Las trabas de documentación, económicas y las políticas migratorias de varios países hacen cuesta arriba la repatriación de los migrantes que fallecen en tránsito o en sus países de acogida. Tan solo en 2021, el Instituto de Medicina Legal de Colombia registró que 256 migrantes venezolanos fallecieron por accidentes de tránsito
Luisa Quintero | TalCual
Foto de portada: Diego Battistessa | El País España
El 9 de febrero Mariné Castellanos cruzaba el Tapón del Darién, la peligrosa selva que comunica Colombia con Panamá, con su esposo y su hijo de seis años, cuando la corriente de un río subió y la arrastró.
Castellanos forma parte del grupo de más de diez venezolanos, entre menores de edad y adultos, que han fallecido durante su migración a otros países los primeros dos meses de 2022. La joven, oriunda de Cabimas (estado Zulia), pretendía llegar a Estados Unidos y su cuerpo apenas pudo ser recuperado el pasado 19 de febrero. ⠀⠀⠀⠀
«Fue muy triste. Mi esposa, nuestro hijo de seis añitos y yo, estábamos cruzando el río en la selva junto a otros emigrantes más que tenían como meta llegar a los Estados Unidos, cuando el nivel del agua subió y la arrastró. No pudimos hacer nada. Mi hijo vio todo (…) Por favor, necesitamos de sus oraciones y de cualquier apoyo económico para poder cremar el cuerpo de mi esposa. Estamos destrozados», dijo Andrés Lucena, esposo de Mariné.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés), más del 50% de los migrantes, un promedio de dos mil personas, que cruzaron esta peligrosa ruta en enero de 2022 son venezolanos.
¿Pero qué pasa con los migrantes que fallecen en tránsito o en otros países y sus familiares desean darles sepultura en Venezuela?
Desde cualquier país es un proceso costoso, cuyos precios aumentan dependiendo si las familias se decantan por un entierro tradicional o por cremación.
Para tramitar la repatriación de un cuerpo se debe contar con varios documentos: copias originales del certificado de defunción emitido por la autoridad local, pasaporte del fallecido y la permisología de viaje y entierro.
El tiempo de repatriación, e incluso el traslado del fallecido desde el sitio de muerte a otra región dentro del mismo país, también depende de la causa de muerte, los documentos a gestionar y los recursos económicos de los familiares.
Colombia es el principal destino de los más de seis millones de venezolanos en el exterior. También fue el lugar donde falleció Carmen*. El año pasado viajaba sola desde Caracas hasta Bogotá, donde esperaba encontrarse con sus hijos. En principio, los planes eran que Carmen viajara con su hija, quien también migraba hacia ese país.
Pero por decisión de Carmen, su hija viajó días antes y ella salió después. Ya en Colombia, en el autobús que la llevaría de Cúcuta a Bogotá, se dan cuenta de que faltaba una persona en una de las paradas. Al registrar la unidad, encontraron a Carmen muerta dentro del baño.
Sus hijos fueron avisados por la Policía local y el cuerpo fue trasladado hasta Bogotá. En principio les dijeron que su madre había fallecido de un infarto, pero al retirar el cuerpo les entregaron unas cenizas. La causa de muerte: covid-19.
El Decreto 1333 de 1986 establece que las alcaldías colombianas deben destinar recursos para ayudar a costear los servicios funerarios de las familias más vulnerables. Los artículos 268 y 269 señalan que «los Concejos Municipales incluirán en los presupuestos de gastos de cada vigencia, la partida necesaria para la inhumación de cadáveres de personas pobres». Además, la norma también estima que en tal partida se incluirá el costo de los ataúdes.
Para acceder a estos servicios, el solicitante debe acudir a la Alcaldía del municipio donde reside o la entidad encargada de los servicios sociales, y presentar una solicitud de apoyo.
En Bogotá, por ejemplo, la Alcaldía Mayor a través de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) subsidia hasta un 90% de los costos de los servicios funerarios de personas o familias en condición de vulnerabilidad social o pobreza que no cuentan con recursos económicos para afrontar una situación de calamidad.
