 no es para nada sorpresivo. “Después de caer por casi ocho años consecutivos, la base de cálculo es tan baja que un mínimo impulso resulta en un rebote elevado”.

Y continuó: “Un simple ejemplo resulta en una buena analogía. Si un país producía y vendía 30 quintales de café y ocho años después sólo cinco, la caída es de 83%. Si al siguiente año pasa de cinco a seis quintales, su crecimiento es de 20%, pero ese paso está muy lejos de los 30 quintales que tuvo ocho años atrás”.

Otro ejemplo que utiliza Vera es que la encuesta de coyuntura industrial trimestral que hace Conindustria también muestra algunas señales de recuperación, pero “el sector industrial aún exhibe una capacidad ociosa mayor al 60% (…) Esto hace los costos fijos por unidad de producto muy altos y la competitividad muy baja”.

Aunque Vera reconoce que “con esfuerzo, y no sin algún margen de error, se puede estimar que Venezuela creció en un entorno cercano al 9% en 2022”, respecto a la baja que tuvo. “El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo ve en 6% y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lo ve en 12%”.

Sin embargo, cuando se intenta calificar y caracterizar este crecimiento el análisis varía.

“Para calificarlo”, explicó Vera, “se puede hacer una estimación de la evolución en tres décadas del PIB per cápita (VEB a precios de 1997) como la mostrada por el banco Barclays”.

De esta manera, observamos que la recuperación está muy lejos de cualquier nivel normal. Es un crecimiento ligero e incipiente (…) Supongamos que Venezuela crece al 9% anual durante un número de años ininterrumpidos. Para llegar al PIB per cápita ‘normal’ de la serie anterior (el promedio en 30 años) toca rodar a ese ritmo de 9% anual hasta el 2032.

“Creciendo al 3%, sólo llegaríamos al nivel normal en 2051”, subrayó.

Por otra parte, advirtió que “para sostener -cualquiera sea ese ritmo de crecimiento positivo- necesitamos palancas que aún no tenemos”.

Solo consumo privado
El crecimiento en Venezuela está liderado por un despertar del consumo privado.

“El leve despertar del consumo se asocia a las mejoras salariales que trajo la dolarización de las remuneraciones en el sector privado (…) En la medida que la dolarización avanzó el flujo de caja de las empresas se hizo más estable y predecible y trajo mejoras en las remuneraciones”, explicó Vera en el último informe publicado por la firma Carpe Diem.

Sin embargo, mejores flujos de remesas pueden ser parcialmente una explicación a la mejora en el consumo privado. Vera recuerda que los datos de Ecoanalítica y del Inter-American Dialogue ubican las remesas en 2022 entre 2.500 y 4.200 millones de dólares estadounidenses.

Desde su perspectiva, la interrogante principal es qué puede pasar en 2023 con una economía global que se enfríe.

“Por ser un país cuyo ingreso per cápita ha caído dramáticamente, el consumo se concentra en la base de la pirámide de Maslow (necesidades humanas). Así que no todos los sectores productivos se ven igualmente beneficiados por el despertar del crecimiento. Es un crecimiento sectorialmente desigual”.

Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) la magnitud del cambio estructural del empleo (y la producción), que ha sobrevenido en Venezuela, es dramático. Más del 80% de la población ocupada está en actividades de servicios. Sólo 5,4% en manufactura y construcción.

Adicionalmente un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello muestra que “el empleo precario predomina en la economía venezolana. Cerca de 80% señalaban en la Encovi que no cotizan a la seguridad social para 2021”.

Comercio ligado a las importaciones

Vera sostuvo que los sectores más dinámicos de la economía parecen ser el comercio ligado a las importaciones y el cuentapropismo (todos servicios de muy baja productividad). Eso es preocupante y no permite vislumbrar un crecimiento sostenido.

Es en manufactura donde los incrementos en la productividad suelen ser más elevados (rendimientos crecientes, aprendizaje en la práctica, progreso técnico incorporado, etc…). Así que para crecer sostenidamente hay que estimular actividades con mayores niveles de sofisticación”.

Por otro lado, Vera advirtió que el crecimiento «podría ser desigual en términos de ingreso si está beneficiando más a los estratos de más altos ingresos. Anova Policy Research muestra en un reciente estudio que el ingreso crece mucho más en deciles 8, 9 y 10 que en los deciles 1, 2 y 3 (…) Más aún, el crecimiento puede ser desigual en la dimensión espacial. Datos de la ENCOVI 2022 muestran que casi el 40% de los hogares en el quintil más rico se localizan en la Gran Caracas, cuando ahí sólo se ubica el 16% de los hogares”.

Fragilidad inflacionaria
La mayoría de los economistas venezolanos sostiene que el crecimiento apalancado en el consumo privado es frágil, ante los embates de la inflación.

Las tasas de inflación más elevadas disminuyen el poder de compra del ingreso y reducen el consumo en términos reales. Eso está pasando en Venezuela en este justo momento.

A tasas de inflación tan elevadas (213% interanual en noviembre) “el crecimiento se inhibe, ya sea por la caída real del consumo o porque no hay clima para evaluar positivamente inversiones”, explicó Vera.

Aunque indicó que es “urgente” lidiar responsablemente con el problema inflacionario, reconoce que existen muchas otras cosas que “inhiben un crecimiento más robusto y sostenido en Venezuela».

La encuesta de coyuntura industrial del tercer trimestre da cuenta de varias (…) ¿Cómo crecer sostenidamente en un país donde hay escaso crédito bancario y donde 95% de los créditos comerciales existentes están indexados al tipo de cambio?”

Según explicó Asdrúbal Oliveros, a través de un hilo de Twitter, “el problema del crédito es estructural. La banca fue minimizada por la prolongada crisis económica y la hiperinflación. El crédito apenas llega a un 1 punto de PIB. Sin un programa de recuperación, no podrá aumentar el crédito para apoyar al sector privado”.

Además, advirtió que los datos de la inflación semanal en Venezuela de las últimas tres semanas son preocupantes, reflejando que la posibilidad de un nuevo ciclo hiperinflacionario no es descabellada, con todo lo que eso implica, especialmente para la gente”.

No obstante, mientras la economía venezolana se estabiliza en el foso y sigue generando una migración sin precedentes, otros países se benefician del colapso en el país suramericano

Según el FMI, la migración venezolana tiene un impacto positivo en la economía de los países receptores, incrementando el PIB, mientras que Venezuela sufre una pérdida significativa.