Pero, si los familiares quieren repatriar el cadáver, destaca el Proyecto Migración Venezuela, deben asumir el costo del traslado desde la ciudad donde ocurrió el hecho hasta la frontera. También podrán aceptar la cremación y, una vez reciban las cenizas, solicitar un permiso ante la Secretaría de Salud para trasladarlas a Venezuela.
Los elevados costos de repatriar un cuerpo hacen el deseo de muchas familias cuesta arriba. Esa fue la situación de una familia de la etnia wayúu, quienes esperaban repatriar los cuerpos de dos familiares que murieron en un accidente de tránsito, desde Paraguachón —frontera de la Guajira venezolana con Colombia— hasta su casa. Debían cancelar alrededor de 600 dólares.
Según el Instituto de Medicina Legal de Colombia, 256 migrantes venezolanos fallecieron en 2021 por accidentes de tránsito, destacando los departamentos de Antioquia (29), Bogotá (19), Cesar (11), Cundinamarca (12), La Guajira (16), Magdalena (15), Norte de Santander (20), Santander (16) y Valle del Cauca (29).
Luz María González, familiar de José Fabián Chacín (10 años) y Miguel Montiel de 32 años, dijo a Radio Fe y Alegría Noticias que el traslado de sus cuerpos había sido complicado. «Ha habido muchas trabas, muchas pruebas difíciles, cumplir con los parámetros. Lo más difícil para nosotros fue que los querían cremar y esto fue otra prueba que nos tocó afrontar, parar ese proceso en un lugar tan lejos para nosotros».
Para los venezolanos que no disponen de esta cantidad de dinero se han abierto otras posibilidades, como el apoyo de la Fundación Gente como Uno. La forense Sonia Bermúdez Robles logró conseguir un terreno en Riohacha, departamento de La Guajira colombiana, para destinarlo a cementerio. En él reciben sepultura los migrantes que fallecen por lo complicado del viaje o problemas de salud que iban a atender en Colombia.
Para mediados de 2021, al menos 500 migrantes venezolanos habían sido enterrados en este lugar, tengan o no identificación, relató Bermúdez a El País. «La mayoría de los venezolanos enterrados en este cementerio son niños y adultos mayores».
El flujo migratorio en la frontera no se detuvo durante la pandemia de covid, pese al cierre de los pasos fronterizos oficiales entre Colombia y Venezuela. Actualmente están abiertos y el cruce se hace por número de cédula; a pesar de ello, algunos venezolanos optan por pagar a grupos irregulares para poder pasar por las trochas y proseguir su viaje.
La crisis política y las propias políticas migratorias de cada país también ha permeado en el apoyo, tanto en información o monetario, hacia los venezolanos. Tal fue el caso de los padres de Kevin Daniel Hernández Morocoima, un joven de 18 años que falleció el 19 de diciembre por un accidente de tránsito al norte de Miami.
Los padres de Hernández viajaron desde Guatire hasta Bogotá para tramitar una visa que les permitiera viajar a Estados Unidos, pero les fue negada por las autoridades pese a tener una carta de la División de Investigaciones de DUI/Homicidios de Tránsito del Departamento de la Policía de Hollywood.
«Solo nos hicieron pocas preguntas sobre lo que hacíamos mi esposo y yo. No nos pidieron soportes del caso, no nos dejaron ni siquiera argumentar mostrando los documentos», dijo Jackeline Morocoima, madre del joven, al Nuevo Herald.
Los padres de Kevin Hernández también activaron un GoFundMe para conseguir dinero para los trámites y la repatriación del cuerpo, y recogieron poco más de cuatro mil dólares antes de cerrar la recaudación.
Brian Fincheltub, director de Asuntos Consulares de la embajada de Venezuela en EE. UU., explicó que la opción disponible era la solicitud de un parole humanitario. Comentó al Nuevo Herald que conversó con la familia para orientarlos sobre cómo realizar esta solicitud y acelerar el trámite, así como también acerca de la repatriación de los restos.